La comuna del 68: las alas del movimiento
Por un momento pareció que la revolución se había alejado, pero como si se tratara del suspiro de expiación de uno de los movimientos sociales más importantes en el mundo, saltó una nueva ola de enfrentamientos entre estudiantes, obreros y policías que a su paso dejó tres muertes
Una feroz represión policial desencadenada desde el enfrentamiento en la fábrica de Renault, en Flins, Francia, atrajo una serie de batallas que coronarían los movimientos estudiantiles y obreros de manera trágica. Parecía entonces que ser estudiante era casi un delito. La policía lo mismo atacaba ambulancias que perseguía a huelguistas y estudiantes por la ciudad con el apoyo de helicópteros. Bastaba con ser joven para que la policía diera una paliza, pero en las calles también bastaba con tener un automóvil para que le pincharan las ruedas como estrategia para propagar el pánico colectivo.
Era 10 de junio, principio de semana, y la dirección de la planta de Renault había llamado a los trabajadores a retomar sus labores, pero ese lunes sólo se presentaron algunos, persuadidos por los sindicatos que no tuvieron dificultad para convencerlos de no entrar a la fábrica, aunque al día siguiente retomaron parcialmente sus actividades. Sólo regresaron los miembros de la Confederación General del Trabajo de Francia (CGT), pero en cuanto entraron en las instalaciones, izaron la bandera roja para retomar la ocupación. Mientras, la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT) buscaba convencer a los huelguistas para que evacuaran la fábrica y así evitar que otros trabajadores se les sumaran, por lo que la dirección de la planta declaró el cierre con un centenar de obreros resueltos a continuar, y con la policía esperando a atacar al término de la jornada.
[caption id="attachment_870473" align="alignleft” width="429"] EXPLOSIÓN SERBIA en Yugoslavia, las manifestaciones de estudiantes contra la llamada “burguesía roja” tomaron las calles de Belgrado.[/caption]
Uno de los pasajes más trágicos de esta semana comenzó ese mismo lunes, cuando un grupo de policías encontró a unos jóvenes descansando en la ribera del Sena, cerca del puente que une la comunidad de Meulan con Les Mureaux. El asalto estuvo tan bien planificado que los muchachos no tuvieron otra salida que tirarse al agua, pero uno de ellos, Gilles Tautin, de 17 años, militante de la Unión de Jóvenes Marxistas, Comunistas y Leninistas (UJCML), se ahogó.
Dos días despúes, el 12 de junio, fue cuando se tornó más cruenta la represión policial. Ese miércoles en la planta de Peugeot, al oriente de Francia, se desató una gresca en la que las fuerzas policiales abatieron a tiros a los obreros Pierre Beylot y Henry Blanchet, de 24 y 49 años respectivamente, además de 150 trabajadores heridos. Las tres muertes de esa semana desataron la indignación de la sociedad, provocando más protestas y marchas en el centro de París, aunque no tan grandes como las semanas anteriores.
Ese día, el presidente francés, Charles de Gaulle, decretó la disolución de siete grupos de extrema izquierda y varios de sus líderes fueron arrestados y junto con ello, prohibió sus publicaciones y determinó que hasta el 23 de junio próximo, día en el que se realizarían los comicios legislativos, serían ilegales las manifestaciones en las calles. Las penas para quien no acatara la orden iban de seis meses a dos años de prisión. Pero el espíritu revolucionario fue irrefrenable. Los jóvenes desafiaron el mandato presidencial y salieron de nuevo para protestar en Burdeos, Caén y Marsella.
A mil 800 kilómetros de París —en Belgrado, Yugoslavia— el sábado 8 de junio los estudiantes universitarios y el Partido Comunista estaban empeñados en poner fin a la huelga estudiantil que llevaba siete días ininterrumpidos, pero habían fracasado. Entre las demandas de los estudiantes para el presidente Josip Broz, Tito, se encontraba despedir al jefe máximo de la policía yugoslava, por ser “inaceptable para el partido y el gobierno” y cuya figura permanecía como el principal obstáculo para una solución que finalizara la huelga.
En respuesta, Tito declaró que los problemas expuestos por la “reciente ola de inquietud estudiantil” serían rápidamente resueltos. “Si no pudiera solucionarlos, no permanecería en el cargo”, sostuvo en un discurso a la nación. Aunque en realidad, el presidente ya había accedido a la mayoría de las demandas estudiantiles, por lo que en su mensaje, refirió que el comité central del Partido Comunista yugoslavo ya había estudiado esos problemas, pero también lo culpó de darle poca publicidad a ese hecho y de que las manifestaciones estudiantiles aceleraran los acontecimientos.
En Italia, la situación tampoco era muy sencilla para los estudiantes. Durante esta semana, la policía y los alumnos protagonizaron una de varias batallas que sostendrían en el futuro. Esta fue contra mil 500 de ellos y sus profesores que al grito de “Ho Chi Min” y “poder para los obreros”, marchaban hacia las instalaciones del periódico Corriere della Sera, identificado por los estudiantes como uno de los medios oficialistas del país.
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