Junto a Trump, Bush es Eisenhower
Con las mentiras y desfiguros de Donald Trump, la honorabilidad de la figura presidencial estadunidense se ve en entredicho, lo que ha sido el detonante para que, de forma indirecta, Obama, Bush y Clinton usen sus apariciones públicas para hablar sobre el “deber ser” del ciudadano norteamericano
Existe una regla no escrita en la política norteamericana respecto a la posición de los expresidentes con los presidentes en turno, luego de la transición de uno a otro. Ni aunque sean del mismo partido, los presidentes opinan en la vida pública o en los medios de comunicación sobre la administración en turno. El peso de la presidencia es suficiente como para que sólo algunos selectos puedan entender la dimensión de las decisiones que ésta conlleva. Donald Trump ha tenido una presidencia poco convencional, y como tal, a los nueve meses de presidencia ha cambiado también la forma en la que los expresidentes se conducen respecto a esa regla no escrita. Aunque Barack Obama había advertido sobre su silencio ante lo que pudiera sentir una amenaza a los valores fundamentales de los Estados Unidos, lo ocurrido a últimas fechas con George W. Bush, Bill Clinton, Jimmy Carter y el mismo Barack Obama, denota que algunos de ellos sienten que Trump representa una amenaza a la figura presidencial, mientras que algunos otros como W. Bush aprovechan el momento para una gira de reivindicación de una presidencia que todavía mantiene estragos de las guerras, crisis y fallas que lo califican como uno de los peores presidentes de la historia. La honorabilidad de la figura presidencial estadunidense se ve puesta en entredicho con las mentiras y desfiguros que Trump comete día con día. Sin embargo, a últimas fechas, el ataque a la verdad y a las labores de la presidencia, como los pésames a las familias de militares en servicio que pierden la vida por su país, como es el caso de los cuatro militares norteamericanos que recientemente murieron en Níger en una misión secreta, o la afronta con el desahuciado senador republicano por Arizona, John McCain, o la posición aislacionista y nacionalista que Trump ha adoptado en la más radical interpretación de los valores fundacionales estadounidenses, han sido detonantes para que de forma indirecta, aunque la Casa Blanca no se haya sentido aludida, según lo dicho por la vocera Sarah Huckabee Sanders, provoquen que Obama, Bush y Clinton hayan aprovechado las plataformas de apariciones públicas para hablar sobre el “deber ser” del norteamericano que tiene mal entendidos los valores en los Estados Unidos de Donald Trump.
›Jeff Flake, el senador republicano que hace mancuerna en la cámara alta con John McCain, ha anunciado que no buscará la reelección por un término más en el Senado, así que ante el mal pronóstico médico de McCain, el estado de Arizona pronto tendrá una nueva dupla en la cámara. Flake hizo ruido en la prensa nacional de Estados Unidos por su discurso en el que anunció su decisión.
De los pocos críticos republicanos del presidente Trump, Flake alegó que no puede en buena conciencia seguir en la política de su partido ante las acciones de Trump como miembro de éste y presidente de Estados Unidos. Un discurso que pasará a la historia como uno de los primeros que anteponen los valores a un matrimonio forzado que ahora existe entre republicanos y Trump, y del que pocos se han atrevido a romper públicamente por miedo a las afrentas e insultos mediáticos que el presidente lanza sistemática como defensa a cualquier crítica, justificada o no. John McCain, el maverick de la política norteamericana fue el primero en cuestionar a Trump y a su partido por la relación que lo llevó a la presidencia, en lo que ha resultado ser un negocio de alto costo para la reputación y futuro de los republicanos secuestrados por el ala más conservadora y radical, el Tea Party y los libertarios. A ese discurso confrontativo se han unido las voces de Obama y Bush que, en foros sobre libertad y democracia, han hablado sobre los valores fundamentales que hacen de un verdadero norteamericano un ciudadano del mundo, aunque los intereses de Estados Unidos en el mundo siempre vayan delante de cualquier amistad o favor. Este fin de semana un foro reunió a todos los expresidentes vivos: Jimmy Carter, Bush padre, en silla de ruedas, y su hijo; además de Bill Clinton y Barack Obama. En él Bush hijo aprovechó la amistad que ha cultivado con Obama y la que tiene con Clinton para mostrar su mejor rostro, que ha sido reposicionado en medio de la terrible presidencia de Trump. Frente al actual presidente, George W. Bush parecería Eisenhower, con todo y el ataque a las Torres Gemelas, las guerras en Iraq y Afganistán, la crisis financiera del 2008 y otros errores de los que apenas van saliendo los estadounidenses, pero ahora que Trump está en el poder, se ve como una infinita mejor opción, a pesar de los pesares. Ahora resulta que las palabras de las que alguna vez se burlaron en las que declaraba una “misión cumplida”, ahora suenan como bálsamo en cuanto a la defensa de una figura presidencial digna. En el foro sobre libertad, Bush dijo que “las personas de todas las razas, religiones y etnias pueden ser completa e igualmente estadunidenses; la intolerancia o la supremacía blanca es una blasfemia contra el credo estadounidense, nuestra identidad como nación —a diferencia de otras naciones— no está determinada por la geografía o la etnia, ni por la tierra o la sangre. Ser estadunidenses implica la aceptación de altos ideales y responsabilidad cívica”. Obama, por su parte, también ha aprovechado los últimos foros públicos para recordar lo que un verdadero líder hace y, sin nombrar directamente a Trump, al igual que Bush, ha dicho en sus discursos que “algunas de las políticas que vemos ahora pensábamos que las habíamos dejado atrás. Quiero decir, esta gente parece de hace 50 años. Estamos en el siglo XXI, no en el siglo XIX”, señaló. Apuntó contra los candidatos que “dividen” a la gente para ganar elecciones. “Si tienes que ganar una campaña dividiendo a la gente, después no serás capaz de gobernarlos. No vas a ser capaz de unirlos”, advirtió. Más allá de los discursos, mientras la oposición a Trump crece, el balance mundial cambia día con día y Trump reposiciona a Estados Unidos en un contexto completamente diferente, en el que China ha advertido con tomar el liderazgo mundial para el 2030 sin líder claro desde que Trump está al frente. Obama, Clinton y Bush pueden romper todos los códigos no escritos y hablar lo que sea; McCain lo puede confrontar en todos los micrófonos que se le acerquen y Flake puede dar todos los discursos inspiradores del momento. Mientras los perdidos liderazgos como Mitch McConnell, Paul Ryan, RNC y los principales donadores no dejen de lado su interés por el matrimonio político con Trump y reconozcan el lugar tan peligroso al que Estados Unidos se está acercando antes de que eso sea irreversible.