Resiliencia comunitaria: Clave en las secuelas y las crisis

18 de Diciembre de 2024

Simón Vargas
Simón Vargas

Resiliencia comunitaria: Clave en las secuelas y las crisis

simon vargas

¿Cómo podemos enfrentar eventos difíciles que han cambiado el rumbo de nuestra vida? ¿Cómo deberíamos reaccionar a momentos traumáticos como la muerte, una enfermedad difícil o lo que vivimos hoy en día, una catástrofe natural? Es muy fácil apuntar a que las “cosas pasan” a que nada queda estático y tarde o temprano el dolor comienza a desaparecer, pero nos hemos detenido a pensar ¿cuál es la facultad o el conjunto de aspectos que nos ha permitido sobreponernos a las desgracias? Frente a los cambios radicales, no sólo climáticos sino sociales que han comenzado a surgir en la agenda cotidiana es importante detenernos un momento a interiorizar este término que hoy parece tan común pero que ha crecido considerablemente en las últimas décadas.

Resiliencia procede del latín resilio que significa volver a saltar, rebotar o reanimarse; generalmente ha sido utilizado para designar la capacidad de ciertos materiales para recuperarse o volver a su posición original cuando han soportado impactos que los deforman.

¿Cómo logramos organizarnos tan rápidamente ante una situación como el terremoto sucedido el pasado 19 de septiembre? Admiro y aplaudo a cada una de las personas que han contribuido en el apoyo hacia las personas vulneradas, justamente este es el ejemplo más claro de la resiliencia comunitaria; la capacidad del sistema social y de las instituciones para hacer frente a las adversidades, pero sobre todo para reorganizarse y no sólo mejorar su identidad sino sus funciones.

Ante los actos de terrorismo, ciberataques, pandemias, terremotos, inundaciones, sequías y demás catástrofes naturales y sociales nuestra preparación es responsabilidad compartida de todos los niveles de gobierno, los sectores privados y sin fines de lucro y los ciudadanos individuales. https://bit.ly/2fPZZ0u La mayoría de las personas que sufren un evento doloroso experimentan estrés postraumático, sin embargo, el mayor conflicto se presenta cuando esa sensación de vacío y parálisis no se supera a las semanas, sino que tarda años en desaparecer; “sentir miedo después de un terremoto es una reacción normal de protección”, pero las consecuencias emocionales y conductuales de los desastres dependen de muchos factores, incluyendo la forma en que las personas procesan la información, la forma en que se comportan inmediatamente después de un evento y la relación entre las respuestas emocionales de una persona y los síntomas psicológicos. A menudo, emociones como el miedo, la ira y la preocupación pueden conducir a síntomas psicológicos de ansiedad y depresión. https://bit.ly/2huRZWm

Sobreponerse es un trabajo de equipo entre familia, sociedad e instituciones; el sábado pasado fallecieron dos mujeres sólo ante la idea de revivir el calvario sufrido el pasado 19 de septiembre; como sociedad nos encontramos destrozados, física, emocional y estructuralmente, sin embargo, las muestras de apoyo no han parado de llegar, desde ayuda nacional hasta extranjera; pero ¿qué pasará en unas semanas? Debemos entender que una catástrofe jamás es pasajera, los efectos durarán años y el camino a la reconstrucción es extenso.

Es probable que a la agenda social se acumulen más temas en un par de días, pero no debemos olvidar que aquellos que se quedaron sin hogar, lo más de 300 muertos, los rescatistas que emigraron para apoyar, las donaciones de miles de personas no deberían ser aportaciones momentáneas. Es aquí donde debemos detenernos y pensar que esta es una oportunidad para aprender, para levantarnos aún más fuertes, es aquí donde la resiliencia social debe acompañarnos.

No sugiero que las personas se acostumbren al caos o dejen de dar importancia a las catástrofes; las reacciones emocionales y precipitadas suelen ser normales, la intención de la resiliencia es evitar pasar del miedo a una crisis nerviosa, y aun cuando esto sucediera lograr sobreponerse. Tampoco pretendo quitarle peso a la lápida que carga nuestra sociedad ante semejante crisis, lo que busco es dar un aliciente e impulsar los cientos de acciones que han surgido; la ayuda, el amparo y el abrigo no deben dejar de llegar, no es un tema que deba cesar en un par de semanas, será un arduo trabajo en donde cada uno de nosotros deberá desde su entorno brindar asistencia a quién lo necesita.

La fortaleza, no sólo es una cuestión psicológica, también involucra el contexto social, la formación familiar y los valores adquiridos; adentrarte en una nube de polvo, en un mundo de escombros, luchar contra una fuerte corriente de agua o enfrentar el miedo cara a cara, requieren de una firmeza no sólo física, sino emocional y espiritual.

*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política y Educación.

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