La comuna del 68: Francia paralizada, 8 millones en huelga

29 de Noviembre de 2024

La comuna del 68: Francia paralizada, 8 millones en huelga

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Sin mucha organización, pero con un compartido ánimo revolucionario, Francia se convertía en el epicentro de la solidaridad entre estudiantes, trabajadores y miembros de sindicatos

Era sábado y ese 18 de mayo Francia amanecía en huelga. Un millón de trabajadores se declaraban en brazos caídos. Por la tarde ya se habían sumado dos millones más. Tres días después se contabilizaban seis millones y medio los empleados, con las banderas rojinegras paralizando el sector productivo y de servicios contra el gobierno de Charles de Gaulle.

La guardia ni bajaba ni se achicaba, al contrario. La Confederación Nacional del Trabajo (CGT, por sus siglas en francés) que había hecho el llamado a los empleados para iniciar una nueva huelga, había tenido un éxito fulminante, ya las provincias se habían sumado al paro. A los trabajadores y estudiantes se les veía, en estos días, construyendo la lucha de forma solidaria, codo a codo, apoyando mutuamente sus demandas.

[caption id="attachment_864413" align="alignright” width="448"] Ejemplar. Le Monde, como casi toda la prensa francesa, publicó un seguimiento del 
movimiento 
estudiantil.[/caption]

Fueron los obreros jóvenes quienes lograron esa suma solidaria, al ponerse a la cabeza del movimiento y lanzarse a las facultades ocupadas por los alumnos para invitarlos a los comedores de las empresas tomadas.

Para el 22 de mayo, la movilización había alcanzado dimensiones históricas. Se calculaba en ocho millones y medio a los empleados de todos los sectores —industria, transportes, luz y gas, correos y telecomunicaciones, enseñanza, funcionarios y empleados públicos y las funerarias—, que se declararon en huelga indefinida. Era la mayor muestra del movimiento obrero internacional, más potente que la convocada en mayo de 1926 en Gran Bretaña o que las huelgas de mayo y junio de 1936, en Francia.

Lo periódicos dejaron de circular. La radio y la televisión no transmitieron señal. Ni siquiera las funerarias abrieron sus puertas. Francia vivía en sus calles la alegría revolucionaria. Los partidos de futbol se suspendieron y los laboratorios de investigación estaban cerrados. Ese mayo de 1968 fue el único en la historia que el Festival de Cannes no abrió sus puertas, así se solidarizaba con el movimiento de la esperanza.

La amplificación del movimiento incluyó a varios países europeos, cada uno con sus banderas y objetivos; aunque algunos como Bélgica con la ocupación Universidad de Bruselas, sólo fue en solidaridad con los estudiantes franceses, quienes viajaban a territorio belga por gasolina y comestibles.

Daniel Cohn-Bendit, conocido como Dani El Rojo, era identificado como el máximo líder del movimiento estudiantil, y en una jugada desesperada, el gobierno francés lo deportó a su natal Alemania. Fue contraproducente. El líder estudiantil se reunió con Rudi Dutschke, presidente de la Federación de Estudiantes Alemanes Socialistas, para organizar “una similar revuelta en Berlín Occidental”, según daba cuenta un cable de la Unit Press International.

Raimon en la complutense. El recital del cantautor valenciano Raimon aglutinó a seis mil estudiantes en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Complutense de Madrid.

Alemania era campo fértil, porque pasaba por un momento similar al de Francia. Apenas una semana antes, 80 mil manifestantes de varios sectores sociales entre estudiantes, sindicalistas y trabajadores habían salido a las calles de Bonn para protestar contra una nueva ley que permitía, en caso de crisis nacional, traspasar todo el poder al gobierno —algo que los estudiantes consideraban antidemocrático—. No lograron que el Bundestag retirara esa ley, pero la movilización en las calles continuó enarbolando otras demandas.

En España, en menor proporción, pero con un profundo valor histórico, también ocurría un movimiento estudiantil en el epicentro de la dictadura de Francisco Franco. Su máxima expresión se dio el 18 de mayo en la Universidad Complutense de Madrid, en el momento en que se presentaba un recital de Raimon —cantautor en lengua catalana, representante de la Nova Cançó—, cuando una pequeña muestra de insurrección aglutinó a seis mil estudiantes en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales del campus.

Por el número de alumnos, parecería una tímida muestra contra el régimen del Generealísimo, pero representaba una cifra histórica por esos años de dictadura. Para detenerlos, dispusieron de 40 jinetes de la policía montada, decenas de jeeps y tres camiones cisterna.

En respuesta, afuera de La Moncloa, los estudiantes se armaron con sillas de los salones, piedras y tabiques de las calles, en un intento por demostrar su rechazo a 20 años de régimen totalitario.

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