Un elemento está haciéndose presente en la política mexicana. La de los municipios. El PAN lo entendió muy bien en los años 90. El proyecto nacional no siempre está vinculado a la definición nacional. Pero por origen, por tareas y por definición institucional, el municipio ha vivido desde su creación, una paradoja. Es el espacio autónomo del gobierno inmediato y local y es, al mismo tiempo, el representante de intereses y deseos que se contraponen, con frecuencia, con la legislación federal y estatal. Lo que desean los habitantes del municipio, no siempre acomoda con la legislación o con los deseos políticos o económicos federales.
Los municipios son la expresión española de la organización territorial importada, que rápidamente encontró espacio en la manera y forma en la que se organizaban los calpullis, mexicas.
Hay, sin embargo, una distancia enorme entre las preocupaciones municipales y las federales, y ahora las de la globalización. Un municipio autónomo puede querer una inversión internacional, pero las limitantes locales o municipales pueden impedirlo. Otro puede negarse a una inversión, pero la legislación federal permitirlo y hasta fomentarlo. Entonces ¿qué significa la autonomía municipal? ¿Hasta dónde llega dicha autonomía y a qué se refiere?
El origen de los municipios en México se remonta a la época de la colonización española. Durante la conquista y la colonización, los españoles establecieron un sistema de gobierno local que se basaba en la creación de municipios. La fundación de los municipios generalmente estaba relacionada con la construcción de una iglesia, la designación de un ayuntamiento y con la construcción de una autoridad que manejara los problemas más inmediatos de seguridad, ordenamiento territorial y resolución de conflictos entre los habitantes, además de hacerse cargo de las funciones básicas en materia civil, mercantil y de propiedad territorial.
El primer municipio establecido en México fue el de la Villa Rica de la Vera Cruz, fundado por Hernán Cortés en 1519. Con él se puede ejemplificar lo dicho líneas arriba.
El municipio y su cabildo no se crearon para defender intereses locales. Se crearon para que el cabildo le diera la orden a Hernán Cortés, de conquistar Tenochtitlán, porque Cortés no tenía permiso de ir más allá de recoger “adelantados” o “náufragos” que hubieran sobrevivido en las costas de lo que a la postre se llamaría “La Nueva España”.
El asunto es central. Con ello el esfuerzo de Cortés se convertía en empresa del rey y no en una empresa privada, como eran consideradas todas las expediciones de conquista u ocupación. Además, la empresa privada le daba el 20 % de lo restante al rey, mientras que una empresa de conquista del rey le daba el 20 % de lo obtenido de manera inmediata. Con la fundación de la Villa Rica de la Vera Cruz, Cortés escribe la primera carta de relación y se libera de la influencia del gobernador de Cuba y convierte la tarea de conquista en un asunto del rey y no un asunto personal o de empresa.
Desde entonces la paradoja “localidad vs globalización-federación” se hace evidente”. Al imperio y a Cortés conquistar Tenochtitlán es fundamental, para el municipio de la Villa Rica de la Vera Cruz, es una experiencia imposible o de logro improbable.
Las elecciones del próximo domingo poseen ese derrotero. Ya lo veremos el domingo. La gente tiene esa decisión en sus manos. Un proyecto común nacional o estatal o más inmediato. Estas elecciones hablarán de eso. Nada más, pero nada menos también.