“Las generaciones futuras están a punto de heredar un mundo en ruinas. Nuestros hijos y nietos no deberían tener que pagar el costo de la irresponsabilidad de nuestra generación”.
Papa Francisco
El calentamiento global ha provocado un incremento de la fuerza en los fenómenos naturales, la desoxigenación de los mares, la pérdida de la biodiversidad, el estrés hídrico y el alza en las temperaturas.
El año pasado la Organización Meteorológica Mundial (OMM) advirtió sobre las fuertes olas de calor a lo largo del mundo, fue el verano más caluroso del que se tenía registro, y aunque se hubiera querido que fuera el último, este 2023 la misma institución mencionó que julio se convirtió en el mes más caliente y que las condiciones meteorológicas extremas en el hemisferio norte están causando importantes daños a la salud de las personas.
De acuerdo con datos de un estudio publicado el pasado 10 de julio por Nature Medicine denominado “Mortalidad relacionada con el calor en Europa el verano 2022” se registraron 61,672 muertes prematuras atribuibles al calor, los tres países que lideraron la lista fueron: Italia, España y Alemania. Lo más preocupante es que la investigación afirma que las olas de calor serán uno de los principales puntos críticos del cambio climático, y que las poblaciones estarán cada vez más expuestas a condiciones extremas.
Lamentablemente, este año la situación parece no ser distinta, la OMM menciona que la temperatura en la provincia China de Xinjiang alcanzó los 52.2° centígrados el pasado 16 de julio, estableciendo un récord nacional; la ciudad estadounidense de Phoenix también experimentó 31 días consecutivos de temperaturas superiores a 43.3°.
Las temperaturas de la superficie del mar han batido récords, con graves olas de calor marino en el Mediterráneo y frente a las costas de Florida. Nuestro país no se queda alejado de las repercusiones, ya que de acuerdo con datos de los Informes Semanales para la Vigilancia Epidemiológica de Temperaturas Naturales Extremas 2023 emitidos por la Secretaría de Salud Federal hasta la actualización del 22 de julio se contabilizaron 3,169 casos asociados a temperaturas naturales extremas (Golpe de calor, deshidratación o Quemadura) y 249 defunciones.
Sería irrisorio creer que el incremento de calor solo afecta a la salud, porque recordemos que todo está conectado, este fenómeno también impacta en los ecosistemas, la economía, las cadenas de suministros, la agricultura, la energía y uno de los temas más cruciales el abastecimiento de agua.
Quizá lo más alarmante sea la rapidez con que los cambios han llegado: niños arrastrados por las lluvias, casas perdidas en derrumbes, familias completas huyendo de infiernos de llamas que han durado días, se han hecho cada vez más comunes. De forma lamentable y pese a las advertencias emitidas por instituciones y profesionales desde hace décadas, hasta la fecha pareciera que los consejos se han desechado y no ha existido una verdadera voluntad mundial para detener las horribles predicciones.
En artículos anteriores abordé el importante tema de los migrantes climáticos, además de lo alarmante de la situación, deberíamos considerar algunas cuestiones, ¿se cuenta con políticas públicas adecuadas para atender este fenómeno?, por otro lado, desde un enfoque de derechos humanos ¿se deben prohibir las movilizaciones cuando incluso algunos servicios básicos como la obtención de comida o agua no se están satisfaciendo? Se deben repensar los marcos sociales y legales para realmente ser solidarios, porque hemos sido los únicos responsables de estas tragedias.
* Analista en temas de seguridad, justicia, política, religión y educación.
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