Kundera lo advirtió, pero ganó el olvido

20 de Diciembre de 2024

Kundera lo advirtió, pero ganó el olvido

Internet se ha convertido en una herramienta de olvido, no de remembranza, y la amnesia más grande se encuentra en los horrores del comunismo

El 1 de abril de 2019, Milan Kundera cumplió 90 años y su tema central, el poder del olvido o la amnesia de la historia, no podría ser más relevante. Este gran tema de Kundera nació de su experiencia tras la anexión de su tierra natal, Checoslovaquia, a manos de los soviéticos en 1948, y el proceso deliberado de borrar la historia que impuso el régimen comunista a los checos.

Como dijo Kundera:

“El primer paso para liquidar a un pueblo es borrar su memoria. Destruir sus libros, su cultura, su historia. Luego hacer que alguien escriba nuevos libros, manufacture una nueva cultura, invente una nueva historia. Pronto la nación empezará a olvidar lo que es y lo que fue. El mundo a su alrededor lo olvidará todavía más deprisa”.

Leí por primera vez El libro de la risa y el olvido (1979) en 1987, cuando yo era miembro del Partido Comunista Británico. El libro sacudió mis creencias y los textos de Kundera se convirtieron en parte de un proceso de hablar con la verdad que derrumbó en pedazos a la URSS en 1989.

En los años 90 pensábamos que vivíamos en una era postmortem en la que todas las tumbas ocultas del siglo XX quedarían expuestas, analizaríamos las atrocidades y aprenderíamos las lecciones… a menos de que hubiera olvido. Pensábamos que habíamos entrado a un tiempo en el que el sueño del Silicon Valley de digitalizar todo el conocimiento de la historia, desde la palabra impresa o hablada, nos haría llegar hasta una biblioteca infinita gratuita, la casa de cristal de la verdad y la aldea global del flujo gratuito de la información. El futuro sería un tiempo de memorias interminables y de gran aprendizaje.

Estábamos muy equivocados. La metáfora de la casa de cristal se convirtió en un cubo de espejos. La aldea global se colapsó y se convirtió en armas de guerra de información tribal y la biblioteca infinita es ahora zona de guerra de teorías de la conspiración. Internet se ha convertido en herramienta de olvido, no de remembranza, y la amnesia más grande se encuentra en la zona que Milan Kundera pasó toda su vida tratando de conservar: la de los horrores del comunismo.

Clásico. El libro fue publicado en Francia, en 1979. Foto: AFP

El tema aparece desde la primera página del Libro de la risa y el olvido, en el que Kundera describe un momento en 1948 en Praga, en medio de una nevada, cuando el líder comunista Klement Gottwald, con la cabeza descubierta mientras da un discurso en la Plaza San Wenceslao, recibe un sombrero de manos de su camarada Clemetis.

“Cuatro años después, a Clemetis lo acusaron de traición y lo colgaron. El departamento de propaganda lo borró inmediatamente de toda la historia y, por supuesto, de todas las fotografías. Desde entonces, Gottwald está solo en el balcón. En el sitio en el que estaba Clemetis queda sólo una pared vacía. Lo único que quedó de Clemetis fue el gorro en la cabeza de Gottwald”.

Tras la caída de la URSS, salieron a la luz muchas historias para contar la verdad sobre lo acontecido durante los ya inexistentes regímenes comunistas de Rusia, Checoslovaquia, Alemania del Este, Bulgaria, Hungría, Albania, Rumania y Polonia. La deuda y la corrupción, los abusos a los derechos humanos en las prisiones políticas y los orfanatos, las fosas comunes, los experimentos ilegales en personas, los sistemas secretos de vigilancia, los asesinatos, la hambruna y la evidencia abrumadora del fracaso en cada país con “una economía planeada”.

También estaban las estructuras de desinformación del gobierno, la erradicación de la libertad de expresión y la forma en que reescribieron la historia, borrando a los opositores mediante el asesinato y limpiando cualquier traza de su existencia de los libros de historia.

La nueva novela de Ewan Morrison, NINA X, se publicará en Fleet en abril de 2019. NINA X trata sobre una mujer que escapa del culto en que que nació y fue criada y ahora tiene que sobrevivir en nuestro mundo. Síguelo en Twitter @MrEwanMorrison.

En los años 90, los datos ocultos del genocidio por hambruna de Stalin en Ucrania (1923-33) salieron a la luz. Más adelante, la magnitud de los genocidios del presidente Mao sorprendieron al mundo. Incluso se dieron a conocer los métodos que los regímenes comunistas utilizaban para provocar la amnesia histórica.

Durante un breve periodo, existía el consenso de que el experimento comunista había fracasado. Nunca más, decían los posmodernos y los historiadores. Nunca más, decían los economistas y los partidos políticos. Nunca más, decían los habitantes de los antiguos países comunistas. Nunca más.

Crítico del comunismo. Al término de la Segunda Guerra Mundial, Kundera se afilió al Partido Comunista, pero sería expulsado del mismo en 1950, junto a su amigo Jan Trefulka, por presuntas actividades contra el partido. Foto: AFP

Vayamos 20 años adelante y el nunca más se ha olvidado. El Wall Street Journal preguntó en 2016: “¿Es cool el comunismo? Pregúntalo a un millennial”. El año pasado, MIT Press publicó “Communism for Kids” y Teen Vogue publicó una apología muy animosa del comunismo. Tablet anunció con algo de preocupación el “Regreso del chico comunista cool”. En Twitter, existe una nueva tendencia entre la gente de adoptar nombres con la palabra comunista: “Gothicommunist”, “Transcommunist”, “Commie-Bitch”, “Eco-Communist”. La bandera del martillo y la hoz vuelven a aparecer en los campus, en protestas y en las redes sociales.

¿Cómo es qué olvidamos?

Una encuesta realizada en 2015 en el Reino Unido por The New Culture Forum indicaba que 70% de los británicos menores de 24 años nunca había oído hablar del líder comunista chino Mao Tse-Tung, mientras que 10% de 30% que había oído hablar de él no lo asociaba con crímenes en contra de la humanidad. El régimen comunista del presidente Mao es responsable de la muerte de entre 30 y 70 millones de chinos, lo cual lo convierte en el genocida más grande del siglo XX, por encima de Stalin y Hitler.

Una de las razones por las que los genocidios de Mao no son tan conocidos es porque son muy complejos y comprenden dos periodos durante un total de siete años. La información en internet tiende a quedar reducida a narrativas de lectura rápida y sencilla. Si hay hechos en disputa, estamos propensos a soslayar y olvidar todo el asunto. Es la ambigüedad en torno a la responsabilidad del Partido Comunista de Mao por la muerte de 30, 50, o 70 millones de personas lo que lleva a los usuarios de internet a abandonar el asunto.

Una de las razones por las que los genocidios de Mao no son tan conocidos es porque son muy complejos y comprenden dos periodos durante siete años.

La forma racional de enfrentarse a cifras contradictorias sería la de buscar polos opuestos. Es decir, como mínimo, incluso según fuentes procomunistas, Mao es el responsable de 30 millones de muertes, y en el otro extremo, según las fuentes más anticomunistas, el número llegaría a 70 millones. Así es que sería razonable concluir que la verdad queda en algún lugar a la mitad y que incluso si consideramos la cifra más baja, las muertes son más que las provocadas por Stalin y Hitler.

Sin embargo, este proceso de razonamiento no se da. Nuestra reacción cuando vemos un dato que se cuestiona es similar a la respuesta que tenemos cuando nos topamos con una página de Wikipedia con la advertencia: “La neutralidad de este artículo está en disputa”. La fatiga y la falta de confianza tampoco ayudan. Así es que, sin que sea necesaria la apología de los seguidores de Mao, el número de muertos no es que sea cero, sino que es de cero importancia.

Confusión. La inexactitud sobre los millones de chinos que murieron con Mao hace que el genocidio pase inadvertido, advirtió Kundera. Foto: AFP

La apatía al conflicto inducida puede manipularse con fines políticos. Vemos esto en la forma en la que los neocomunistas ponen su tinglado ideológico. No cuestionan la información sobre el número de muertes en el siglo XX con las que su ideología está relacionada. Lo que hacen es decir que existen datos en conflicto y que cualquiera que diga que hay datos definitivos tiene intereses para decir eso, por lo tanto, no se trata de datos confiables. Y así es la forma en la que logran maquillar de 30 a 70 millones de muertes en la historia.

Parte de lo que dificulta encontrar información sobre el genocidio es que los regímenes comunistas borraban sus registros. Por ejemplo, el genocidio conocido más grande de la historia de la humanidad: la Gran Hambruna China (1958-62). A la fecha, no hay un reconocimiento oficial de que este genocidio lo perpetró el gobierno comunista de China. Durante 40 años se escondió y se negó este episodio histórico. Existen 100 monumentos de la Hambruna Irlandesa, pero hasta la fecha, el único monumento para conmemorar la Gran Hambruna China está hecha con ladrillos y tejas y se encuentra en la propiedad de un granjero chino.

Hasta que no se llegue a un acuerdo sobre la cifra definitiva de las muertes en la China comunista, hasta que no se añada a los libros de historia, existirán datos contradictorios que se usarán para encubrir la magnitud de los crímenes de Mao. Vemos que esto también sucede con el genocidio ucraniano conocido como Holodomor (1932-33). Diferentes grupos políticos hablan de entre tres y 10 millones de muertes, lo cual permite que otros grupos nieguen en línea que esto hubiera ocurrido.

Si en estos días lo que quieres es que la información desaparezca sólo presenta otras cuatro opciones de datos que difieran en gran medida y empieza una guerra de información. Esta es la amnesia histórica que provoca el exceso de información.

Cuando se pierden no sólo los datos sino el registro de quién hizo lo que hizo y quién dijo lo que dijo en la historia bajo el ruido de proclamaciones contradictorias, entonces estamos en problemas. Esto lo podemos ver incluso en las acusaciones que se han hecho durante los últimos 10 años en contra de Milan Kundera de que era un informante comunista, que era un doble agente, de que la totalidad de su canon literario es el resultado de una conciencia culpable por haber traicionado a sus compañeros checos frente a los comunistas.

›La confusión y la abundancia de historias en torno a Kundera nos lleva a abandonar completamente al autor, debido a una apatía inducida por el conflicto. Su reputación ya fue dañada. Nunca sabremos si lo que él dice en su defensa es cierto, según plantea el argumento de la apatía, así es que no debemos confiar en nada de lo que haya dicho o escrito, ni en sus acusaciones en contra del comunismo, ni sus teorías sobre la amnesia histórica como herramienta de propaganda comunista. Lo mejor sería que se olvidara todo.

Para librarte ahora de un enemigo, no tienes que probar nada en su contra. En lugar de eso, utiliza internet para generar acusaciones conflictivas e información contradictoria. Utiliza la confusión para aumentar el odio y el miedo hasta que el enemigo sea proscrito de la red, que su historia se escriba de nuevo o que se borre de las mentes de millones mediante la apatía inducida por el conflicto.

Si la lucha de un hombre es la lucha de la memoria en contra del olvido, como dijo Kundera, entonces tenemos en la cacofonía de internet una poderosa máquina de olvido. Una que construye una nueva sociedad sobre las superficiales arenas movedizas de la amnesia histórica.

Este texto se publicó originalmente en inglés en Quillette.com y GracielaGonzález lo tradujo al español.