“Las amenazas a nuestra autoestima o la idea que nos hacemos de nosotros mismos, causan con frecuencia mucha más ansiedad que las amenazas a nuestra integridad física”.
Sigmund Freud
Solo aquellos que han vivido un ataque de ansiedad son capaces de entender la forma en la que el dolor, la preocupación y el miedo se adentran en nuestro pensamiento, montando escenas terroríficas, las que no solo se quedan en panoramas imaginarios, sino que además se manifiestan físicamente con una aceleración en la respiración, un incremento del ritmo cardiaco, temblores, insomnio, sudoración e incluso problemas gastrointestinales.
La ansiedad no es el único problema al que millones de personas de diferentes edades se enfrentan en el mundo, y es que desafortunadamente tanto ésta como la depresión son temas que a pesar de lo que se cree continúan siendo tabú en muchas regiones.
Estos problemas, afectan a diversos sectores y se manifiestan a cualquier edad, y aunque no lo quisiéramos aún son situaciones casi innombrables en el género masculino; incluso el año pasado el luchador británico de UFC, Paddy Pimblett tras una victoria épica, emitió un emotivo mensaje: “Hay un estigma en este mundo de que los hombres no pueden hablar, si sientes un gran peso sobre tus hombros, y piensas que la única forma de resolverlo es suicidándote, por favor habla con alguien. Habla con quien sea. La gente te escuchará”.
Aunque ahora el tema ha sido más abordado aún quedan aspectos que analizar, en datos del Informe mundial sobre salud mental: Transformar la salud mental para todos (2022), de la OMS se estima que una de cada ocho personas en el mundo padece un trastorno mental y se considera que los abusos sexuales y el acoso por intimidación son importantes causas de depresión. De igual forma las desigualdades sociales y económicas, las guerras, las crisis climáticas y de salud pública, se encuentran entre las amenazas más presente, incluso cabe mencionar que el número de pacientes aumentaron más de un 25% en el primer año de la pandemia.
Por otro lado, la Organización Internacional del Trabajo, refiere que éstas causan una pérdida de 12,000 millones de días de trabajo cada año, provocando disminución de alrededor de casi un billón de dólares a la economía mundial. Y es que la intimidación y la violencia psicológica, también conocida como mobbing, es una de las principales causas de acoso laboral que provoca un impacto negativo.
Ambas enfermedades son dignas de un documento mucho más extenso, porque repercuten de forma significativa en escenarios importantes de nuestro día con día. Es que las instituciones cuenten con información precisa que desmienta muchos estigmas sobre ambas; ninguno vive la depresión o la ansiedad de la misma forma, pueden variar en duración e intensidad, y aunque existen diferentes actividades que pueden disminuir los síntomas se debe tener guía de un experto sobre la materia.
Hablar de estos temas nunca es sencillo, porque son puntos álgidos y significativos para quien los vive, nadie puede opinar sobre la manera en la que un sentimiento te desborda, sobre la forma en la que un pensamiento recurrente puede dar pie a una crisis o sobre el modo en que una sensación se convierte rápidamente en un caos.
Mucho queda que repensarse, aún hay mucho trabajo que realizar sobre la detección y atención, no solo en lo laboral sino también en las escuelas, pero además en la propia familia, ya que es aquí donde el apoyo, la escucha y la comunicación asertiva son herramientas que pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte.
*Analista en temas de seguridad, justicia, política, religión y educación.
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