Elecciones sin debate

19 de Septiembre de 2024

Guillermo Sesma

Elecciones sin debate

GUILLERMO SESMA

Una vez más, los debates dentro los procesos electorales mexicanos toman su sitio e intentan, sin éxito, ganar relevancia en la vida pública y democrática de nuestro país. Los institutos electorales se aferran a la práctica de acotados e irrelevantes debates que poco o nada abonan al enriquecimiento de las elecciones.

El debate en México está plagado de reglas que coartan el verdadero sentido y propósito que tiene este ejercicio de discusión, en el que las ideas deben de imperar sobre las descalificaciones personales, los chismes de lavadero y el sketch montado de algunos candidatos para causar la hilaridad de la audiencia.

La institución convocante da una lista de temas por abordar, pone un reloj y deja que los contendientes usen el tiempo del mal llamado debate para que se den hasta con la cubeta. De los mentados temas centrales, las propuestas y las cifras ni quien se acuerde.

Lo que vemos en televisión y redes sociales dista mucho de ser verdaderos debates políticos que enriquezcan el proceso electoral y permitan a la ciudadanía conocer, contrastar y orientar su voto. Son una puesta en escena a la que se llega preparado de acuerdo al personaje que los participantes han elegido representar.

Hay quienes sienten que están grabando un spot de televisión, no se miran entre ellos, no discuten, simplemente repiten lo que ya se puede ver en sus redes sociales. Eso sí, siempre con mucha sonrisa, con aire de suficiencia y determinados a no entablar ningún tipo de diálogo con los demás asistentes.

Otros llevan toda la artillería de la descalificación para encender las redes. No importan los temas, existen como candidatos solo por atacar a sus adversarios, tienen mucho para criticar y muy poco para proponer, acuden al ataque personal para darle contenido incendiario a sus redes y ser adjetivados de “bravos y valientes”.

Unos más acuden con la finalidad de despertar ternura en el electorado. No discuten, no descalifican, sólo prometen cambio; presumen logros que no son suyos, hablan de esperanza y transformación, pero dejan claro que carecen de todo conocimiento para lograrlo. Son tiernos, pero incompetentes.

Por último, tenemos a los que ante la falta de talento político se intentan hacer los graciosos o los disruptivos, su argumento es la payasada y quienes los preparan para el debate tienen una gran confusión entre lo ingenioso, lo chusco y lo grotesco.

Este es el verdadero panorama de los debates políticos en México, una práctica que dista mucho de ser un elemento que enriquezca los procesos democráticos, para convertirse en una mascarada irrelevante.

Durante varios años hemos intentado que los debates maduren y sean parte fundamental de la práctica política, pero hasta el momento no hemos avanzado ni un poco en esa dirección. Es indispensable que la autoridad electoral y los partidos políticos se pongan las pilas para que los debates no sean solo un requisito con que se mal cumple en los procesos electorales.

Una vez más los debates pasan sin pena ni gloria en el 2023, esperemos que en el futuro podamos ver verdaderos ejercicios que enriquezcan la vida democrática y permitan al electorado conocer a quienes aspiran a gobernarlos en la plenitud de su capacidad política.