“Siendo necesaria una bien regulada milicia para la seguridad de un estado libre, el derecho del pueblo a tener y portar armas no debe de ser infringido,” advierte textualmente la Segunda Enmienda de los Estados Unidos de América a la cual se han apegado los millones de estadounidenses que consideran que las armas en ese país además de usarse como medio de defensa, forma de recreación y una fuente de ingresos económicos; se relacionan de forma primigenia con el sentimiento de libertad.
La idiosincrasia en este país gira en torno a este mandato constitucional, instructores, operadores de tiro, proveedores de caza, fabricantes, distribuidores y minoristas de armas de fuego, se benefician del 74% de los estadounidenses que han adquirido una, sin embargo, en la otra cara de la moneda están los miles que sufren lesiones graves y pierden amigos o familiares en incidentes relacionados con tiroteos. Según el informe de 2017 de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, más de 36,000 personas murieron de heridas de bala en los Estados Unidos tan sólo en 2015. https://bit.ly/2DpkVEx
¿Quién puede comprar?, ¿Qué armas se pueden obtener? ¿A qué edad se pueden adquirir? El debate ha sido largo, porque no sólo es una cuestión de percepción o decisión personal, es un tema de patriotismo, de libertad, pero sobre todo político. En 2010 la candidata Republicana Pamela Gorman lanzó un vídeo donde una voz en off rezaba “Conoce a Pamela Gorman… cristiana conservadora y un disparo bastante justo”. https://bit.ly/2tKDLpQ
La introducción de las armas en política comenzó en el año de 1980 cuando Ronald Reagan se convirtió en el primer candidato presidencial avalado oficialmente por la National Rifle Association (NRA) la cual comenzó siendo una organización para aficionados de la caza y las armas en un sentido meramente recreativo, hasta convertirse en un mecanismo que representa millones de votos e incluso la puerta a las curules del congreso de los Estados Unidos. Esta misma asociación hace unos días presentó una demanda contra la nueva ley de control de armas expuesta en Florida la cual eleva de 18 a 21 años la edad mínima para adquirir un arma, después de que el pasado 14 de febrero un joven de 19 años disparara indiscriminadamente con un fusil de asalto a alumnos y profesores de la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas de Parkland en el sur de este estado, matando a 17 personas. Sin embargo, para los estadounidenses un pueblo desarmado puede aumentar las probabilidades de que el gobierno ejerza una tiranía o de que el ejército pueda alzarse en armas para conseguir el poder, pero sobre todo un arma representa el poder, el patriotismo, la libertad y la protección.
Entender el perpetuo debate sobre este tema para el pueblo americano significa hacer un ejercicio de reflexión, no sólo viene inmerso en su historia cultural sino también en sus tradiciones, ya que según una encuesta realizada por el Pew Research Center entre marzo y abril de 2017, un 30% de los adultos declaró ser propietario de armas y un 11% que, sin serlo, vive con alguien que sí, pero eso no es lo alarmante sino el 72% que declaró haber disparado al menos una vez. https://pewrsr.ch/2FRTfgx
Los resultados de la violencia relacionada con las armas de fuego han sacudido a la nación una y otra vez, pero esto no parece importar cuando se trata de tener que restringir la Segunda Enmienda, ya que por el camino se han olvidado los 49 muertos a manos de Omar Siddique Mateen en Orlando en 2016; las 32 personas que perdieron la vida por Seung-Hui Cho, el 16 de abril de 2007; los 20 niños y 6 adultos muertos por Adam Kanza el 14 de diciembre de 2012 o la terrible masacre del 1 de octubre por Sthephen Paddock quien llevó 23 rifles de asalto y miles de municiones al piso 32 del hotel Mandalay Bay de las Vegas y acribilló desde su ventana a más de 50 personas que asistían a un concierto de música.
Pero quizá lo más impresionante es que las armas siguen siendo un motivo de orgullo para muchos estadounidenses, incluso para el propio Presidente Donald Trump quién el pasado 5 de noviembre después de que un joven de 26 años entrara en un centro religioso y disparara indiscriminadamente contra los fieles, afirmara que no se trata de un problema de armas, sino de salud mental: “Afortunadamente alguien más tenía un arma”, dijo refiriéndose al vecino que persiguió al atacante.
Sin duda las opiniones continuarán siendo polarizadas, por muchas razones; la falta de una ley que regule la compra, por la carencia de investigaciones rigurosas que permitan un panorama real, porque sería muy difícil decomisar los millones de armas en el país o registrar todos los negocios o vendedores; pero sobre todo porque los norteamericanos siguen considerando al arma de fuego como un símbolo de libertad y patriotismo.
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