Entre los años 2010 y 2011 cuando los indicadores de violencia se concentraban en gran parte de la región norte del país, el entonces presidente en turno Felipe Calderón Hinojosa reclamaba al gobierno de Estados Unidos la corresponsabilidad de la crisis de criminalidad que se vivía en México. Lo cierto es que el presidente mexicano veía la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
La corresponsabilidad entre los gobiernos de ambos países es la que el informe Yugo Zeta, norte de Coahuila 2010-2011, elaborado por el Seminario sobre Violencia y Paz de El Colegio de México, identifica como parte de la serie de incentivos que en esos años generó el poderío y control del cártel de Los Zetas en Coahuila, ante un sometimiento total de sus municipios, un gobierno estatal omiso e incluso algunos de sus funcionarios fungiendo como cómplices, donde el gobierno federal no resultaba ajeno a esta situación de contubernio, advierte la investigación.
Las operaciones de México y EU contra Los Zetas al norte del país durante el gobierno de Felipe Calderón incluyeron traiciones de elementos de la Policía Fedral, la omisión o complicidad del gobierno estatal, factores que mantuvieron bajo ataque a municipios colindantes con la Unión Americana
Concretamente en el caso de Coahuila, el análisis realizado por Sergio Aguayo, profesor de El Colegio de México, y Jacobo Dayán, académico de la Universidad Iberoamericana, con apoyo de investigadores, activistas, funcionarios públicos, periodistas y académicos, apunta a que el gobierno estadounidense tuvo una injerencia directa en dos hechos que metieron a Saltillo y al norte del estado en una dinámica de violencia sin precedentes. Para lo cual resulta vital entender que la ola de violencia de 2011 estaba divida en tres regiones principales en el estado: al norte donde dominaban Los Zetas; La Laguna con la pugna del cártel de Sinaloa, y Saltillo que era un santuario relativamente pacífico, ahí se pernoctaba la jerarquía zeta.
Delitos de lesa humanidad
El 15 de febrero de 2011 Los Zetas ejecutaron al agente de la Administración para el Control de Drogas (DEA por sus siglas en inglés) Jaime Jorge Zapata en San Luis Potosí. Tiempo después se sabría que el crimen había sido consumado con armas del operativo Rápido y Furioso. Washington exigió el fin a la impunidad de Los Zetas, por ello los gobiernos de Felipe Calderón y Barack Obama lanzaron un operativo binacional que en 12 días condujo a la detención de centenares de personas. De acuerdo con los testimonios ministeriales recabados por los investigadores de El Yugo Zeta, simultáneamente, agentes de la DEA presionaba a un integrante de Los Zetas en Estados Unidos para que les entregara información que permitiera la captura de los hermanos Miguel Ángel y Omar Treviño Morales alias El Z-40 y El Z-42, respectivamente, en ese entonces jefes del cártel al norte de Coahuila.
El viernes 11 de marzo de 2011, un alto funcionario de la agencia antidrogas estadunidense envió a la Unidad de Investigaciones Sensibles de la Policía Federal mexicana los números de identificación rastreables de teléfonos celulares de los hermanos Treviño Morales. A las pocas horas, alguien de esa unidad de la Policía Federal informó a los hermanos Treviño, quienes supieron que la información había salido del entorno de su lugarteniente más cercano en Coahuila: Mario Alfonso Cuéllar.
“Furioso”, señala el informe, El Z-40 ordenó levantar a todas las personas relacionadas con su exsocio. El destino fatal incluía a los cercanos a Cuéllar, Moreno y otro asociado: José Luis Gaytán Garza. Hombres, mujeres, niños y viejos, estuvieran o no involucrados en el tráfico de drogas. El número de muertos es un misterio en lo que para este grupo de investigadores es conocida como la “Tragedia del Norte de Coahuila” y quienes prefieren titularla como la “Masacre de Allende”, pues los resultados del análisis demuestran que Coahuila estuvo bajo ataque en la región colindante con Estados Unidos y no solamente una población.
En la dimensión de esta tragedia, el sistema penitenciario jugó un papel fundamental como esquema de negocios y fuente de terror para el cártel, pues de los testimonios de miembros de Los Zetas, internos, custodios y funcionarios del penal de Piedras Negras se concluye que esta prisión, financiada con recursos públicos como estructura central para la organización criminal, la cual derivó en la comisión de al menos 27 delitos distintos, tipificados en el Código Penal del estado y 10 en el Código Penal federal. Extorsiones, secuestros, tráfico de drogas, homicidios y desapariciones forman para de la gama de delitos que ahí se cometían y que podrían calificar como crímenes de lesa humanidad, según la investigación del Colmex.
Mordaza criminal
Los periodistas y medios de comunicación en Coahuila también fueron blanco de la violencia sistemática con la que Los Zetas dominaron regiones en esa entidad. La investigación apunta a tres medios de comunicación silenciados con amenazas que directamente ordenaban a los periodistas coahuilenses a censurar sus páginas.
Los diarios Zócalo, Vanguardia y El Siglo de Torreón, los cuales cubrían informativamente la región norte del estado, Saltillo y Torreón, y la conurbación de La Laguna dejaron de publicar los sucesos en los que integrantes del grupo criminal participaban. El caso del diario Zócalo fue de los primeros en ceder al horror de Los Zetas, pues el 11 de marzo de 2013, dos años después de la masacre en Allende, la dirección del rotativo optó por la autocensura.
La violencia contra los medios continuó. El caso de Vanguardia fue uno de los más agudos registrados durante los años en que Los Zetas controlaron Coahuila. Los reporteros, editores y directivos fueron amenazados directamente por Pedro Toga Lara, Comandante Güacho, uno de los más temidos líderes zetas. El Siglo de Torreón también fue engullido por la violencia que dejó en La Laguna la guerra entre el Cártel de Sinaloa y Los Zetas. El medio decidió sacar informaciones escuetas, probar el impacto de sus notas con la publicación en el sitio web y realizar una cobertura equilibrada de ambos cárteles.