Las fantasías futuristas del siglo pasado imaginaban un mundo feliz, en el que las máquinas harían todo el trabajo mientras las personas se dedicaban a vivir en bienestar, al ocio, arte o cultivar sus pasatiempos. Pero nadie imaginó la realidad: un mundo en que no sólo se trabajan mas horas y la esclavitud aún existe, sino que además, las expresiones artísticas comienzan a ser acaparadas por las inteligencias artificiales.
El furor comenzó a inicios del 2021 con Dall-E, un sistema de inteligencia artificial que permite la creación de imágenes con únicamente comandos escritos. Los resultados frecuentemente eran burdos y los rostros humanos tenían poco parecido con una persona real, pero el algoritmo se afinó, y pronto fue capaz no sólo de reproducir caras, sino de dominar cualquier estilo, desde el de un dibujo infantil hasta el 3D. Fue así que se dio el pistoletazo de salida de otras plataformas similares como Midjourney y Stable Diffusion, lanzadas en 2022.
El éxito fue tal que viralizó impactantes fake news, como las de Donald Trump siendo arrestado, huyendo de la policía y siendo encarcelado en marzo del 2023, en pleno furor por su primera comparecencia ante la justicia.
Esta fue la primera señal para quienes se dedican a la ilustración y fotografía. Los artistas de webcomic fueron los primeros en levantar la voz, y la indignación creció cuando se dio a conocer que muchas de las IAs eran “entrenadas” con sus obras, pero sin las autorizaciones correspondientes.
En una columna de opinión publicada en The New York Times, la dibujante e ilustradora Sarah Andersen denunció que la inteligencia artificial permitió a la extrema derecha de su país replicar mensajes de odio con el mismo estilo que utiliza en sus historias. “El arte es profundamente personal y la IA acababa de borrarle la humanidad al reducir el trabajo de mi vida a un algoritmo”, denunció. Pero era solo la punta del iceberg.
Imágenes del mal
A finales del 2022 llegó ChatGPT, una plataforma capaz de escribir textos y responder preguntas en muchos idiomas. Al igual que sus predecesoras, esta IA, perteneciente a OpenAI pronto se sofisticó, y de ser un robot conversacional, se convirtió en investigador y redactor.
Las primeras denuncias por su mal uso fueron por parte de profesores que encontraron la trampa en los trabajos escolares de sus alumnos, pero a medida que su popularidad crecía, se detectaron otros usos más expansivos y peligrosos, como la desinformación.
Las inteligencias artificiales especialistas en recrear rostros fueron las siguientes. Si bien el software ya existía desde antes, ha sido en los últimos meses que se han vuelto más accesibles, y ya no sólo en imágenes, sino en videos y animaciones de cualquier estilo.
Finalmente, llegaron las plataformas que “imitan” una voz. Conocidas como vocoders, están programadas para captar los matices en el habla de determinada persona, lo que puede dar como resultado divertidos audios de algún personaje famoso cantando en otro idioma, o materiales peligrosos como declaraciones racistas, misóginas o cualquier otro mensaje de odio. La combinación de estos elementos —video, rostros y voces— puede ser fatal en manos equivocadas.
El arte en manos de la IA
Los casos como el que vivió Sarah Andersen aumentan cada vez más. Tan sólo el pasado 18 de septiembre, el actor Stephen Fry —famoso por películas como Oscar Wilde y V de venganza— denunció que una empresa de inteligencia artificial, de la cual no dijo el nombre, tomó su trabajo en los audiolibros de Harry Potter para el Reino Unido, y “replicó” su voz, la cual fue más tarde utilizada en la narración de un documental sin que el artista supiera siquiera de su existencia.
Algo parecido vivió un grupo de autores encabezados por George R. Martin —autor de la saga Juego de Tronos—, quienes el martes 19 de marzo, denunciaron a OpenAI por violar sus derechos de autor y por un “robo sistemático a escala masiva” de sus obras: nuevamente se habían utilizado sus obras para seguir entrenando al software, sin autorización de los escritores.
Hay decenas más. El director y escritor Tim Burton se ha referido a las inteligencias artificiales en términos poco agradables. “¡Hicieron que la IA hiciera mis versiones de los personajes de Disney! No puedo describir la sensación que te da. Me recordó cuando otras culturas dicen: ‘No me tomes una foto porque te está quitando el alma’. Lo que hace es chuparte algo. Se necesita algo de tu alma o psique; eso es muy perturbador, especialmente si tiene que ver contigo. Es como un robot que se lleva tu humanidad, tu alma”.
En un mundo en el que estas herramientas digitales están al alcance de todos, la industria no ha dudado en aprovechar la tecnología para abaratar sus costos y aumentar sus beneficios. Prueba de ello son las recientes huelgas de escritores y actores de Hollywood, quienes entre sus demandas incluyeron una estricta regulación de la inteligencia artificial.
Y aunque el sindicato de guionistas ya logró un acuerdo con las casas productoras, el gremio actoral no ha contado con la misma suerte, ya que las empresas no ceden en sus intentos de contar con la aparición de los grandes actores sin la necesidad de contratarlos.
Ante la amenaza de que los trabajadores de la industria de videojuegos se unan a huelga, los representantes de los estudios ya acordaron una nueva ronda de negociaciones, pero será hasta el lunes 2 de octubre que se darán a conocer más detalles y las nuevas concesiones que estarían dispuestos a hacer.
“Es fácil marginar lo que hacemos porque es entretenimiento. Y lo entiendo. Pero siento que, en cierto nivel, en lo que respecta a esta conversación sobre tecnología, somos un poco como un canario en una mina de carbón. Este es un momento importante y tenemos que tomar una postura realmente decisiva”, dijo al respecto el actor y escritor Johnathan McClain.
¿Sabías que? En 2021 llegó Dall-E, sistema de IA para crear imágenes sólo con comandos escritos.
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