“La adversidad tiene el don de despertar talentos que en la prosperidad hubieran permanecido dormidos.” Horacio
Es probable que una de las lecciones más significativas provistas por la pandemia y por el constante golpe de fenómenos naturales derivados del cambio climático, ha sido retomar con más fuerza la solidaridad, la empatía y la compasión, sentimientos y valores que con la rapidez en la que vivimos en muchas ocasiones se olvidan y permiten que la indiferencia se hace mucho más presente.
Con esfuerzo, hemos hecho frente a los retos en diversos ámbitos, tales como: el político, el económico, el social, el educacional o el de salud; y a poco a más de dos años aún la crisis no ha sido superada y en muchas áreas uno de los puntos medulares que podría impulsarnos a salir adelante es sin duda la cooperación social.
Hoy tenemos que aceptar que vivimos en un mundo disruptivo, donde no solo las empresas privadas sino también las instituciones públicas y la comunidad deben prepararse para una nueva realidad, ya no se puede pensar de forma individual, sino implementar cuanto antes la cohesión social, pero, ¿qué significa el término?, hasta el momento existe ambigüedad en cuanto al concepto por las diversas áreas de estudio, sin embargo, al realizar un análisis la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)lo definió como: la dialéctica entre mecanismos instituidos de inclusión y exclusión sociales y las respuestas, percepciones y disposiciones de la ciudadanía frente al modo en que ellos operan.
Por otro lado, aunado a la cohesión se debe tratar la inclusión social; hace un par de semanas, abordé la importancia de la resiliencia organizacional y considero que el tema debe ser ampliado y aplicado con la cohesión social, ya que una crisis puede convertirse en la posibilidad de ejecutar reformas que encaminen a un crecimiento integral que cubra la mayor parte de las necesidades de la población.
Desafortunadamente, de acuerdo a datos del Fondo Monetario Internacional las perspectivas económicas de la región ahora están sujetas a un grado inusualmente alto de incertidumbre. Una posible confluencia de factores mundiales adversos que podrían una vez más poner a prueba la resiliencia de las economías, en un momento en que las autoridades disponen de escaso margen de maniobra.
Por otro lado, la Organización de las Naciones Unidas, a través de su Informe de Situación y Perspectivas de la Economía Mundial 2021afirma que no obstante a los trabajos realizados la fuerte desigualdad existente en el tamaño de las medidas de estímulo implementadas por los países desarrollados y en desarrollo tendrá como resultado vías muy distintas de recuperación.
Ya no es solo necesaria la restauración rápida, sino que además se requiere una recuperación incluyente, que tenga como objetivo la cohesión social; se tiene que entender que en muchas ocasiones la solución que ayuda a una comunidad o país no siempre es la ideal para todos, por lo que la diversidad es un aliciente para alcanzar de mejor forma los objetivos.
Aunque se ha creído constantemente que la interconectividad de los sistemas podría intensificar las crisis, también hay que admitir que la comunicación eficiente, la colaboración e incluso el compartir experiencias puede traducirse en estrategias claras que ayuden a los segmentos de la población más vulnerables, ya que éstos usualmente son los más golpeados sobre todo en términos de movilidad, salud, acceso a los servicios y por su puesto en ingresos.