“La creatividad requiere tener el valor de desprenderse de las certezas”
Erich Fromm
El debate sobre la clasificación de los sistemas de gobierno ha sido abordado durante mucho tiempo, ya Heródoto y Aristóteles buscaron definirlos identificando el número de gobernantes o la forma de gobernar, y la lista de personajes históricos inmersos en intento de una categorización es larga: Platón, Maquiavelo, Montesquieu, Rosseau o Marx, entre otros; sin embargo, hasta la fecha se podrían enlistar al menos tres tipologías: totalitario, autoritario y democrático, basados en formas de gobierno: parlamentario y presidencialista, lo cual da origen a múltiples formas mixtas.
Independientemente de lo variable de los modelos de gobierno, lo único que muchos de ellos tienen en común es la búsqueda del beneficio para sus habitantes y la constante evolución para desarrollar integralmente cada una de las esferas sociales.
Bien lo diría el filósofo alemán Arthur Schopenhauer: “El cambio es la única cosa inmutable”; y es que después de años, el servicio público continúa mejorando gracias a una espiral de transformaciones que le han permitido implementar modelos y sistemas basados cada vez más en herramientas tecnológicas y digitales, lo que a su vez permite que la sociedad pueda obtener mayores beneficios como: eficiencia, rapidez, atención personalizada e incluso la disminución de la corrupción.
La conmemoración de este día propuesto por la Organización de las Naciones Unidas, pareciera poco relevante en comparación con otras fechas, sin embargo, la administración pública permite la resolución de problemas por medio del diseño y ejecución de políticas públicas y la prestación de servicios; por lo que hoy frente a una realidad compleja, pero sobre todo desafiante, vale la pena preguntarse: ¿Cuáles deberían ser los cambios esenciales para proveer mayor eficiencia a los usuarios? Pero, sobre todo, ¿qué acciones deben tomarse para disminuir la polarización en la sociedad y la desconfianza hacia el servicio público?
Es indiscutible que una de las transiciones más importantes ha sido virar hacia la senda digital; la innovación ha permitido enfrentar los obstáculos y satisfacer las demandas de consumidores cada vez más exigentes, creando instituciones dinámicas, trabajadores capacitados y gobiernos que impulsan acciones prácticas y confiables.
Tal ha sido la explosión tecnológica y la necesidad de inmersión de los espacios gubernamentales en ella, que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en 2019 publicó el Índice de Gobierno Digitalen el cual se mencionan al menos seis características importantes, en las que se destacan: el rediseño de los procesos públicos, la valoración de datos para mejorar los mecanismos de gobernanza, centrarse en las necesidades de los usuarios, poner a disposición de la sociedad los datos y algoritmos, y simplificar la interacción de los consumidores y los procesos burocráticos.
En cuanto a la segunda pregunta, en la actualidad es muy necesario reforzar el compromiso de los trabajadores públicos, hacer hincapié en la integridad y la ética, porque si bien la tecnología puede ayudar a combatir obstáculos, es el capital humano el que elevará la confianza en las instituciones. Es decir, lo digital se basa en el buen desempeño de cada elemento dentro de la institución, de hecho, un estudio emitido por el Banco Interamericano de Desarrollo denominado No esperes más: Los ciudadanos, la burocracia y el gobierno digitalafirma que los tramites digitales se demoran 74% menos que los tramites presenciales, cuestan mucho menos, y reducen la incidencia de corrupción, y aunque en América Latina y el Caribe todavía hay poca inversión para ofrecer servicios públicos en línea, sí hay que reconocer que Brasil, México y Uruguay, tienen más de la mitad de sus trámites disponibles bajo este esquema.
Desafortunadamente y pese a todo el trabajo realizado en torno a los cambios digitales y el innegable progreso aún de acuerdo al Informe sobre el sector público mundial 2019, Objetivo de Desarrollo Sostenible 16: Centrarse en las Instituciones Públicas emitido por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas: “Los impactos de las iniciativas de transparencia, responsabilidad y participación varían mucho; todavía existen limitantes importantes como la aplicación de las leyes, la limitación de recursos, la capacidad del gobierno y la resistencia al cambio en las instituciones públicas o en el liderazgo político, por lo que los expertos subrayan la importancia del contexto y la falta de replicabilidad de los instrumentos institucionales”.
Es un buen momento para replantearnos modelos, rescatar prácticas y acciones que fomenten el desarrollo integral, y comenzar a eliminar aquellos modelos que se han convertido en peso muerto para el crecimiento. Es necesario aplicar nuevos modelos para mirar hacia el futuro siempre teniendo los pies plantados en el presente.