“El arte es lo que resiste: resiste a la muerte, a la servidumbre, a la infamia, a la vergüenza.”
Gilles Deleuze
Después de 52 años de ausencia en México, el pasado jueves 15 de junio se presentó el Coro del Tabernáculo y la Orquesta de la Manzana del Templo de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en la Catedral de Toluca. Fue el primero de los tres conciertos que marcan el inicio de su gira mundial con duración de cuatro años; las otras dos presentaciones se llevaron a cabo los días 17 y 18 en el Auditorio Nacional, además de transmitirse en streaming.
El coro ha sido galardonado en diferentes ocasiones. Se fundó en 1847 y cuenta con 360 voces de 13 países distintos, mientras que la orquesta tiene alrededor de 110 miembros. Pero ¿cuál es el mensaje que buscan llevar? ¿Por qué es importante resaltar sus presentaciones en todo el mundo?
No sólo se trata de la magnificencia de la música sacra y clásica, la cual puede llegar a conmovernos de sobre manera, sino que además el arte rompe barreras, nos impulsa a reencontrarnos con la esencia de la esperanza, es un recurso importante para contrarrestar la violencia y el crimen, pero sobre todo nos recuerda que, como bien diría el Élder Hugo Montoya, presidente del Área México de la Iglesia antes mencionada: “Hemos aprendido que juntos podemos hacer más”.
El arte nos hace más humanos, nos ayuda a comprendernos, a ahondar en nuestros pensamientos y nos permite abrirnos a nuevas posibilidades para conocer realidades ajenas a nuestro contexto. Y es que las diversas manifestaciones culturales salvan vidas, ya que tienen el enorme poder de transformar la existencia de las niñas, niños y adolescentes.
Desafortunadamente, el narcotráfico, la criminalidad y la violencia han permeado en la cotidianidad a una escala cada vez mayor, en la actualidad observamos una constante apología en películas y programas televisivos, situación que los adolescentes toman como una invitación a la emulación, por lo que es necesario que el arte sea encaminado a reestructurar el tejido social y a desarrollar valores como la empatía, la tolerancia, la honestidad y la compasión, entre otros.
Es innegable que el panorama es complicado y la búsqueda de soluciones debe ir más allá de lo experimentado, se deben implementar mecanismos innovadores que permitan la disminución de la ola de agresiones que se ha cernido no sólo en nuestro país, sino en el mundo entero.
Es así que diversos organismos han centrado sus esfuerzos en nuevas perspectivas. Por ejemplo, el Banco Interamericano de Desarrollo lanzó hace dos años la cumbre virtual Healing a Broken World: Cómo sanar un mundo herido con la finalidad de que el arte y la cultura ofrezcan un espacio desde el cual se promueva la imaginación colectiva, y se creen vías de cambio que impacten en todas las dimensiones de la sociedad, desde lo económico hasta lo espiritual.
Afortunadamente, diversas asociaciones religiosas incluida la Iglesia católica se encuentran trabajando en la restauración del tejido social a través del impulso del arte y la cultura; el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, afirmó que los artistas siempre han ayudado a la Iglesia a traducir su mensaje divino en lenguaje visible.
Por otro lado, es necesario que los sistemas educativos incentiven las formas no cognitivas de la inteligencia; es necesario que reconozcamos que el arte ayuda a enfrentar tensiones, sirve como catalizador en momentos de frustración o de enojo, pero sobre todo siempre transmitirá un mensaje de esperanza y fe. Es tarea y responsabilidad de todos sumarnos en estas acciones.
*Analista en temas de seguridad, justicia, política, religión y educación.
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