Este pasado domingo 4 de junio, Coahuila se reafirmó como territorio priista. Con más de 30 puntos de diferencia, Manolo Jiménez se convertirá en el próximo gobernador del estado. Hay que decirlo con todas sus letras, el mérito del triunfo corresponde al propio Manolo Jiménez y al gobernador del estado, Miguel Riquelme, pues son ellos quienes lograron mantener uno de los dos últimos territorios que le quedan al revolucionario institucional.
Todos sabemos que el PRI nacional intentará colgarse la medalla de un triunfo que no gestionó, con la única intención de no quedar nuevamente en ridículo, pues en esta misma jornada electoral Alejandro Moreno perdió el territorio más simbólico de los priistas: el estado de México.
El triunfo de Manolo no es sorpresivo. Desde que arrancaron las precampañas no se veía “gallo” que le pudiera ganar, si a esto sumamos que Morena fue incapaz de construir una candidatura que uniera al partido, representara las causas populares y le diera competitividad electoral, queda completamente claro que para el PRI de Coahuila se trataba de una campaña que estaba ganada desde su inicio.
Permitir que Armando Guadiana fuera nuevamente el candidato fue, sin duda alguna, el error morenista; desde 2017 se sabía que es un perfil que no tiene la capacidad para enfrentar una urna. Ejecutaron una campaña sin estrategia que pretendía aprovechar la popularidad del Presidente y la mala reputación del priismo como únicos elementos para solicitar el voto. Guadiana no hizo una mala campaña, sino lo que tal vez sea la peor campaña de los últimos años.
De Ricardo Mejía queda poco que decir, el tristemente célebre “Tigre” se quedó como el perro de las dos tortas, pues le es imposible regresar a la administración pública federal, buscar algún cargo a través del que fuera su partido y el PT ya le cerró las puertas con tal de no comprometer la alianza con Morena en el 2024. Lo que sí logró demostrar es que pudo haber sido un candidato mucho más competitivo, contrastante y eficiente que el bigotón Guadiana.
Sabemos que habrá quejas, denuncias y pleito para intentar pelear en los tribunales lo que no se pudo ganar en las urnas, pero la realidad es que el gobernador Miguel Riquelme y el candidato priista Manolo Jiménez hicieron muy bien su tarea y eso los mantiene a flote cuando el PRI se encuentra en peligro de extinción.
El buen resultado en Coahuila no exime a Alejandro Moreno de la responsabilidad de haber dado pésimos resultados en la elección del estado de México, seguramente intentará que su amigo y aliado Rubén Moreira le comparta parte del éxito obtenido para que no se diga que está cavando la tumba del revolucionario institucional.
Del PRI que algunos conocimos no quedan más que despojos y la urgente necesidad de replantearse y reinventarse por completo, pero todos sabemos que eso no pasará pronto, pues la actual dirigencia ya se le instaló al partido hasta el 2024 y en ellos no se ve ni capacidad ni voluntad para encabezar una fuerza política que sea competitiva y con la que se identifique la ciudadanía.
Desde este espacio, mi felicitación a los ciudadanos que acudieron a las urnas con la firme intención de hacerse escuchar y fortalecer la democracia de nuestro país, en ellos confío para que se tome el rumbo que más convenga a la ciudadanía y que mayor fortaleza otorgue a las instituciones .