La batalla demócrata para recuperar el Legislativo
2018 será el primer gran referéndum para Donald Trump y el tablero político no es sencillo ante la polarización social

2018 será el primer gran referéndum para Donald Trump y el tablero político no es sencillo ante la polarización de la sociedad. Esa elección se ganará o perderá en distritos “columpio”, particularmente en suburbios de áreas metropolitanas como Los Ángeles, Filadelfia y Washington
El impeachment de Donald Trump depende en gran medida de la habilidad que tengan los demócratas para empujar el asunto en la Cámara Baja y Senado estadounidenses. El comportamiento de los republicanos en el Congreso ha dejado claro que no piensan procesar al presidente por la intervención rusa en las elecciones presidenciales del 2016, durante su campaña electoral ni por las falsedades dichas en el proceso de investigación.
Robert Mueller está respirando sobre Trump y su equipo de campaña que le dio el triunfo en noviembre de 2016, pero más allá de las capacidades jurídico legales con las que cuenta el comisionado especial en la investigación para la injerencia rusa en las elecciones presidenciales, la verdadera responsabilidad sobre la destitución de Donald Trump recae sobre el poder Legislativo, mismo que se encuentra en manos de los republicanos que con una relación de amor odio en un matrimonio arreglado se niegan a asumir su responsabilidad y a retar al presidente, que aunque no es republicano, sí gano con la estructura política del partido.
Para nadie es un secreto que Donald Trump ya está de nuevo en campaña electoral. Sus constantes actos masivos en diferentes estados lo sacan del contexto presidencial y lo colocan en su mejor ambiente: la campaña sin guion, sin prompter, improvisando en sus temas preferidos: México, el muro, etcétera, para los miles que lo van a ver. Los republicanos vienen de ganar no sólo la Presidencia, sino las cuatro primeras elecciones especiales de principios de año que denotaban en aquel tiempo, además de su buen momento electoral, el desastre demócrata que más allá de Obama, y un par de opciones como Cory Booker y otros, no tiene dirección, luego de la desastrosa campaña de Hillary Clinton y la irrupción de Bernie Sanders.
El momento electoral cambió y a últimas fechas los demócratas, por diferentes razones, han tenido victorias electorales que hacen cuestionar la posición en la que entran los republicanos a las elecciones intermedias de 2018; en las que, las posibilidades de que Trump pierda ambas cámaras son altas, como ha ocurrido con los últimos presidentes en el mismo periodo.
Con las victorias demócratas a gobernador en Nueva Jersey y Virginia, a principios de este mes, el partido asume una mejor posición, aunque Nueva Jersey está entre los estados más azules.
La última vez que Nueva Jersey votó por un candidato presidencial republicano fue hace casi 30 años, cuando se unió a la mayoría de Estados Unidos para votar por George H. W. Bush sobre Michael Dukakis. Aunque el actual gobernador, Chris Christie, es republicano, posee la peor calificación de aprobación en Estados Unidos, un triste 23 por ciento. En ese sentido, Nueva Jersey votando por un candidato demócrata no es una sorpresa tan grande. Por otra parte, la última vez que Virginia votó por un republicano para presidente fue en 2004, al apoyar la reelección de George W. Bush. La historia reciente indica que los demócratas obtendrán escaños en el Congreso, las legislaturas estatales y la gubernatura. Mantener el control legislativo para el presidente en turno no ha sido fácil para ninguno de los últimos inquilinos de la Casa Blanca en elecciones intermedias.
En la cúspide de Bush en 2000, los demócratas tenían tres mil 819 escaños legislativos frente a tres mil 531 escaños de los republicanos. Los republicanos tenían 30 gubernaturas en comparación con 20 de los demócratas. A medida que las guerras de Afganistán e Irak se alargaban y producían un aumento en el número de bajas, Estados Unidos se cansó de Bush y los republicanos perdieron terreno significativo en las elecciones de 2006. Por otra parte, con la victoria presidencial de Barack Obama en 2008, los demócratas obtuvieron la ventaja en todas las sedes: tenían cuatro mil 082 asientos legislativos estatales contra tres mil 223 republicanos. En Washington, los demócratas controlaban el Senado de Estados Unidos con 58 miembros en comparación con 41 republicanos. En la Cámara los demócratas manejaban las palancas del poder con una mayoría de 255 a 178. En el transcurso de su presidencia, una ola republicana comenzó a construir, aun y cuando el país se recuperaba económicamente. Los republicanos lograron grandes avances en 2010, 2012 y 2014.
Trump no sólo ganó la presidencia. Los republicanos tomaron el control con cuatro mil 162 escaños legislativos estatales frente a sólo tres mil 114 escaños para los demócratas. Los republicanos tienen 33 gubernaturas; los demócratas, 16. Los republicanos tomaron el control total con una mayoría de 52-46 en el Senado, y una mayoría de 241 a 194 en la Cámara Baja. Frente al presidente más impopular de la historia, los demócratas se sienten empoderados para tomar el control de la política.
El partido de Obama busca la oportunidad de encontrar una estrategia que le permita repetir la ola de 2006, similar a la reciente ola republicana que llevó a Trump al poder. En estos momentos carecen de figuras, argumentos y estrategia que puedan asegurar una contundente victoria sobre los republicanos, pero están a tiempo de encontrarlo ante la polarizarte presidencia de Trump que ha demostrado incompetencia. Si la experiencia de Bush con Irak y la economía puede enseñar algo, el presidente y su partido deben comenzar por prepararse para una batalla electoral cuesta arriba como pocas veces.
DATO: rumbo a 2018. El presidente Trump está de nuevo en campaña electoral. Sus constantes actos masivos lo colocan en su mejor ambiente.
Si bien la impopularidad de Trump ayudará al partido con un hándicap electoral, el tablero político tampoco es sencillo. En muchos sentidos, 2018 será el primer gran referéndum de Donald Trump. Ese referéndum se ganará o perderá en distritos “columpio”, los cuales se han hecho más difíciles de encontrar ante la polarización de la sociedad norteamericana. El número de asientos “columpios” en el legislativo se ha reducido a más de la mitad en los últimos 20 años, de 164 a 72. Los asientos más vulnerables en la actualidad en la cámara pertenecen a 23 republicanos en los distritos que Hillary Clinton llevaba, en gran medida agrupados en los suburbios de las principales áreas metropolitanas como Los Ángeles, Filadelfia y Washington. Estos distritos tienden a ser dominantes y son un lugar difícil para ganar la mano.
A medida en que los demócratas puedan recuperar esos asientos en específico, podrán pensar en el avance de un impeachment o la amenaza de uno para que Donald Trump, de alguna forma, vea su presidencia interrumpida ante la injerencia rusa en su campaña electoral. Trump sabe lo que se juega, y más que apostar su futuro político en una propuesta política, lo hace para quedarse en el poder durante los próximos ocho años con conocimiento de lo que implicaría una presión demócrata con una clara mayoría.