Nos encontramos a cinco meses de la cita con el destino del país en las urnas, el próximo primero de julio los mexicanos elegiremos, diputados, senadores, alcaldes, legisladores, y lo más importante presidente de la república.
Desde el 14 de diciembre de 2017 hasta el pasado 11 de febrero la precampaña ha sido intensa en mítines, discursos, spots publicitarios en televisión, radio y prensa, empero, la situación no terminó el pasado 11, el 30 de marzo inicia la campaña política que terminará el 27 de junio, dejándonos unos días para el anális y reflexión hasta el primero de julio.
Es difícil calcular con exactitud la fecha en la que la comunicación persuasiva en las campañas electorales comenzó, sin embargo, podemos marcar al republicano Einsenhower como el primer político en utilizar los servicios de una agencia de relaciones públicas para cambiar la imagen de impresidenciable con la que contaba hasta las elecciones de 1952; desde ese momento hasta nuestros días no se concibe un político sin estrategia mediática, sin embargo y de forma sorpresiva la comunicación política actual ha dado un giro significativo, pues ahora las campañas pueden servir para perder votos porque los candidatos pueden decir algo inapropiado, cosas sin sentido, cometen errores que se hacen virales y cada vez están más expuestos gracias al uso constante de las redes sociales. ¿Cuántos de nosotros hemos optado por relegar la publicidad y escoger basados en una decisión racional, objetiva y sustentada en datos concretos? Creemos que el mejor argumento, el más cabal, el que reúne la evidencia más sólida, prevalecerá frente a planteamientos ficticios, débilmente razonados o desprovistos de fundamentación, sin embargo, esto es falso. Como individuos no cedemos fácilmente a información que contradice nuestros esquemas mentales, sobre todo si esta información proviene de fuentes que consideramos poco confiables o es puesta en entredicho por personas que corroboran esos prejuicios. https://bit.ly/2F6D3Ib Es decir, en cuestiones electorales no utilizamos el raciocinio para obtener la respuesta correcta; razonamos para obtener la respuesta que políticamente nos gustaría que fuera correcta. La más reciente campaña ganada gracias al efecto boomerang fue la Estadounidense en 2016, fuimos testigos de cómo el odio, rechazo y mala publicidad dio un rebote al coronar vencedor a Donald Trump; este efecto tal como su nombre hace referencia tiene que ver con dirigir un mensaje al público que tiene el resultado contrario de lo que se pretendía lograr. https://bit.ly/2EVJUoq Es decir, en ocasiones los contenidos de los mensajes suscitan asociaciones no buscadas con otras piezas de información que el individuo tiene en la cabeza, provocando reacciones colaterales que desactivan el fin original del mensaje. Un mensaje que en principio iba destinado a cambiar un hábito perjudicial puede inducir ese comportamiento por filtros ideológicos enraizados por años. Las campañas tradicionales sirven con cierto target, porque los nuevos electores, ya cuentan con otra forma de confrontar sus ideas y opiniones, de ahí que las redes sociales se hayan convertido en elementos decisivos, y que uno de los pensamientos más recurrentes en los jóvenes cada que escuchan propuestas sea: ¿Por qué no lo hicieron cuando fueron gobernadores, presidentes o diputados? Sin duda las campañas a las que nos encontramos expuestos para este primero de julio pueden ser contraproducentes ante la situación de desconfianza que vivimos en el país, y creer que se va a cambiar el pensamiento o que se va sacar del error aportando nueva información podría ser una ingenuidad, y por si esto fuera poco, empeñarse en corregir errores de los demás, ayuda a que un tema adquiera relevancia y puede contribuir a encasillarlos en sus posturas. Es así como actualmente, se ha optado por campañas centradas en la persona y no en el partido que representa, se busca una imagen más cercana y accesible de los candidatos para generar un vínculo de familiaridad y así ganar confianza por medio de la identificación. La realización de campañas busca ejemplificar y recordar que los ciudadanos somos los depositarios de la soberanía, que de nosotros depende en última instancia la toma de la decisión de los 3 mil 400 cargos próximos a elegirse en México; es por eso que ahora los actores políticos deben ser más humildes en las pretensiones de campaña, pero sobre todo cautelosos para evitar producir el efecto contrario al que desean; porque el voto ya no se decide durante la campaña, la mayoría de las personas han decidido incluso antes de arrancar el bombardeo de spots, comerciales o pautas publicitarias. Son muchos los casos, en los que la experiencia nos ha demostrado que un detalle improvisado, un comentario poco pensado o una información mal medida han dado lugar a una situación de crisis; porque en esta era mediática todos los detalles cuentan, y no olvidemos que existe una ciudadanía conocedora, madura e informada que sabrá ejercer con responsabilidad su voto.
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