Resulta verdaderamente asombroso cómo puede ir un ser humano por la vida, sin saber de su entorno, sin entender su circunstancia, ensimismado con sus propias ideas e imagen en todo momento y a pesar de los demás. De los resultados de la reunión trilateral de esta semana entre Estados Unidos, Canadá y México, esta es una de las enseñanzas.
A tal punto parece ser este el caso que, entre las preocupaciones del Presidente mexicano y el discurso de sus contrapartes, parecía que hablaban en la Torre de Babel. Mientras al nuestro le preocupaba el abandono de Estados Unidos hacia Latinoamérica y la necesidad de invertir en proyectos sociales de cuyo ejemplo siempre recurre a los que él ha ideado, sus contrapartes insistían en la necesidad de que México se subiera al carro de Norteamérica con una visión moderna y que rindiera frutos para la región en su totalidad.
Bien lo dijo Trudeau, el Producto Interno Bruto de Norteamérica es más grande que el de la Unión Europea. Podemos ser una potencia competitiva, productiva y en beneficio de los pueblos, las clases medias y las economías de los tres países.
Y AMLO insistía que hay que hacer programas como el de Sembrando Vida y esta cosa incomprensible de tener una sola nación que iría del Canadá a la Patagonia y que estaba en manos de Biden lograr ese sueño. En fin.
A pesar de AMLO, Ebrard logró sacar una agenda que vale la pena señalar, porque da una idea de los alcances de la reunión. La definición de la agenda era sugerente. Tenía seis temas: diversidad; equidad e inclusión; cambio climático y medio ambiente; competitividad; migración y desarrollo; salud y seguridad regional.
Al final se acordaron varios puntos que dan una esperanza para México si actuamos como verdaderos socios de nuestros vecinos del norte. Convertir a América del Norte en la región más competitiva del planeta; fortalecer las cadenas regionales de suministro de semiconductores y baterías de vehículos eléctricos; acelerar la transición energética; crear un comité para la sustitución de importaciones en América del Norte; crear una plataforma virtual para brindar un acceso simplificado a vías legales de migración y fortalecer la seguridad continental compartida contra amenazas domésticas, regionales y globales.
Los temas de energía y maíz amarillo no fueron tocados porque ya existían espacios institucionales en donde el asunto se estaba tratando. Y esto último me pareció un acierto por parte de la delegación mexicana.
El asunto es que muchas de estas propuestas dan un golpe muy severo a la visión de la 4T en su versión lopezobradorista. Acelerar la transición energética, por ejemplo, contradice en todos sus términos a la construcción de la refinería de Dos Bocas y el supuesto fortalecimiento de la CFE.
Hacer la región más competitiva del planeta a América del Norte obliga a fortalecer en nuestro territorio a la Comisión de Competencia, cuyo pleno no está completo, porque el Presidente se niega a proponer a los miembros que faltan. Además de que ha llegado al Congreso una propuesta que quiere quitarles facultades a dicha Comisión para entregárselas al ministerio público, lo que de facto convertiría a la FGR en un arma política para someter a empresarios y empresas a los designios del Ejecutivo.
Vale la pena mencionar que previo a la reunión, Biden declaró en su tierra, que se armaría un plan para dejar entrar a 30 mil inmigrantes por mes de cuatro países: Nicaragua, Venezuela, Haití y Cuba. No sé si el anuncio fue consultado con México, pero para efectos prácticos tendremos 30 mil nacionales de esos países en los municipios fronterizos que no están preparados para recibir a ese número de personas en todos los sentidos.
En resumen, una reunión en México con tres mandatarios uno de los cuales escucho poco, habló mucho y, es posible, que no se diera cuenta de lo que se estaba discutiendo, ni hacia donde mira el proyecto de nuestros vecinos. Nada más, pero nada menos también.