El pasado 4 de febrero se conmemoró el día mundial de la lucha contra el cáncer. En México, las muertes por cáncer han aumentado 2.3 veces en los últimos 30 años, a consecuencia de la transición epidemiológica en la que las enfermedades crónico-degenerativas desplazaron a las enfermedades transmisibles como principal causa de años perdidos por enfermedad y muerte prematura (DALYs, por sus siglas en inglés).
En México, los cuatro tipos de cáncer con mayor incidencia son: cáncer de mama, cáncer de próstata, cáncer cervicouterino y cáncer colorrectal. En cuanto a las principales causas de muerte por tipo de cáncer, se agrega cáncer de pulmón a la lista. De acuerdo con cifras de la OMS, alrededor del 40% de los cánceres son prevenibles. Sin embargo, en México, 70% de los pacientes con cáncer son diagnosticados en etapas avanzadas.
Parte de esta detección tardía se atribuye a la desigualdad en el acceso al derecho a la salud, que permanece como un desafío para el sistema. Contemplar un sistema de salud universal implica reducir las desigualdades que persisten en: el acceso a la salud condicionado al estatus laboral, en el catálogo de padecimientos que se cubren en diferentes subsistemas de salud y en el gasto por persona en la población con y sin seguridad social.
En cuanto al gasto por persona, no solo se requiere una mayor inversión ya que actualmente se destina menos de la mitad de un mínimo recomendado a nivel internacional, si no también que esta inversión mejore en su redistribución entre población con y sin seguridad social. Actualmente, una persona con seguridad social cuenta con el doble de recursos disponibles para atender su padecimiento en comparación con una persona que no tiene acceso a estas instituciones.
Esta diferencia se puede observar en los recursos destinados a la atención de cáncer. Por un lado, en 2019, para la población sin seguridad social se destinó un total de 1 mil 822 mdp, 1 mil 607 mdp para la atención de cancer de mama, 125 mdp para cáncer de próstata y 90 mdp para cáncer cervicouterino, en suma, representa una reducción de 27.1% respecto a lo destinado en 2015. En cambio, para la población derechohabiente del IMSS, en 2022, se destinó ocho veces lo que destinó para la población sin seguridad social, esto es 8 mil 089 mdp para la atención de cáncer de mama (4 mil 399 mdp), cáncer de próstata (2 mil 287 mdp) y cáncer cervicouterino (1 mil 403 mdp), lo cual representa un incremento de 81% respecto a lo que se destinó en 2019.
La desigualdad en el acceso al derecho a la salud permanece como un desafío para el sistema de salud en México. Contemplar un sistema de salud universal implica, además de las medidas de austeridad y eficiencia, abordar la dimensión de financiamiento. Con la creación del OPD IMSS-Bienestar, la atención de las enfermedades de alta especialidad no ha definido una estrategia de financiamiento para estos padecimientos.
Como resultado del cambio demográfico y el envejecimiento, la OMS estima que, para 2040, el número de casos de cáncer en la región se incremente 66%. Indica también, que la mayoría de los países no financian adecuadamente la atención de cáncer. México requiere incrementar la inversión no solo para el tratamiento de cáncer sino también para intervenciones de prevención que contribuyan a una detección en etapas tempranas.
Referencias:
CIEP. (2018). Sistema Universal de Salud: retos de cobertura y financiamiento. Disponible en https://ciep.mx/hvmq
IMSS. (2021). Informe al Ejecutivo Federal y al Congreso de la Unión sobre la situación financiera y los riesgos del Instituto Mexicano del Seguro Social 2022-2023. http://www.imss.gob.mx/conoce-al-imss/informe-2022-2023
Ferlay J, Ervik M, Lam F, Laversanne M, Colombet M, Mery L, Piñeros M, Znaor A, Soerjomataram I, Bray F (2024). Global Cancer Observatory: Cancer Today. Lyon, France: International Agency for Research on Cancer. Disponible en: https://gco.iarc.who.int/today
