En este año, América Latina ya se enfrenta no sólo a dificultades económicas, sino también a nivel político con complicaciones de inflación, rezago tecnológico, malestar social y migración, por mencionar algunos. De esto, Colombia no está exenta. La figura del presidente Gustavo Petro es uno de los puntos más mediáticos en Colombia.
Petro se convirtió en el primer presidente izquierdista de Colombia el año pasado y se comprometió a abordar la desigualdad desenfrenada del país latinoamericano.
Entre sus partidarios de izquierda, sorprendió al incorporar a su gabinete a legisladores de partidos de centro y de derecha, pero algunos de esos partidos ahora se oponen a su impulso reformista. Esto ha dejado al presidente incapaz de cumplir sus promesas de reformar la salud, las leyes laborales, las pensiones y el poder judicial que hizo durante su campaña.
La reorganización planeada del gabinete ha sido criticada tanto por oponentes como por aliados. Petro ya ha probado otras medidas para impulsar sus reformas en el Congreso. En febrero, convocó a protestas para presionar a los legisladores.
Unas semanas después, reemplazó a tres ministros del gabinete, incluido Alejandro Gaviria, el exministro de Educación centrista cuyas críticas a las reformas de salud de Petro se habían filtrado.
Otra de las promesas de Petro, poner fin al conflicto de años con los grupos guerrilleros armados, tampoco ha progresado luego de que el Ejército de Liberación Nacional (ELN) se negara a acordar un alto el fuego bilateral a fines de diciembre.
Reestructura con aliados
Apenas el miércoles de esta semana, Petro renovó a siete ministerios y se rodeó de viejos aliados políticos en medio de la peor crisis del gobierno que pena para implementar sus reformas de izquierda.
En el poder desde el 7 de agosto de 2022, el mandatario ha tenido dificultades para hacer realidad los cambios profundos que prometió en campaña sobre el sistema laboral, sanitario, de pensiones, justicia, entre otros. Y los partidos tradicionales que apoyaron el arranque de su gobierno se fueron distanciando con el tiempo en el Congreso. En medio de la tormenta política, Petro pidió la renuncia de todos sus jefes de cartera este miércoles. Entre los salientes destaca José Antonio Campo, un académico liberal que se desempeñaba como jefe del Ministerio de Hacienda y creaba consensos.
Por su experiencia y reconocimiento como economista y profesor de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, daba seguridad en los mercados y partidos políticos aliados del primer gobierno de izquierda en la historia del país.
Viejos aliados
El presidente había conformado un primer gabinete alejado de las fuerzas de izquierda que lo llevaron a la presidencia y optó por políticos de centro y derecha.
Pero las discrepancias sobre las propuestas de reformas de salud y del sector agrario detonaron el conflicto. Petro aceptó también la renuncia de Carolina Corcho, al mando de la cartera de salud, en el centro de las disputas entre el gobierno y parte del Congreso que se opone a una reforma constitucional para reducir la participación privada en el sistema.
En Hacienda el mandatario designó al exprofesor universitario Ricardo Bonilla, exsecretario de Hacienda durante la alcaldía de Petro en Bogotá. En Salud, al político y cirujano Guillermo Alfonso Jaramillo, secretario de gobierno en esa época.
Siguiendo esa misma línea, ubicó al excongresista Juan Fernando Velasco, uno de sus hombres más cercanos, en el ministerio del Interior y en la cartera de las Tecnologías y las Comunicaciones a Mauricio Lizcano, quien venía desempeñándose como asesor de la presidencia. A la tormenta política se suma una caída en la popularidad de Petro, que se ubicó en 35% en abril frente al 40% que aprobaba sus políticas en la pasada medición de febrero, según una encuesta de Invamer revelada este miércoles.
Una crisis inédita
Ahora, los gestos de Petro “generan una crisis inédita” en el país, aseguró el presidente del Congreso, Roy Barreras en RCN Radio. “No recuerdo” que un presidente “decrete la muerte de su coalición de gobierno” tan prematuramente, añadió el parlamentario del partido oficialista. El 15 de febrero el mandatario pidió a sus simpatizantes salir a las calles para presionar por la aprobación de sus reformas.
Entonces advirtió desde un balcón de la presidencial Casa de Nariño que seguiría convocando a manifestaciones hasta que el “cambio” fuera una realidad. El 28 de febrero cesó a tres de sus ministros, entre ellos el centrista Alejandro Gaviria, de la cartera de Educación, cuyas críticas a la reforma sanitaria propuesta por el gobierno se filtraron a la prensa. También sacó del Ministerio del Deporte a la campeona olímpica María Isabel Urrutia, acorralada por un escándalo de corrupción, y a Patricia Ariza de Cultura, sin justificar la decisión.
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El terremoto en el gabinete representa la peor crisis en el interior del gobierno en poco más de nueve meses. “La gente está con mucha incertidumbre frente al futuro, hacia dónde vamos, y los cambios de ministros lo que hacen es ahondar esa incertidumbre”, aseguró en W Radio el expresidente y Nobel de Paz Juan Manuel Santos. Además del fracaso en el Congreso, Petro suma reveses en sus intentos de hacer la paz con las organizaciones que siguieron en armas tras el histórico acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC en 2016.
Los rebeldes del Ejército de Liberación Nacional (ELN), que adelantan negociaciones con el gobierno, se negaron a hacer parte de un cese al fuego bilateral planteado por Petro el 31 de diciembre.
Incluso el Clan del Golfo, el cartel más grande del narcotráfico, aceptó en un principio la tregua pero esta se cayó meses después por decisión del mandatario por ataques de la banda contra civiles y la fuerza pública.