@lorena_becerra La carrera hacia el 2018 ha comenzado oficialmente. El parteaguas fue marcado por las sorpresivas victorias de los candidatos independientes, la fortaleza exhibida por Morena y Movimiento Ciudadano, y el claro debilitamiento de los tres partidos grandes. El actual panorama político de fragmentación partidista y la entrada de nuevos actores permite a muchos aspirantes a ocupar la silla presidencial a creer que tienen posibilidades que antes de los comicios del 7 de junio no hubieran imaginado.
El silbatazo lo dio la ex primera dama, Margarita Zavala, cuando decidió bajarse de la contienda interna a la dirigencia de su partido a sabiendas de que sufriría una derrota apabullante. Anunciar sus deseos de llegar a Los Pinos era mucho más digno que aceptar que simplemente no contaba con las condiciones para competir en el albiazul. Esto, a su vez, hizo que otros postores del PAN se vieran en la necesidad de pronunciarse abiertamente al respecto, como es el caso de Rafael Moreno Valle quien ahora cuenta con el respaldo de todos los principales calderonistas, salvo uno.
Esto no ha dejado de lado a otras figuras, como el mismo Gustavo Madero, que se precia de haber revigorizado a su partido a pesar de haber sufrido derrota tras derrota durante su gestión. Tampoco podemos obviar que candidatos fuertes como Pancho Aguirre o Ricardo Anaya en un momento dado quieran arrojar el guante. El gobernador de Puebla parecía una de las cartas seguras de Acción Nacional pero su récord de gobierno no ha sido del todo estelar; en la pasada elección sufrió un descalabro mayúsculo en su estado – perdió 9 de 16 distritos, fue barrido en la capital y el PRI derrotó al PAN en voto directo a nivel estatal. Aunado a esto, la elección de 2016 es una aduana muy importante que Moreno Valle debe enfrentar.
Hacia adentro del PRD también emerge la figura del Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, quien ha recibido toda clase de cortesías por parte de este partido que parece estarse desfondando a gran velocidad. El partido del sol azteca tiene la tradición de postular a los gobernantes del Distrito Federal como candidatos presidenciales, por lo que el caso de Mancera no sería una excepción salvo que no es militante. Por el contrario, Mancera siempre ha dejado abierta la puerta para competir por otra opción o incluso ahora como independiente, que pronto será la nueva moda.
A pesar de que el PRI no ha querido participar de la agenda que marcó el anuncio de Margarita Zavala, la inminente renovación de su dirigencia pone de relieve a algunos personajes. La victoria que logró Manlio Fabio Beltrones en Sonora contra todas las expectativas lo convierte en una de las figuras más fuertes para alcanzar la dirigencia del tricolor. Esto lo posiciona como un presidenciable independientemente de si el presidente Peña Nieto quiere hacer el intento por colocar a un sucesor propio. Cabe notar que el PRI jamás en su historia ha postulado como candidato presidencial al su presidente de partido salvo por el caso de Roberto Madrazo.
En este sentido, se mencionan a los actuales secretarios de Hacienda y Gobernación, así como al gobernador de Chiapas (militante del PVEM), todos cercanos al Presidente. No obstante, no hay que perder de vista Enrique Peña Nieto no cuenta con el control de su partido gracias al mal desempeño de su gobierno y a los errores burdos de corrupción, comunicación y manejo de crisis que ha cometido. Esta tendencia seguramente se verá más pronunciada en los próximos años.
Por otro lado, el proceso electoral que acaba de concluir fungió como un verdadero filtro de cara al 2018. Gobernadores salientes como Rodrigo Median de Nuevo León, José Calzada de Querétaro o Guillermo Padrés de Sonora, han quedado claramente descartados. También gobernadores en turno como Aristóteles Sandoval en Jalisco se encuentran fuertemente minados como para manifestar aspiraciones presidenciales. Por el contrario, personajes victoriosos como López Obrador, Enrique Alfaro o El Bronco, ahora se vislumbran como figuras sólidas que, de registrar un buen gobierno, pueden sorprendernos de nuevo más adelante.
Esta serie de eventos han generado diversas especulaciones a la vieja usanza de quiénes van a ser los hombres (o mujeres) fuertes que efectivamente llegarán a la boleta en tres años. Más aun si resaltamos que las condiciones de competencia han cambiado y posiblemente seguirán transformándose de manera drástica. Existen tres factores a tomar en cuenta para hacer nuestras apuestas presidenciales.
En primer lugar, es necesario tener en mente el crecimiento de los partidos antes considerados pequeños (ahora más medianos) a costa de los tres partidos grandes. De 2006 a la fecha la aglutinación de voto de los partidos pequeños pasó de 14% a 29% tomando en cuenta a Morena y excluyendo al Partido Verde. El voto del PAN cayó en 12 puntos porcentuales; el del PRD en 11 puntos porcentuales y ahora tiene un rival directo en Morena. El PRI tuvo su pico en 2009 con 39% del voto y ahora alcanzó una votación de 31% - 8 puntos menos.
En segundo lugar, en 2016 tendremos la renovación de 12 gubernaturas – todas del PRI salvo Puebla, en donde gobierna el PAN, y Sinaloa y Oaxaca que pueden ser consideradas coaliciones híbridas. Este escenario puede llevar a una multiplicación de candidaturas independientes y a una mayor evidencia de fragmentación partidista a nivel local. Sin duda ese año será clave para el PRI, no sólo por el número de estados que se juega sino también si su nuevo dirigente considera postularse como precandidato presidencial. También lo será para el PAN por la figura de Moreno Valle y lo que implica para su viabilidad futura.
Finalmente, la forma en que los tres partidos lleven a cabo la renovación de sus dirigencias marcará mucho la fortaleza con que cuenten de cara a los próximos comicios presidenciales. Las candidaturas independientes obligarán a los partidos, no sólo a postular a sus mejores candidatos, sino también a buscar disciplina y unidad al interior. Si los nuevos líderes nacionales no son electos bajo un buen acuerdo y se logra sumar a las distintas fuerzas hacia adentro de los partidos, los incentivos de escindirse sin costo ahora son muy altos. En este sentido también debemos mantenernos alertas hacia qué partidos están siendo los más perjudicados por la presencia de los independientes y el crecimiento de los antes pequeños. Por ahora parece que el PAN y el PRD son fuertemente debilitados por los nuevos actores pero el PRI sin duda es el que más pérdidas registra. Esto puede exacerbarse aún más a partir del próximo año lo que también marcará la ruta hacia 2018.