La iglesia católica y sociedad civil iniciaron un camino hacia la paz ante un país desbordado por la inseguridad, la violencia, desapariciones, asesinatos, secuestros, impunidad, feminicidios y desplazamientos. Así, durante tres días reflexionarán sobre esta crisis y elaborarán una agenda nacional que propondrán a las autoridades.
Reunidos durante el Diálogo Nacional por la Paz, organizado por la Universidad Iberoamericana, obispos, activistas, académicos, sacerdotes y religiosas presentaron los resultados de los 45 Foros de Justicia y Seguridad que se realizaron en todo el país durante 15 meses donde se expuso la realidad del territorio nacional.
Mario Patrón Sánchez, rector de la Ibero Puebla, en la inauguración reconoció que la violencia generalizada obstaculiza una vida digna y la realidad está marcada por el dolor, por eso hay una necesidad de contribuir a elaborar un diagnóstico de los dinamismos que perpetúan la violencia en nuestro país.
Llamando a un diálogo sincero y crítico, mencionó que se pueden construir puentes de fraternidad, pero deben estar sostenidos por la sociedad con un compromiso serio de construcción de paz frente a los desafíos actuales de conocer y remediar las omisiones históricas de violencia.
Por eso, el rector de la casa de estudios subrayó que “es tiempo de articular esfuerzos que recuperen los aprendizajes y buenas prácticas de sumarnos en una sola voz para proponer caminos y exigir una política integral de pacificación”.
Elena Azaola Garrido, profesora e investigadora del Centro de Estudios de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, expuso que “si se quiera dedicar un minuto de silencio por cada una de las víctimas de los últimos 15 años en México 450 mil asesinadas y 111 mil desaparecidas “tendríamos que estar callados durante un poco más de un año: 389 días en silencio para honrar la memoria de los 561 mil muertos y desparecidos”.
Resultado de los encuentros y foros previos al Diálogo, señaló, los participantes identificaron que los responsables de la crisis de inseguridad son “las autoridades de los distintos órdenes e instituciones de gobierno que no han logrado contener la violencia, protegernos y ofrecernos seguridad, y los grupos delictivos utilizan la violencia para atemorizar y avanzar en el control territorial”.
Uno de los principales promotores y director del Diálogo Nacional por la Paz, el sacerdote jesuita Jorge Atilano González, expuso que cada vez más territorios están “controlados por las economías criminales” y añadió: “controlan los tianguis, los bosques, las mineras, las tortillerías, las fiscalías o las oficinas de atención a migrantes”.
Estas alianzas, apuntó, se dan entre personas que quieren hacer negocios, entre políticos que se prestan y los grupos delictivos que se usan mutuamente.
Detalló que son tres los temas que han detectado en los foros: “la inseguridad en territorios controlados por bandas criminales; un gobierno desbordado, y una sociedad que se enfrenta al dilema de esperar sentada como espectadora a que lleguen el candidato o candidata perfecto a la
presidencia o avanzar en la corresponsabilidad desde ahora”.
Seguridad militar
En entrevista para ejecentral, el activista Javier Sicilia sostuvo que con el presidente Andrés Manuel López Obrador ha aumentado la criminalidad en el país y al militarizar el país éste “ha cumplido con creces el sueño de (Felipe) Calderón y de (Enrique) Peña Nieto…”.
Del encuentro reconoció que “hay una nación desgarrada dolida que necesita dignidad y esta no se construye con polarización ni con condiciones de procesos ideológicos, se construye con paz, dignidad cosa que el presidente habla mucho pero traiciona demasiado”.
La ciudadanía, expuso, debemos unirnos, “para construir una agenda mínima de justicia, verdad y paz, así obligar a este Estado a cumplirla y devolviendo al ejército a donde pertenece a los cuarteles”.
Apenas comenzó este foro y serán tres días de este Diálogo Nacional por la Paz, que ha reanimado a un sector participativo de la iglesia católica, el identificado con la opción preferencial por los pobres, y que en los últimos años no habían encontrado un eje para aportar y movilizar a las bases católicas.
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