La alternancia no fue un edén

6 de Febrero de 2025

La alternancia no fue un edén

De la mano del PRD, en 2012, Arturo Núñez terminó con la hegemonía tricolor de manera aplastante; seis años después, los malos resultados en economía y seguridad tienen al sol azteca en un triste tercer lugar

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En un solo sexenio, Tabasco transitó del predominio priista, a la alternancia política y de ahí a la pluralidad partidista, hasta caer en un estado de desilusión hacia los partidos políticos.

En 2012, los tabasqueños tuvieron dos motivos para celebrar. El primero, que había terminado el gobierno del priista Andrés Granier Melo —actualmente preso por peculado—, cuyos malos manejos financieros provocaron la peor crisis hospitalaria de la entidad, dejó a miles de pensionados y burócratas con pensiones y sueldos sin pagar, y a cientos de proveedores con cuentas sin saldar.

>El segundo motivo: por primera vez el estado conocía la alternancia política. De la mano del expriista Arturo Núñez, el PRD terminó con siete décadas de hegemonía priista.

Núñez arrasó en los comicios y además se llevó carro completo. Obtuvo más de 50% de los votos, su partido ganó en 10 de los 17 municipios (entre ellos Villahermosa, la capital) y 19 de las 35 curules que integran el Congreso local. Su amistad con el entonces candidato presidencial del PRD, Andrés Manuel López Obrador, así como el activismo de éste en la campaña local, fue un factor adicional para la aplanadora amarilla.

Pero el encanto terminó muy pronto. Además del quebranto financiero que provocó su antecesor, Núñez no pudo entregar buenas cuentas en materia de empleo y seguridad. Antes de asumir el cargo, la tasa de desempleo en la entidad era de 6% de la población económicamente activa, cifra que se elevó a 6.9%, de acuerdo con cifras del Inegi sobre el primer trimestre de 2018.

Y lo mismo ocurrió con la actividad económica. Cuando Núñez Jiménez llegó al poder, Tabasco aportaba 4.8% al PIB nacional; sin embargo, para finales de 2017 esa aportación se contrajo a 2.3 por ciento.

Esa falta de resultados en materia económica se reflejó en las elecciones de 2015, cuando los tabasqueños eligieron presidentes municipales y diputados locales. De contar con mayoría absoluta en el Congreso estatal, el PRD sólo logró retener 13 diputaciones (37% de las curules), el PRI obtuvo ocho, el Partido Verde cinco, Morena cuatro y el PAN tres. Es decir, en tres años, la ola amarilla se había desvanecido y llegó la pluralidad.

El comportamiento de los electores se explica, en parte, por el mal desempeño en el combate a la criminalidad. Con el gobierno de Núñez, los homicidios pasaron de 9.9 casos mensuales en el año previo a su toma de posesión, a 31.4 en 2017; los robos crecieron de mil 333 denuncias mensuales en 2012 a dos mil 164 el año pasado, y las extorsiones subieron de 12.7 casos mensuales en 2012 a 22.2 en 2017.

Actualmente, a cinco semanas de los comicios, el candidato de Morena, Adán Augusto López, lleva la delantera en las encuestas con 35% de intención de voto; en segundo lugar está la priista Georgina Trujillo, con 19%, y al final aparece el perredista Gerardo Guadiana, con 17 por ciento.