“Sean cuales sean las palabras que usamos, deberían ser usadas con cuidado porque la gente que las escucha será influenciada para bien o para mal”.
Buda
Dice un dicho popular que “una imagen dice más que mil palabras” y en la mayoría de las ocasiones tiene su grado de certeza, mucho de lo que se queda en nuestra memoria se relaciona con colores, formas y composiciones; pero, por otro lado, las palabras pueden construir o destruir carreras, instituciones y, por supuesto, reputaciones.
Es cierto que todos los ámbitos requieren de una buena estrategia de comunicación, pero en específico la política es una de las que más ocupa dicho recurso; y es que no podemos negar que en la actualidad y gracias a internet mucho de lo que se dice queda para la posteridad, e incluso en diversas ocasiones suele ser usado en contra.
Los líderes ya no sólo requieren de una buena imagen o de campañas publicitarias intensas, también es necesario que comiencen a cuidar sus palabras, ya que una frase sacada de contexto puede afectar mucho del trabajo realizado, pero, ¿de qué forma transmitir de manera efectiva lo que queremos?, ¿el tono, la velocidad y el volumen afectan la forma en la que nos comunicamos?, la respuesta puede ser complicada, ya que, si bien es cierto que estrategias de comunicación hay muchas, en un mundo cada vez más disruptivo lo que se necesita no sólo es transmitir información sino hacerla llegar al público meta con eficiencia.
La asertividad del mensaje dependerá de muchos factores: la empatía y paciencia del emisor, la elección adecuada del canal, la eliminación correcta de las denominadas barreras de comunicación, la interpretación del receptor y, por supuesto, la selección de un buen código; ninguno de los elementos está de más y ninguno puede ser tomado como irrelevante.
Tener mensajes eficaces requiere análisis y estudio, incluso el Foro Económico Mundial ha mencionado al menos ocho técnicas para mejorar las habilidades de comunicación entre las que se destacan: 1) Hablar a los grupos como individuos, 2) leer y estudiar cuidadosamente a la audiencia, 3) permanecer en momento presente para captar las señales y 4) conectar emocionalmente. En una sociedad acostumbrada a la inmediatez, escuchar atentamente y no interrumpir son herramientas que, como líder, ayudan mucho.
El tema es amplio, incluso el Fondo Monetario Internacional presentó en 2019 un análisis llamado: “Fronteras de las comunicaciones de política económica” en el cual mencionan que las políticas y reformas tienen más probabilidades de fracasar, o incluso de revertirse, si no son comprendidas, si no gozan de credibilidad y si no son aceptadas por quienes se ven afectados por ellas.
Y es que hoy, gracias a la exposición y aparente cercanía que brindan las redes sociales, más gente puede expresar opiniones y por supuesto juicios, es por ello que temas como la transparencia y la rendición de cuentas están cobrando más importancia.
Ya no sólo hace falta analizar con atención lo que se va a decir, sino que además se debe reconocer que la comunicación adecuada puede no sólo establecer una línea de confianza, sino también preservarla, lo que a su vez permite implementar cambios que puedan impulsarnos a alcanzar objetivos.
Quizá el error más constante de la comunicación es que se busca dar información de forma tan continua que no se da con la claridad y la profundidad adecuadas, por lo que al final se termina en un ciclo con poco o nulo impacto; es necesario repensar las estrategias para centrarnos en un mensaje preciso y certero que pueda definirnos.
*Analista en temas de seguridad, justicia, política, religión y educación.
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