Una de las mayores repercusiones que dejó la pandemia por Covid-19 es la crisis mundial de salud mental. De acuerdo con la OMS, se estima que, en América Latina, el aumento de los trastornos de ansiedad y depresión fue de 25%, mientras que, en México, se duplicó la prevalencia de depresión. Aunado a estas cifras, la brecha de atención en la región se estimaba de 81 %. La mayor brecha se presentaba en los trastornos de ansiedad donde 86 % de la población no recibía atención. Además, según datos de la Secretaría de Salud, las consultas de salud mental cayeron 62 % en 2020.
Si bien la pandemia por Covid-19 aumentó la visibilidad de la importancia de la salud mental, no se ha logrado incrementar los niveles de atención. En México, con la creación de la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (CONASAMA) se están alineando los objetivos con las sugerencias internacionales. Sin embargo, los recursos económicos aún se ubican en un mínimo de inversión, lo cual requiere ser más eficiente en el gasto.
Para atender la salud mental, la OMS recomienda una inversión mínima de 5 % del presupuesto total de salud en los países de ingresos bajos y medios, y de 10 % en los de ingresos altos. En México, el financiamiento de la salud mental está lejos de satisfacer las necesidades de atención, pues en el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF) 2024 se propone un total de 3 mil 724.5 mdp para este rubro; esto representaría un aumento, en términos reales, de 0.47% y sería equivalente a 1.3 % del presupuesto total para salud de la población sin seguridad social. Si la meta fuera igualar el nivel de inversión promedio de la región, se requeriría un total de 9 mil 998.9 mdp, lo que implicaría triplicar el presupuesto proyectado para 2024.
Además, así como en otros temas de salud, es necesario incorporar la visión demográfica. Los padecimientos de salud mental pueden ocurrir a lo largo de toda la vida; se estima que, una de cada cuatro personas presentará algún padecimiento en algún momento de su vida. Sin embargo, datos de la OMS arrojan que los que ocurren en la primera infancia son particularmente perjudiciales. Situación que llama la atención ya que en México 55 % de las niñas y niños de 1 a 14 años son expuestos a disciplina violenta (INSP).
La salud mental permite desarrollar habilidades para enfrentar el estrés de la vida diaria y contribuir a la sociedad; es más que la ausencia de trastornos mentales y cada persona presenta una experiencia diferente. Lo deseable es que las políticas del país estén encaminadas al lema del Día Mundial de la Salud Mental: No hay salud, sin salud mental.
El Centro de Investigación Económica y Presupuestaria A.C. (CIEP), elaboró una investigación sobre el tema que puedes consultar en https://ciep.mx/vhAE