La crisis de la psicología vs la felicidad

27 de Noviembre de 2024

La crisis de la psicología vs la felicidad

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Para que una campaña para prevenir el uso de drogas pueda tener éxito se requiere cumplir con al menos 10 puntos; hasta donde se sabe la Estrategia en el Aula no cumple con ninguno de ellos

Hace un par de semanas, algunos medios reconocidos, como el Wall Street Journal, Time y Scientific American, publicaron la noticia de la realización de un estudio que encontró que la mayor parte de las recomendaciones que se suelen dar para encontrar la felicidad no están respaldadas en evidencia sólida.

Dado que la gente busca más en Google respuestas a la pregunta ¿cómo ser feliz? que ¿cómo hacerse rico?, y que los medios suelen publicar notas al respecto (en ejecentral ciertamente no hace mucho), es posible que te hayas encontrado con algunas de las respuestas más comunes a esa pregunta.

Según Elizabeth Dunn y Dunigan Folk, autores de la investigación, las respuestas se pueden agrupar en cinco grandes categorías: gratitud, interacción social, meditación, actividad física y exposición a la naturaleza.

El análisis que hicieron Dunn y Folk de mil 35 estudios reveló que, mientras en las dos primeras categorías había algunos estudios robustos y suficiente evidencia como para afirmar con certeza que, al menos temporalmente, incrementan la sensación de bienestar en las personas que las practican; esto no sucedía con las otras tres categorías.

›Las reacciones de otros investigadores al estudio publicado en la revista Nature Human Behaviour han sido de lo más variadas, desde quienes alaban el rigor con que está hecha y la consideran muy importante y necesaria, hasta quienes, como el neurocientífico Geoffrey Bird han señalado que es intrascendente.

Sin embargo, más que afirmar que las aproximaciones populares a la búsqueda de la felicidad son falsas, lo que la investigación de Dunn y Folk parecen estar reflejando es la severa crisis en que actualmente se encuentra el estudio de la mente humana y que comenzó alrededor de 2011.

También puede ser que estén demostrando que el método científico aún no está preparado para responder una pregunta de apariencia tan sencilla pero que en realidad es tan compleja como ¿cómo ser feliz?

La crisis de pensar sobre pensar

Elizabeth Dunn es investigadora en la Universidad de la Columbia Británica en Canadá, pero también es una muy popular divulgadora de su propia investigación, prueba de ellos es que su TED Talk de 2019 al respecto tiene más de cuatro millones de vistas en el sitio de TED y 23.2 millones en Youtube.

Su más reciente investigación se originó cuando, hace unos años, un periodista le preguntó si los consejos populares para encontrar la felicidad estaban respaldados por evidencia sólida; al darse cuenta de que no podía responder con certeza, decidió investigarlo junto con su estudiante de doctorado.

“Lo que constituye ‘evidencia de alta calidad’ en psicología ha cambiado dramáticamente durante la última década”, señalan Dun y Folk, y explican que alrededor de 2011 sucedió lo que se llama “la crisis de la replicación”, que condujo a los profesionales en este campo “a reconocer que una proporción alarmante de hallazgos publicados en psicología podrían ser falsos” pues no podían ser replicados por otros.

En ese año, Joseph Simmons y su equipo publicaron su demostración de que muchas investigaciones en el campo cometían errores de diseño y análisis que hacían más probable que un investigador encontrara “pruebas falsas de que existe un efecto que pruebas correctas de que no existe”.

Ante esto, Dunn y Folk adoptaron una aproximación muy rigurosa considerando como evidencia sólida, sólo aquellos estudios diseñados como prueba clínica, como si estas cinco prácticas fueran, cada una, un medicamento contra la infelicidad.

Esta aproximación olvida que, salvo cuando se citan estudios particulares en los medios, rara vez se recomiendan estas prácticas de manera aislada, y que la aproximación farmacológica tampoco es muy exitosa.

Pero si no son medicinas

“He llegado a la conclusión de que estoy participando en la mayor estafa intelectual de esta era. Pretendemos ser una ciencia, pero no comprendemos cómo se genera el pensamiento o el comportamiento”, advierte en su blog Paul Minot, psiquiatra con 38 años de experiencia, afiliado al hospital MaineGeneral Health y la Universidad de Tufts.

Minot aclara que le encantan su trabajo, sus compañeros y sus pacientes. Aun así no duda en señalar que forma parte de “una industria construida sobre un cuerpo corrupto de pseudociencia, cultivada y explotada por intereses adinerados durante décadas”, con la complicidad de la American Psychiatric Association.

Agrega que el “modelo de tratamiento corporativista y orientado a la medicación” de la psiquiatría “ha tenido un éxito sorprendente en la redefinición de lo que significa ser un ser humano”, pero que “20 años de psiquiatría máxima han resultado en un aumento del 30 % de suicidios en los Estados Unidos”.

“Los psiquiatras no tienen ni idea de cómo el cerebro ejecuta sus funciones superiores, como el pensamiento, la memoria, las emociones o el comportamiento, todos los cuales son el foco del tratamiento psiquiátrico”, dice Minot, y la situación no es muy distinta en la psicología.

Meditación, no es sólo la felicidad

De las recomendaciones populares para encontrar la felicidad, quizá la más socorrida sea la meditación, la cual se ha propuesto como remedio o ayuda para problemas más concretos que la abstracta felicidad.

Una búsqueda no exhaustiva revela que en lo que va de 2023 se han hecho 17 publicaciones en revistas arbitradas sobre los efectos de distintas formas de meditación.

Así, por ejemplo, se ha encontrado que las mujeres mayores con riesgo de enfermedad de Alzheimer pueden beneficiarse del kundalini yoga, que incluye respiración, meditación y visualización mental; que una forma de meditación ayuda a las personas con depresión a tener recuerdos positivos, y otra puede reducir la fatiga relacionada con el cáncer.

También se encontró que una sola sesión de meditación consciente puede ser útil para controlar el dolor agudo, algo que no sucede con la oración cristiana, pero que es superado por una sesión de hipnosis; además, la meditación trascendental resultó “altamente efectiva” para reducir de forma rápida los síntomas de agotamiento de los trabajadores de la salud durante el apogeo de la crisis de Covid-19 en al menos tres hospitales de Miami.

Epílogo para abonar a la felicidad

Es importante recalcar que el análisis Dunn y Folk no concluye que las cinco prácticas populares no funcionen para encontrar la felicidad, sólo que no se ha producido evidencia contundente de que lo hagan, ante lo cual cabe preguntarse, ¿es necesario que exista esta evidencia?

›Quizá los cuantiosos beneficios tanto para la salud física como mental, esos sí demostrados, del efecto placebo y los muchos testimonios acumulados, no sólo de estudios recientes sino de experiencias comunales y grupales, de que estas prácticas funcionan para reducir el estrés, la ansiedad o la depresión serían suficiente demostración.

Si esta aproximación parece demasiado informal, hay que señalar que es similar a la que adoptan los dos investigadores para explicar por qué sí se requiere la evidencia, pues ponen el supuesto de que exista una Vitamina H que se vende con la promesa de que puede mejorar el ánimo e incrementar la satisfacción con la vida. ¿No querríamos ver evidencia al respecto? preguntan.

Sí, sin duda, y hasta tendría que ser autorizada por las agencias sanitarias para garantizar que no produce daños y tiene el efecto que promete. Pero no hay un consorcio farmacéutico tratando de vender la meditación o el contacto con la naturaleza, mismos que nadie ha patentado (ni podría hacerlo).

Ante esto, el comentario de Til Wykes, directora de la Escuela de Salud Mental y Ciencias Sicológicas del King’s College London es quizá el más acertado, pues tras señalar que Dunn y Folk no dicen que hay estudios bien realizados que muestran que las estrategias son útiles para personas con un problema de salud mental, añade:.

“Sabemos que las personas difieren, por lo que algunas estrategias pueden ser útiles sólo para ciertas personas. Esto significa que debemos pensar en cómo enlazar a las personas con las estrategias o quizás simplemente tomarlo como un juego de azar, y alguna de ellas probablemente sea beneficiosa”.

“He practicado la psiquiatría durante 38 años. Me encanta mi trabajo, mis compañeros y mis pacientes. Pero he llegado a la conclusión de que estoy participando en la mayor estafa intelectual de esta era. Pretendemos ser una ciencia, pero no comprendemos cómo se genera el pensamiento o el comportamiento”: Paul Minot, psiquiatra afiliado a Maine General Health y la Universidad de Tufts.