¿Qué vamos a comer?

21 de Noviembre de 2024

Miguel González Compeán
Miguel González Compeán

¿Qué vamos a comer?

Herética Lex

Mientras el Presidente y sus compinches preparan su megamarcha del domingo, y la sed de venganza crece con mentiras en las mañaneras durante toda la semana, hay cosas serias y, me atrevería a decir que delicadas, que siguen sucediendo en el mundo real. La ignorancia y una visión ideológica intransitable han puesto a México en peligro de no poder darle de comer a su población, derivado de la disputa que ya lleva un año en el T-MEC sobre el maíz amarillo.

México produce —cuando los fertilizantes llegan a tiempo, cuando los créditos fluyen, cuando el precio es rentable y cuando el esfuerzo colectivo se armoniza—, solamente el 60 % de su producción de maíz. Importa alrededor de 17 millones de toneladas del grano, 16 millones de los cuales se importan de los productores de Iowa. Esos 17 millones totales son alrededor del 40 % del consumo nacional. Es decir que los mexicanos sólo producimos el 60 %, cuando bien nos va, del maíz que consumimos.

Ahora bien, el consumo total del maíz no es sólo para los seres humanos. La mayor parte del consumo es para animales. Más del 60 % es para vacas, cerdos y pollos y, una parte es para la producción de la fructosa que se usa en la elaboración de refrescos. El resto es para consumo humano.

Los números aquí se vuelven contundentes. Con 100 kilos de maíz sólo se pueden producir 35 kilos de carne de vaca. Con 100 kilos de maíz se producen 50 kilos de carne de cerdo y con 100 de maíz se pueden producir 65 kilos de pollo. Si producimos sólo el 60% de maíz, significa que la producción de carne de cualquiera de sus tres versiones, sólo podremos producir el 60% de los kilos de cada uno de los otros alimentos. Haga usted sus cuentas.

Por lo tanto, más allá del hecho de que una visión ideológica pone en riesgo toda la cadena alimenticia y, por cierto, generaría problemas de inflación que estamos tratando de evitar, la disputa se convierte en un problema legal y de relaciones con nuestras contrapartes.

Tener a dos senadores del estado de Iowa en contra nuestra dentro del Senado norteamericano, defendiendo los derechos pactados en el T-MEC para los productores de maíz que envían a México 16 millones de toneladas de maíz, no es un buen consejo. Seguidamente, afectar con ello a los productores mexicanos de carne, cerdo y pollo es menos buena idea.

Una disputa más dentro del marco del T-MEC, con un equipo inexperto, con una visión intransigente, que augura muy malas noticias para nuestro país y para la cadena de valor mexicana. Además, pone en materia jurídica problemas que nos afectarían a todos. Notoriamente muchos de los consumidores de maíz importado tienen contratos y compromisos que deben cumplir y que no podrán zafarse de manera sencilla. Literalmente el país y su gobierno se están dando un balazo en el pie.

El gobierno puede que no lo entienda, o por lo menos no ha dado señales de cómo resolver el problema de manera eficaz para enfrentar las consecuencias. Una visión ideológica en esta materia no se resolverá marchando por las calles. Nuestras contrapartes creen en el derecho, en su fuerza y su obligatoriedad. Nada más, pero nada menos también.