“México es la patria en obra, una patria que se hace a diario, con el quehacer colectivo y cotidiano, y que reclama de cada uno de nosotros voluntad para resolver nuestros propios problemas y de todos convicción para hacerlo juntos”
Jaime Torres Bodet
La educación superior a nivel mundial se concibe como un medio que permite que las sociedades puedan alcanzar un mayor nivel de bienestar, tanto de cada uno de los individuos que las conforma como de la colectividad en general. Por ello, no hay duda de que la mejor inversión es la que se hace en materia educativa porque además de formar capital humano, así como de generar avances en ciencia y tecnología, permite fortalecer una nueva ciudadanía capaz de construir un entorno más justo y más equilibrado.
Ejemplo de lo anterior es que a raíz del incremento en el gasto destinado a educación superior en países como Corea del Sur, se logró incidir de manera positiva en el nivel de vida, además la economía se vio beneficiada, y es que luego de que por años únicamente se asignó el 0.4 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB) a temas relacionados con investigación y desarrollo, actualmente Corea del Sur ejerce un tres por ciento del PIB en educación y generación de conocimiento, lo cual ha mejorado notablemente su competitividad a nivel internacional.
Por su parte, las universidades en Israel han apostado por aplicar un modelo de transferencia tecnológica, mismo que vincula el ámbito académico y científico con la economía y las empresas, logrando que la innovación se incorpore al sistema productivo del país, aportando valor y crecimiento.
Es en este contexto que, como lo señaló la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México debe continuar fortaleciendo su sistema educativo, sobre todo en lo que respecta a la educación superior, porque es por medio de ésta que lograremos seguir combatiendo y superando las desigualdades sociales, de género y geográficas que aquejan al país.
Actualmente, debemos reconocer que la educación superior en México se ha extendido rápidamente; de hecho, entre 2007 y 2017, el porcentaje de jóvenes de 25 a 34 años con educación superior aumentó de 16 por ciento a 23 por ciento; sin embargo, esta cifra aún se encuentra por debajo del promedio de la OCDE, el cual corresponde al 44 por ciento.
Ante esto, José Ángel Gurria, secretario general de la OCDE, ha celebrado que el país tenga avances significativos; pero explica que aún tenemos que redoblar esfuerzos y construir una buena gobernanza del sistema de educación superior, pues el 77 por ciento de los mexicanos entre 25 y 34 años no ha accedido a este nivel educativo.
Conviene resaltar que uno de los principales retos en los que debemos trabajar es en la creación de una política nacional con objetivos y misiones claros, lo anterior aunado a la consolidación y fortalecimiento de la cohesión del sistema, mismo que actualmente está fragmentado en 13 subsistemas que generan problemas a los estudiantes que quieren transitar entre niveles educativos e instituciones.
También establece que es necesaria una actualización de la Ley de Educación Superior, la cual debe estar encaminada al establecimiento de un marco jurídico que brinde claridad y certidumbre a todas las instituciones y autoridades involucradas a nivel federal y estatal.
Por otra parte, es urgente conectar el sistema de educación superior con el mercado laboral, ya que uno de cada dos egresados trabaja en un empleo que no requiere educación superior, y más de uno de cada cuatro está ligado a la economía informal, por lo que debemos potenciar el impacto del nivel superior en el desarrollo nacional y regional, multiplicando los vínculos entre las universidades y el sector productivo.
Además, la OCDE hace hincapié en que es prioritario que se garantice la calidad y la equidad, ya que, en 2015, sólo el 6.6 por ciento de los mexicanos de origen indígena entre 25 y 64 años había terminado este nivel educativo; esto en comparación con el 19 por ciento de quienes tienen diferente origen.
Otro de los retos consiste en mejorar la asignación presupuestaria para las instituciones de educación superior públicas, ya que existen grandes disparidades en el financiamiento por estudiante, señalando que, en 2015, el gasto anual por alumno fue de alrededor de nueve mil dólares, aproximadamente un tercio de lo que se destina en Estados Unidos.
Hoy, frente a los desafíos que plantea el siglo XXI para nuestro país, es urgente crear un nuevo modelo de educación superior que le permita a nuestros jóvenes tener la oportunidad de forjar un futuro distinto y más prometedor, por ello nos debemos enfocar en el replanteamiento conjunto de la política educativa, sumando voluntades, construyendo consensos y trabajando corresponsablemente en las mejoras de un sistema que debe formar mexicanos responsables comprometidos con el desarrollo social y económico de México.
*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política y Educación.
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