“Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”.
Benjamín Franklin
Como lo he mencionado, la educación fue uno de los rubros con mayor impacto después de la crisis del Covid-19; es así que el replanteamiento de modelos ha dado impulso a un nuevo sistema pedagógico: el aprendizaje por proyectos o colaborativo.
De acuerdo al reporte Resolución de problemas en cooperación derivado del informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes llevado a cabo por la OCDE en el cual se analizaron las aptitudes para enfrentarse a situaciones difíciles actuando en colaboración, solo aproximadamente un 5% de los alumnos sabe trabajar en equipo, un dato preocupante a la hora de preparar a los niños para la vida y el futuro laboral.
La educación está dando un giro significativo; cambiar de la educación centrada en espacios cerrados, horarios determinados, evaluaciones rígidas, alumnos divididos por edad, asignaturas poco flexibles, para dirigirse hacia al aprendizaje cooperativo, el cual convierte al alumno en protagonista de su propio crecimiento.
Bajo este esquema, son los propios niños quienes establecen los temas partiendo de sus dudas, intereses o curiosidades, y el docente actúa como mediador y guía, pero además, alienta a los alumnos a investigar por cuenta propia usando las nuevas tecnologías y los elementos a su alrededor logrando casi inmediatamente el interés del alumno por aprender, sin sentirse obligado.
Es importante mencionar que aunque no lo pareciera en esta estructura uno de los elementos más importantes es el docente, quien debe tener la apertura de replantearse todo el sistema tradicional de la enseñanza, ya que no se trata de impartir una clase y que los alumnos escuchen, memoricen y repitan.
Uno de los ejemplos más claros de lo anterior se hizo viral hace un par de años a través del vídeo de una conferencia denominada “Cuaderno de viaje de un maestro” impartida por José Antonio Fernández Bravo, quien inicia con una frase grandiosa: “Fueron los niños los que me enseñaron a enseñar […] muchas veces decimos que no razonan porque desconocemos la causa por la cual se expresan”.
El modelo plantea objetivos muy significativos: 1) que el alumno logre comunicar de forma efectiva lo aprendido, 2) pueda expresar de manera adecuada las dudas que no se resolvieron, 3) que al trabajar en equipos se alcance la resolución de problemas eficazmente, 4) forjar personas críticas, independientes y cooperativas, fomentando su creatividad y la capacidad de adaptación a situaciones nuevas y 5) desarrollar las denominadas habilidades blandas como parte esencial del crecimiento de los alumnos.
Y aunque pareciera que los objetivos además de ser perfectos son necesarios en un mundo cada vez más disruptivo, lo que ha hecho que muchos padres opten o no por la estructura del aprendizaje cooperativo, es que en muchas de las instituciones que lo han puesto en práctica se ha optado por no aplicar exámenes sino por una autoevaluación o revisiones grupales y por no usar o utilizar pocos libros de texto.
Como todo esquema de reciente implementación o con mayor difusión, tiene ventajas y desventajas, por lo que debe analizarse a profundidad antes de decidirse por él; de lo que sí estoy convencido es que esta metodología fomenta valores como la tolerancia, el respeto y la igualdad, y herramientas como: la capacidad de reflexión, la resolución de conflictos, pero sobre todo la defensa final de una idea, elementos que son indispensables actualmente.
*Analista en temas de seguridad, justicia, política, religión y educación.
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