Dos institutos especializados en inteligencia artificial del Reino Unido desarrollan una nueva herramienta para frenar el tráfico ilegal de tigres.
Así, el Instituto Alan Turing y el Nacional de Ciencia de Datos y de Inteligencia Artificial (IA, por sus siglas en inglés) del Reino Unido han trabajado en este proyecto que hará la vida más fácil para ambientalistas y autoridades que luchan contra el tráfico ilegal de esta especie.
Este proyecto en marcha tiene por objetivo desarrollar y probar tecnología de IA que pueda analizar las rayas de los tigres para identificarlos.
“Tenemos una base de datos con imágenes de tigres que han sido ofrecidos para la venta o que han sido capturados”, aseguró Debbie Banks, responsable de la campaña contra el crimen de la Agencia de Investigación Ambiental (EIA), una organización benéfica con sede en Londres.
Para abundar más en el proyecto, Banks refirió que “las rayas de un tigre son tan únicas como las huellas digitales de un humano”, por lo que usan imágenes para compararlas con otras de tigres cautivos “que han podido ser criados para comerciar” con ellos.
De acuerdo con lo consignado por la agencia francesa de noticias, AFP, se espera que la nueva tecnología ayude a determinar de dónde provienen las pieles de tigre y que esto permita investigar las redes transnacionales involucradas en el tráfico de diferentes especies.
“Tenemos una base de datos con imágenes de tigres que han sido ofrecidos para la venta o que han sido capturados (...) Cuando nuestros investigadores reciben nuevas imágenes, tenemos que compararlas con los de la base de datos”, señaló Banks.
Además, “la población de tigres ha sufrido una disminución masiva en los últimos 120 años, así que queremos hacer todo lo posible para acabar con el tráfico”, explicó Banks.
Una vez que los funcionarios conocen los orígenes de las pieles y productos de tigre confiscados, pueden saber si el animal fue criado en granjas o cazado furtivamente en un área protegida.
Según la AIE, las incautaciones de productos de vida silvestre y la información comercial muestran que la caza furtiva, impulsada por la demanda de los consumidores, es una gran amenaza para la supervivencia de la especie.