TIERRA BLANCA, Ver.- Le llaman la Novia del Sol, porque en este lugar el calor no da tregua. Lo menos que se perciben son 31 grados, pero puede alcanzarse hasta 52 grados de sensación térmica.
Tierra Blanca es un lugar que a primera vista parece amable y tranquilo, pero no seguro. Hace unos años los vecinos perdieron la tranquilidad; los secuestros, asesinatos y robos, los obligaron a cerrar temprano sus puertas, poner cadenas y hasta alarmas, y ya no preguntar.
El centro de la cabecera municipal tiene calles anchas y pavimentadas, pero 15 cuadras adelante el panorama cambia, la condición de marginación es evidente, entre terregales y casas de lámina, madera, palma y sólo unas cuantas de ladrillo. No hay un solo cine y apenas hace un año se reinauguró la casa de cultura.
Hay tres parroquias y cinco canchas para jugar varios deportes, pero el preferido y que reúne a todos por las mañanas y tardes es el voleibol. Tanta importancia tiene que se suele decir que, desde la primaria, junto con el abecedario, te enseñan los saques con potencia.
Es el sur de Veracruz, en la cuenca del Papaloapan, donde se ubica esta ciudad pequeña inmersa en un municipio dedicado al campo y con 100 mil habitantes, pero que aparece en el mapa geoeconómico por la explotación del petróleo y gas, como parte de la llamada Faja de oro.
Ahora tiene 54 pozos de Pemex en explotación y 83 más en exploración. Y es este es el mismo lugar en el que fue descubierto hace unos días el pozo Ixachi-I, un yacimiento con el que Pemex “se vuelve más rico”, aseguró el presidente Enrique Peña Nieto, al dar a conocer la noticia hace unos días.
Y es así, este hallazgo representa una producción, de acuerdo con los primeros cálculos, de 350 millones de barriles de crudo. Pero en Tierra Blanca sus habitantes ya no celebran estos hallazgos, no por haberse acostumbrado, sino porque no importa la riqueza mineral de su municipio: hay desempleo y la mitad de la población es pobre, y otro 30% padece de alguna carencia.
Desde hace 15 años se ha construido un corredor exploratorio en la zona rural del municipio. El escenario es ahora una suerte de trabajo agrario mezclado con la exploración de las compañías que quieren encontrar gas, aceite o petróleo. Pero la llegada de las petroleras no ha representado beneficios para los pobladores.
En el último informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, de 2010, de 94 mil 87 habitantes, 53.8% de la población (47 mil 136 personas) vive en situación de pobreza.
“Limpieza”
Las cifras del Comisariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad muestran que los tres principales delitos de la zona son el homicidio, la violación y el robo de ganado. Las denuncias por el abigeato son constantes, al menos una por mes en los últimos seis años. El punto álgido de impunidad fue en 2013, pues el delito aumentó en 66 por ciento. Sobre el homicidio y las violaciones, en promedio existen, cada año, 10 y cinco denuncias, respectivamente. La forma más efectiva de alertarse y ponerse a salvo son las redes sociales que han superado al periódico y la estación de radio locales sobre la información delictiva. Todos los días existen los reportes de cuerpos desmembrados y cartulinas con mensajes entre grupos del narco.
[caption id="attachment_809239" align="alignnone” width="1280"] Paisaje. Tierra Blanca alberga instalaciones de Pemex para la exploración y extracción de crudo.[/caption]
Ha sido tan grave, que en 2014 el pueblo entró en psicosis. Comenzaron a dejar debajo de las puertas de cada hogar pedazos de papel donde se advertía la llegada de nuevos grupos delictivos que “iniciarían la limpia” en la ciudad. Los vecinos compraron alarmas, candados y cadenas ante la incertidumbre.
La historia se repite, dicen los ancianos. Continúa el recuerdo de la Sonora Matancera, apodada así como referente a las “matanzas”, que en 1983 tuvo su año de auge en un Veracruz de caciques.
“El mismo gobierno ponía a figuras como Felipe El Indio Lagunes, como la familia Hernández que dominaron muchos años en Tierra Blanca. El gobierno del estado sometía a la sociedad con esas bandas de asesinos que vivían entre el crimen y la ley”, relata un periodista local.
Desde esa época se acuñó el dicho que “Tierra Blanca es famosa por sus crímenes sangrientos y su buen voleibol”.
El tren del desempleo
Aunque en el municipio predomina el paisaje rural, durante cinco décadas la actividad ferrocarrilera fue la que sostuvo la economía local. Ahora sólo forma un montón de recuerdos y añoranzas.
En 1907, Tierra Blanca era una ranchería con apenas 394 habitantes. A inicios del Porfiriato fue vista como un punto estratégico para la ruta entre la zona montañosa de Veracruz y los límites con el norte de Oaxaca, hermanándose con la ciudad de Tuxtepec; situación que es considerada también por grupos del crimen.
La construcción del ferrocarril detonó la actividad comercial y por 50 años un pueblo completo dependió del pasar del tren hasta que fue privatizado. Y de repente, todo cambió.
Además de que poco más de la mitad de la población vive en la pobreza, otro 28.4% (24 mil 891 personas) es considerada “vulnerable” ante otro tipo de carencia. La oferta laboral importante se reduce a la compañía vidriera y al frigorífico de la Cuenca del Papaloapan.
Oro blanco y oro negro
Los campesinos inician su jornada a las cinco de la mañana, aún con la luz de la luna. Algunos pasan la noche en vela cuidando los cañaverales que se queman para preparar el cultivo, cortarlo y mandarlo al ingenio.
La siembra de caña de azúcar es la opción del campo terrablanquense. En 2014 se trabajaron 16 mil 866 hectáreas, con una ganancia de más de 451 millones de pesos. La actividad cañera se ha convertido en el oro blanco cuenqueño.
Aunque el contexto puede cambiar con la llegada de las empresas petroleras. Desde hace 15 años se han iniciado los trabajos de exploración para encontrar gas o petróleo. A la región del sur de Veracruz, parte de Tabasco y Oaxaca se le conoce como la Faja de Oro.
En su informe Potencial de recursos no convencionales asociado a plays de aceite y gas de lutitas en México, de Petróleos Mexicanos de 2012, se preveía la construcción de 10 pozos para la extracción de aceite en tierras profundas con la inversión de mil 867 millones de pesos. Para 2040, según el informe, al menos mil 350 pozos de este tipo estarían en el estado de Veracruz.
Jorge Ruiz, operador de camiones industriales, afirma que “desde hace años se ha llevado lodo y químicos para estimular la zona, hay mucho gas y aceite. El hallazgo de ese pozo ya no es ni gracia”.
Podemos considerarlo fracking por la profundidad de más de 7 kilómetros (…) durante más de 10 años Pemex trabajó buscando pozos y ahora con la reforma energética se los va a ceder a las empresas internacionales”, comenta Armando Aguirre, investigador veracruzano sobre industria petroquímica.
En el municipio existen 137 pozos explorados en las congregaciones de Joachín, la Barahunda y el Jícaro. El Ixachi-I se encuentra en un rancho llamado Cochindí, dentro de la zona, en medio de un paraje solitario.
Es en la cuenca de Papaloapan donde se ubica Tierra Blanca, esta pequeña ciudad de 100 mil habitantes dedicados al campo, pero que aparece en el mapa geoeconómico por la explotación del petróleo y gas, como parte de la llamada Faja de oro.
“Nos amenazan”
Las denuncias contra las empresas exploradoras se han mantenido cautivas, un grupo de propietarios está inconforme por la construcción de “peras” para la explotación de terrenos petroleros en Tierra Blanca.
Lucía es dueña de un rancho de 200 hectáreas “que dañaron con prácticas contra la tierra. En mi rancho encontraron gas y, distinto a lo que se piensa, es una pesadilla”.
“En 2002 llegó la WesternGeco a decirme que se iban a meter a mi terreno para buscar gas o petróleo. La verdad me opuse porque sé de los daños. Prometieron que usarían dinamita avanzada y usaron de la más corriente. Me volví a quejar y me dijeron que no me opusiera al progreso, que me denunciarían ante el Congreso de la Unión. Nos amenazan para ceder la tierra”, dijo.
Dentro de su granja se realizaron 136 detonaciones de dinamita que afectaron a su ganado y parte de la tierra. Expropiaron tres hectáreas para el pozo y el camino.
“Lo bueno fue después. Como prometieron indemnización querían dar 45 por explosión de dinamita a los propietarios, a algunos sí les dieron eso, yo luché por algo más porque dañaron nuestra tierra”.
En abril de 2007 Lucía y Petróleos Mexicanos llegaron a un acuerdo para responder por los daños, convenio que cumplieron tres años después, hasta enero de 2010.
Ahora, los ejidatarios están a la espera del regreso de Pemex y las compañías que dejaron los pozos apenas con lo necesario para la explotación.