La comuna del 68: Adiós al mayo francés
Era la última semana del mes y llegaba el clímax de los enfrentamientos. Los trabajadores unificaron sus demandas y consiguieron las primeras victorias, aumento salarial, reducción de horas laborales y jubilación anticipada. La dimisión de Charles de Gaulle era una posibilidad
Francia estaba pintada de rojinegro. Escuelas, fábricas, oficinas públicas y en algunas calles se veía ondear las banderas de huelga, en las bardas escurrían pintas de protesta, y los cartelones y gallardetes de liberación estaban en todos los espacios disponibles, como una invitación silenciosa a los ciudadanos para que se sumaran.
Aunque el 23 de mayo París vivió otra noche de barricadas, no se comparó a las de apenas dos semanas atrás. En esta ocasión, hubo 795 detenidos y 447 heridos, 176 de ellos fueron hospitalizados, informó entonces la prefectura de la policía. Pero el sábado 25 de mayo la violencia se extendió hacia Lyon, Estrasburgo y Burdeos. El panorama general del país seguía siendo un hervidero de protestas. El sistema de correos, bancos, basureros, transportes urbanos, fábricas, talleres, tiendas, supermercados, y la mayoría de los servicios públicos se sumaban a los institutos de enseñanza ocupados por profesores y estudiantes reunidos en discusión permanente. Ese 25 de mayo murió el primer funcionario. El inspector René Lacroix perdió la vida, después de que los estudiantes le lanzaran un camión cargado de piedras, al menos eso relataban las crónicas del día, en especial la del corresponsal del diario Novedades, Elie de Beneviste, que también refería cómo el anfiteatro de la Universidad de la Sorbona se había convertido en un improvisado hospital para atender a los estudiantes heridos, donde mermaban antisépticos, antibióticos, sulfamidas, entre otros elementos de primera necesidad. Radio France y la televisión estatal, medios que aún no se habían declarado en huelga, hicieron un paro de labores. Y los diarios franceses, que sí estaban en paro, retomaron sus actividades. Ese sábado, la posible dimisión de Charles de Gaulle sonaba inminente ante su convocatoria a un referéndum sobre las demandas laborales y educativas de los huelguistas, pero que días después postergaría.
Comenzaba la semana y también los primeros acuerdos. Ese lunes 27 de mayo, los obreros y sindicatos lograron un acuerdo con las asociaciones de empresarios y con el gobierno, aceptando un aumento del salario mínimo, la reducción de la jornada laboral y la edad de jubilación. No todos aceptaron esos acuerdos, pues los trabajadores de Renault, una de las más importantes empresas de Francia, y otras más pequeñas, se negaron a volver al trabajo. A las cinco de la tarde, los empleados que rechazaban los acuerdos, junto con 30 mil estudiantes, marcharon de la Escuela de la Imagen de Gobelins al estadio Charléty, donde se celebraría una de las asambleas deliberativas. Francia perdía cada día 25 millones de dólares por las huelgas, sin contar con las destrucciones causadas por los amotinados tanto en París como en otras ciudades; además de la ausencia de turismo, por lo que el gobierno evaluaba usar todas sus reservas de oro. Para el 28 de mayo, los medios franceses hacían eco de una de las principales demandas de los trabajadores aún en rebeldía: “Adiós, De Gaulle”. Ese día, una gran marcha convocada por la Confederación General de Trabajadores (CGT) llegó a la Plaza de la República, después de desfilar por las calles para protestar, de nuevo, contra el presidente francés, y en la que exigían su salida y la inclusión del Partido Comunista para formar un gobierno provisional que asumiera el poder. La tensión política había subido de nivel, pero no fue suficiente para sacar a De Gaulle del poder, al menos ese año.
La primera marcha de apoyo al mandatario francés llegaría hasta el final del mayo francés. El jueves 30 de mayo, miles de simpatizantes inundaron los Campos Elíseos hasta la Plaza de la Estrella, haciendo una escala en el Arco del Triunfo. Entre funcionarios, comerciantes que habían perdido dinero por las protestas y ciudadanos hartos de el paro, harían de esa tarde el ancla para el gobierno de De Gaulle. Al mismo tiempo, en Chile se registraba una disputa entre universitarios democratacristianos y los marxistas de la Universidad de Chile. Los primeros, con el dominio absoluto de la Federación de Estudiantes, dirigida por Jorge Navarrete, ocupaban la mayoría de las escuelas universitarias. El día más violento de esta confrontación ocurrió el 26 de mayo, en la facultad de Leyes, controlada por el grupo de demócratas cristianos, que en la madrugada fue invadida por los marxistas, a quienes sacaron violentamente sus adversarios. En la revista Life, sus articulistas referían que la meta de los jóvenes, como en casi todo el mundo, era el “parricidio político” como “causa común” en las universidades. [gallery ids="866613,866612,866611,866609,866608,866607"]