“Lo que se les dé a los niños, los niños darán a la sociedad”
Karl A. Menninger
Al escuchar la fecha que nos atañe el día de hoy, no podemos omitir, al menos en México, recordar la conmemoración de la Revolución Mexicana, movimiento social que se ha convertido en un parteaguas de nuestra historia y que sin duda, nos ha inspirado hacia la búsqueda de justicia social; sin embargo, hoy usaré este espacio para hablar, no de un 20 de noviembre de 1910, sino de un 20 de noviembre de 1989, cuando se proclamó y se adoptó la Convención sobre los Derechos del Niño por la Asamblea General de la ONU, situación que dio pie a la instauración del Día Internacional del niño, con la finalidad de recordar a la población que los niños y niñas son el colectivo más vulnerable y, por tanto, que más sufre las crisis y problemas del mundo.
Esta Convención puso a las niñas y niños como centro de las políticas, las leyes y los programas; basándose en 4 líneas primordiales: la no discriminación, la primacía del interés superior del menor, la garantía de la supervivencia y el pleno desarrollo, y la participación infantil; así mismo, en ella se establecieron los derechos inalienables, pero también las obligaciones de los Estados, los poderes públicos, los padres, las madres y la sociedad en su conjunto, incluidos los propios niños y niñas.
La niñez, etapa comprendida entre el nacimiento y el principio de la adolescencia genera recuerdos, experiencias y aprendizajes, los cuales se transformarán en elementos que, con el paso de los años influirán en nuestra vida como adultos; es por eso que las decisiones de crianza y la transmisión de valores en el seno de la familia se han convertido en acciones cada vez más importantes para el desarrollo adecuado de la sociedad, sin embargo, a éstas también debemos aunar las tareas de orden escolar y las acciones gubernamentales, ya que una niñez de calidad no sólo depende de la labor en casa, sino también del aprendizaje académico y de la implementación de políticas públicas en beneficio del desarrollo de las niñas y niños.
A pesar del avance obtenido, como la disminución en la mortalidad infantil o el incremento de niños que asisten a la escuela, actualmente, nuestra niñez aún se encuentra vulnerable ya que de acuerdo al “Índice de Peligros para la Niñez” de la Organización No Gubernamental Save the Children, al menos 700 millones de niños y niñas en el mundo han dejado de vivir su infancia demasiado temprano, lo cual se debe a diversas causas como: enfermedades, conflictos, la violencia, el matrimonio infantil, el embarazo precoz, la malnutrición, la exclusión de la educación y el trabajo infantil.
Así mismo, esta ONG en 2017 analizó el impacto del homicidio infantil y concluyó que todos los días más de 200 niños y niñas en el mundo mueren asesinados, principalmente en países Latinoamericanos como consecuencia del aumento de los índices de violencia.
Para México el panorama en cuanto al cuidado de la niñez aún presenta diversos obstáculos que eliminar, entre los más complicados podríamos mencionar: 1) el homicidio infantil; como ejemplo durante 2017 se registraron 1,614 asesinatos de niños, lo que se traduce en al menos 4 muertes diarias; 2) el trabajo infantil; hoy somos el segundo país de América Latina y el Caribe con mayor prevalencia en este rubro, teniendo un total de 7.5% de la población infantil laborando y 3) el matrimonio infantil, que en sí mismo significa un tema difícil; en muchas ocasiones también atañe la cuestión del embarazo adolescente, lo anterior en virtud de que al menos 42.8% de mujeres entre los 12 y 17 años que están casadas tienen al menos un hijo.
A pesar de que hace 30 años se comenzaron una serie de cambios con respecto a la forma de concebir los derechos de los niños, aún hacen falta modificaciones que permitan una protección más concreta; cambios que protejan nuestro activo más importante; reformas que les permitan vivir con tranquilidad, pero sobre todo disfrutar esta etapa tan fundamental para el desarrollo humano.
El 20 de noviembre debe convertirse en un recordatorio de todo aquello que nos falta, pero también debe instarnos a continuar trabajando por ellos, porque no sólo es un acto de responsabilidad hacia la niñez, sino de fe en la humanidad.
*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política y Educación.
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