“El turismo es un sector horizontal e interconectado; nuestro éxito depende de la colaboración, es decir, darnos la mano unos a otros, compartir inteligencia y compartir experiencias”.
Taleb Rifai
Es probable que muchos anhelemos la temporada vacacional como un oasis en medio de la monotonía que rige nuestro día a día, que una playa con su arena blanca represente no sólo la retribución por horas de trabajo sino además un tiempo de calidad con nuestros seres queridos, o bien que un viaje a sitios históricos o museos nos permita volver con la energía completa para retomar proyectos y ampliar nuestras perspectivas; y es que es innegable que el turismo, además de traducirse en un importante ingreso económico, impacta en muchos rubros.
De forma sorpresiva, ha resultado una de las áreas con mayores niveles de resiliencia, es así que a tres años de un cierre masivo de actividades, de acuerdo con datos de la Organización Mundial del Turismo durante el primer trimestre de este año en cifras generales, las llegadas internacionales alcanzaron el 80% de los niveles anteriores a la pandemia.
Es innegable que el turismo, para muchos países y en especial para el nuestro, es un sector estratégico, ya que propicia el crecimiento, permite la inversión y crea empleos, entre otros factores, pero también la visita de millones de personas genera degradación del entorno, agotamiento de recursos y destrucción de flora y fauna, sólo por mencionar algunos; por ello es necesario que con mayor empeño las organizaciones implementen acciones para proteger el medio ambiente.
La importancia es grande, es así que cada año la Organización de las Naciones Unidas ha establecido el 27 de septiembre, como el Día Mundial del Turismo, y este 2023 se busca implementar soluciones innovadoras por un mundo mejor, donde primeramente se destinen recursos a la educación, ya que de aquí a 2030 se precisará de millones de titulados en hostelería así como trabajadores del turismo mundial y puestos de trabajo donde se necesitará una formación profesional específica; segundo, proyectar la creación de edificios verdes, así como de complejos turísticos y restaurantes resilientes, y finalmente, incrementar los programas de digitalización para apoyar a los jóvenes.
Es indiscutible que la preocupación por el planeta es uno de los temas más abordados en las últimas décadas, las alarmas se han prendido y los millennials han sido quienes más hincapié han puesto en la implantación de nuevas ideas, en la reconfiguración de sistemas y en la puesta en práctica de cambios radicales; sin embargo, no han sido los únicos, diversas instituciones se han mostrado preocupación y la Iglesia católica ha sido una de ellas.
El pasado 26 de mayo, monseñor Rino Fisichella, pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización, Sección para las Cuestiones Fundamentales de la Evangelización en el Mundo, envió un mensaje con motivo de esta 44a Jornada de Turismo, donde menciona que “los operadores turísticos tienen en sus manos la posibilidad de ofrecer oportunidades válidas y eficaces para redescubrir unas vacaciones diferentes: más solidarias y menos consumistas; más respetuosas con la naturaleza y capaces de contemplar la belleza en sus múltiples expresiones.”
Es cierto que viajar nos permite acercarnos a la relajación y la erradicación de paradigmas, elimina las divisiones culturales y nos aleja de la indiferencia, pero sobre todo nos ayuda a experimentar una verdadera fraternidad. El tema es amplio, lo que nos concede oportunidades para resignificar el cuidado ambiental y redimensionar nuestra huella con el planeta.
* Consultor en temas de seguridad, justicia, política, religión y educación.
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