Aunque pudieron resistir y adaptarse, el ambiente de la Ciudad de México es “hostil” para las palmas o palmeras, condición que las debilita y las vuelve más propensas a enfermar, según explicó la bióloga de la UNAM, Ivonne Guadalupe Olalde Omaña.
La especialista del Instituto de Biología de la UNAM, recordó que especies como la Phoenix Canariensis, como la palma recientemente removida de Paseo de la Reforma, son originarias de Islas Canarias, España, y pertenecen a zonas costeras.
Olalde Omaña indicó que las palmeras también pueden ser atacadas por hongos y bacterias, además del escarabajo “Picudo Rojo”, que afectan la parte del crecimiento ubicada en el centro y la punta, que es de donde emergen las hojas y que, al dañarse provoca la muere toda la palma
“Es difícil determinar cuándo empieza su enfermedad, porque como son plantas altas es complicado mirar a esa altura si llega algún patógeno. A veces nos percatamos hasta que las hojas se secan y empiezan a doblarse, cuando esto ocurre, es indicativo que el daño está avanzado”.
Respecto a la palmera retirada el pasado 24 de abril, Omaña precisó que las condiciones en las que habitaba no eran las mejores para su cuidado: “estaba rodeada de pavimento, en un espacio pequeño, además de que en la capital tenemos un periodo de lluvias abundante y luego uno de sequía. No eran las mejores condiciones”, acotó. EJ
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