“La naturaleza es la mejor maestra de la verdad”. San Agustín
A pesar de los avances tecnológicos con respecto a los desastres de origen natural aún hay situaciones que no pueden ser previstas por completo, sin embargo, la manera en la que se gestiona una crisis es determinante para, además de minimizar los daños, salvaguardar la vida y el patrimonio de aquellos que se encuentran frente al peligro.
El pasado 25 de octubre, durante la madruga Otis tocaría tierra en las costas de Guerrero, con categoría 5, siendo el primer huracán en el Pacífico que impacta con esta magnitud, clasificándose por diversos expertos como “un fenómeno meteorológico único”.
Yale Climate Connections menciona que es probable que el calentamiento global influya considerablemente, ya que éste es absorbido por los océanos y cuando la temperatura aumenta se retiene mayor cantidad de vapor, lo que libera calor: el principal combustible; aunque muchos son los elementos que deben ser analizados.
Por otro lado, el Fondo Mundial para la Naturaleza mencionó que estos eventos serán cada vez más frecuentes y que nuestro país es altamente vulnerable al cambio climático debido a sus condiciones geográficas, económicas y sociales y es que un porcentaje importante de la población habita en las zonas costeras, donde también se encuentra gran parte de la riqueza natural.
De acuerdo con sus atípicas características, Otis podría ser catalogado como un hito para el pacífico en México, esto no exime el que, lamentablemente, las autoridades minimizaron la amenaza y no emitieron las recomendaciones adecuadas, se subestimó el impacto, incluso en un acto negligente el Secretario de Gobierno de Guerrero inauguró horas antes del impacto la 35 Convención Internacional de Minería exponiendo la integridad de connacionales y de personas de diversas partes del mundo.
Sin embargo, a las inadecuadas acciones previas, hay que anexarle la deficiente reacción a la tragedia, la precaria organización, la carencia de procedimientos oportunos, las tareas insuficientes en materia de rescate y la limitada ayuda, han sumergido a Guerrero en un escenario atacado por la desolación, la angustia y el dolor, donde los saqueos y la indignación se han hecho presentes en un amplio porcentaje de la población.
Cuando una tragedia sucede, buscar responsables es una de las primeras reacciones y posiblemente la más común, pero no consideramos que mucho de lo que enfrentamos es la consecuencia de décadas de políticas inadecuadas, de falta de presupuesto destinado a tareas de protección civil, pero sobre la insuficiencia de procedimientos y acciones certeros para desacelerar el cambio climático.
Muchas ocasiones la emergencia se politiza, más en el panorama electoral en los que nos encontramos, sin embargo, hoy ante las múltiples preguntas que quedan aún sin respuesta y frente a la dolorosa pérdida de vidas y bienes materiales, se requiere empatía, solidaridad y asistencia, pero sobre todo que las acciones sean coordinadas con eficiencia porque el calvario que miles de familias se encuentran atravesando es difícil de explicar en palabras.
Se requieren profesionales comprometidos, que presenten innovaciones que permitan seguir conservando el planeta que llamamos hogar; el llamado es urgente porque a pesar del 23 al 27 de octubre se desarrolló la Semana del Clima de América Latina y el Caribe donde se buscó tomar el pulso a la acción climática, analizar las posibilidades de actuación y mostrar soluciones ambiciosas, Otis nos recordó brutalmente que el tiempo corre en nuestra contra.