Juegos Indígenas, un Fashion Week

27 de Diciembre de 2024

Juegos Indígenas, un Fashion Week

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EJECENTRAL

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La ciudad anfitriona de Palmas se ha ganado título de capital mundial de la moda

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No hay pasarela en el mundo que pueda competir con los finos atuendos tradicionales que se han visto durante esta semana en los Juegos Mundiales de los Pueblos Indígenas, en Brasil.

Abarrotada de plumas tropicales, envuelta en incontables cuentas y coronada por tocados que parecen merecer sus propios códigos postales, la ciudad anfitriona de Palmas se ha ganado el título de capital mundial de la moda, al menos durante los nueve días de este evento.

Son tantas las pintas audaces que a los visitantes les resulta difícil saber hacia dónde mirar. Las miradas saltan de un grupo de mujeres bolivianas con sombreros hongo, a unas bailarinas de Canadá en suaves vestidos de gamuza de los que guindan ornamentos metálicos y un grupo de indios Kamayura de Amazonas cuyos tocados parecen enormes telarañas hechas de plumas.

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La “cabeza cucaracha” que orgullosamente luce el delegado canadiense Lamarr Oksasikewiyin es otra proeza arquitectónica: un enorme mohicano hecho de una cola de venado, las plumas de un águila adolescente y pelo de puercoespín extraído éticamente — arrancado, aseguró, de un animal vivo que vaga tras el proceso, dignamente magullado pero con el cuerpo intacto.

“Normalmente se para muy rígido”, dijo Oksasikewiyin, un profesor de escuela de 46 años del pueblo Nehiyaw de Saskatchewan. “Pero aquí es tan húmedo, de verdad que está bastante caído”.

Y no son sólo los participantes indígenas los que disfrutaban de la acción sartorial. Los espectadores no indígenas, la mayoría residentes de la tranquila ciudad de Palmas, se pararon en fila para hacerse tatuajes temporales, incluidos diseños de pies a cabeza que usan muchos nativos brasileños. Hechos con tintura oscura extraída del fruto de jenipapo, los tatuajes son aplicados con pequeñas ramitas por entre 1,25 y 2,50 dólares cada uno.

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Aunque la mayoría estaba contenta con un pequeño diseño en el tríceps o la pantorrilla, algunos se metieron de lleno y se desvistieron hasta quedar en ropa interior para que les pintaran todo el cuerpo.

“Sólo dura máximo una semana”, Rivaldo Warinmytygi, del pueblo brasileño de Tapirape, le aseguró a un potencial cliente. “Pero se quita aún más rápido si te bañas tres veces al día”. Lo que, con temperaturas que superaban los 45 grados centígrados (113 Fahrenheit) durante los primeros días de los juegos, no sería imposible.

Los tocados han resultado ser otro producto popular entre los vendedores indígenas que ofrecen de todo, desde los llamados “silbatos de nariz” — pequeños artilugios de madera que cubren boca y nariz y emiten sonidos de pájaros — hasta un caimán casi de tamaño real hecho artísticamente de un tronco de árbol quemado. Entre las adolescentes locales, los tocados hechos de plumas de guacamaya eran el accesorio que no podía faltar.

Inspectores de la agencia de protección de la vida silvestre de Brasil estuvieron presentes y repartieron panfletos en un intento por combatir la matanza de hasta ocho aves para hacer un solo tocado.

Mientras las leyes de Brasil permiten que los indígenas usen ropa y accesorios hechos con partes de animales salvajes, tienen prohibido venderlos. La amenaza de multas de hasta 1.250 dólares y posible tiempo en prisión para los compradores no pareció empañar el entusiasmo por los tocados de plumas.

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Vía AP