El antepasado de la jirafa desarrolló un cuello largo a base de cabezazos, para defender su posición y su dominio sobre las hembras, según un nuevo estudio publicado esta semana en la revista Science.
El descubrimiento de un fósil completo de jiráfido, dotado de un verdadero casco craneal, ha aportado nuevas respuestas a la evolución de ese mamífero, el más alto del reino animal terrestre.
El Discokeryx xiezhi es el nombre de la nueva especie descubierta de la familia de los jiráfidos. Vivía hace 17 millones de años, y no era mucho más alto que un gran cérvido actual.
El fósil de esta nueva especie fue descubierto en el norte de China. El estudio de esos huesos ha revelado un espeso disco óseo en la parte superior del cráneo, y un cuello dotado de formidables vértebras cervicales, que le permitían encajar violentos choques frontales, según el paleontólog Shi-Qi Wang, de la Academia de Ciencias china, autor del artículo.
Esta morfología “estaba probablemente adaptada para comportamientos de combate, mediante cabezazos entre machos”, creen los investigadores.
Ese comportamiento es equiparable a los actuales combates “de las jirafas macho con su cuello”.
Las actuales jirafas macho se pelean lanzando con todas su fuerzas su cabeza, equipada con pequeños cuernos, contra el adversario.
Durante mucho tiempo los palenteólogos defendieron la idea de que el cuello largo fue una evolución necesaria para alcanzar las hojas de los árboles.
La teoría de un origen relacionado con la necesidad de asentar su predominio sexual es más reciente y discutida.
El estudio de Shi-Qi Wang y de sus colegas aporta una pieza más a esta teoría: primero fueron las luchas las que provocaron ese crecimiento del cuello, y luego eso acabó beneficiando su forma de comer.
“Es un ejemplo perfecto de ‘exaptación’, es decir un órgano que concede una ventaja que luego pasar a ser útil para otro objetivo”, explica a la AFP Grégoire Metais, un paleontólogo del Museo de Historia Natural de París.
Los predecesores de las actuales jirafas se lanzaron a una “carrera” evolutiva para lograr un cuello largo y reforzado, explica este experto.
Eso “demuestra una vez más que la competición sexual es uno de los motores de la evolución, que conduce a innovaciones morfológicas que pueden ser utilizadas para otros fines”.
Sin embargo, el Discokeryx xiezhi no evolucionó lo suficiente, a diferencia de las dos especies de jiráfidos aún existentes, la jirafa y el okapi.
Los expertos creen simplemente que el Discokeryx xiezhi vivió en una época del Mioceno en la que el planeta experimentó un cambio climático con temperaturas inusualmente suaves, lo que le permitió seguir ruminando hierbas y hojas de árboles no excesivamente altas. Entre dos cabezazos. MAAZ
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