“Es fácil odiar y difícil amar. Así es como el esquema general de las cosas funciona. Todas las cosas buenas son difíciles de lograr, y las cosas malas son fáciles de obtener.”
Confucio
Las crisis son momentos de oportunidad, siempre cargados de claroscuros que nos permiten encontrar situaciones positivas y negativas; hoy la pandemia a la que seguimos enfrentándonos cambiará por completo diversos aspectos de la vida que considerábamos controlados, pero a la par, se ha (quizá) convertido en un catalizador de manifestaciones de odio, discriminación, xenofobia y racismo.
El coronavirus se ha extendido alrededor del mundo sin cuestionar raza, edad, orientación sexual, creencia religiosa o situación económica y a pesar de que hemos buscado combatirla médicamente, se ha abierto otro frente que debemos atacar, y es que en contraparte a todas las muestras de solidaridad y ayuda que se han manifestado, esta pandemia se ha transformado en un mecanismo para acentuar las diferencias.
La discriminación, la xenofobia y el racismo no son temas nuevos, han existido desde tiempo atrás, de hecho uno de los instrumentos más importantes sobre la materia surgió en 1965 cuando se adoptó la Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial; sin embargo, y a pesar de los esfuerzos por erradicarlos son problemas que continúan apareciendo como un enemigo que hiere a nuestra sociedad. Tristemente, durante la propagación del Covid-19 muchas personas se han convertido en objetivos de agresiones y muestras de odio, tal ha sido el caso de personas de la tercera edad o con nacionalidad y rasgos físicos asiáticos; lo mismo ha ocurrido a inmigrantes e individuos pertenecientes a la comunidad LGBTTTQI y a personal médico.
Las muestras de discriminación se han convertido en un tema serio, e incluso un reporte publicado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) afirma que el Covid-19 ha desatado una oleada de odio y xenofobia, buscando chivos expiatorios y fomentando el miedo, incrementando el sentimiento en contra de lo extranjero tanto en las calles de ciudades como en internet.
Las acciones de segregación y odio se han multiplicado gracias a la falta de información, las noticias falsas, las declaraciones de políticos y de personas públicas como cantantes o actores, e incluso debido a una sociedad debilitada y desigual; es así que conforme pasan los días, las imágenes y anécdotas plasmadas en redes sociales de personas asiáticas siendo agredidas tanto verbal como físicamente se acrecientan, lo que dio pauta a que un colectivo en España creara el hashtag #NoSoyUnVirus (#IAmNotAVirus) el cual se ha viralizado rápidamente yque busca denunciar el rechazo hacia la población de donde partió el COVID-19.
Una situación similar ha padecido las personas mayores, quienes han tenido que enfrentar negativas de atención médica y desamparo en las residencias o asilos; desafortunadamente para ellos hemos convertido la distancia social en abandono, cuando contradictoriamente deberíamos estar protegiendo a aquellos que cuidaron de nosotros cuando más vulnerables nos encontrábamos.
Mención aparte merecen las reprobables e indignantes muestras de odio y discriminación que se han tenido hacia personal dedicado al cuidado de la salud, tal fue el caso del vídeo donde un enfermero denuncia entre lágrimas como personas no le permitieron subir al transporte público para llegar a su trabajo, o aquellos donde médicos exponen como sus vecinos les han solicitado no volver a sus departamentos por miedo al contagio, entre otras muchas acciones que han logrado que, tristemente, poco a poco pasen de héroes a exiliados.
En nuestro país la intolerancia, la estigmatización y los ataques han crecido en gran medida por el temor, la ignorancia, la incertidumbre y la desconfianza, llegando a niveles alarmantes, tan solo la Secretaría de Gobernación a través del documento: Observaciones sobre violaciones a derechos humanos durante la contingencia sanitaria por COVID-19 informó que hasta el pasado 30 de abril se tenía el registro de 47 agresiones contra médicos y enfermeras en por lo menos 22 estados de la República, siendo al menos un 80% contra personal de enfermería. Derivado de lo anterior es que el Instituto Mexicano del Seguro Social y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado han reforzado la seguridad con la finalidad de evitar más casos.
Hoy más que nunca debe preponderar la solidaridad y la amabilidad, el tratarnos con amor y dignidad, reconozcamos la valentía y entereza con que el personal de salud ha enfrentado esta enfermedad, incluso, en muchas ocasiones a costa de su propia vida; pero sobre todo en tiempos como el que vivimos enfrentémonos al odio, a la discriminación y a la intolerancia, centremos nuestro esfuerzo en superar estos momentos complicados y no en atacarnos los unos a los otros.
*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política y Educación.
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