Hoy, AMLO enfrentó una pregunta que me llamó la atención. Si el Presidente de nuestro país no sembró la pregunta, entonces estamos ante un problema de mayor y delicada situación. Como siempre toda solución genial, suele generar sus propios problemas y defectos, que se cultivan a lo largo del tiempo y del uso.
Las mañaneras se han convertido a lo largo del sexenio en espacios en los que AMLO pone agenda, da órdenes sin tener un acuerdo formal con su gabinete y se le ocurren cosas que provoca con su jefe de prensa o a propósito de sus reflexiones sobre los grandes temas nacionales. O, por lo menos, los que él cree que lo son.
En ese ejercicio cotidiano, se ha generado un negocio o una agenda política para el Presidente que siembra preguntas en personas que preguntan cosas que le importan y sobre las que quiere hablar. Pero del otro lado —o sea, los que se sientan a escuchar y preguntan una cosa que sembró Jesús— han ofrecido sus servicios para que alguien con un poco de recursos, sugiera otras preguntas. Y, como los supuestos periodistas no sólo preguntan una cosa sino hasta tres o cuatro preguntas, pueden insertar la agenda de varios actores a los que les ofrecen sus servicios.
“Mira —les dicen a los clientes— voy a hablar de ecología. ¿Quieres, amiga secretaria de Ecología, que haga un comentario o una pregunta al propósito? Te cobro 250 mil pesos por el favor”.
Entonces se presenta, como hoy, una supuesta periodista que le dice al Presidente: le quiero hacer tres preguntas, no sin antes decirle que su secretaria de Ecología es una maravilla, eficaz y sobre todo en Puerto Vallarta. Y, luego suelta otras tres preguntas todas interesadas o que tocan intereses y temas relevantes, en Puerto Vallarta.
Ese asunto el día de hoy, puede tener relevancia en sus términos, pero hay otro que me pareció significativo y relevante. Un periodista de un medio “patito”, inexistente, pero útil para hacer el juego, se excusa de levantarse para no entorpecer la imagen presidencial (sic) y le pregunta dos cosas al Presidente: ¿Sabe usted que hay de un grupo de abogados llamado consejo estratégico de litigio en el que hay personas ligadas a Claudio X González que están preparando una andanada de recursos jurídicos contra usted y la 4T? ¿Está usted preparado? El Presidente contesta que sí, que tiene experiencia y que dos veces ha tenido que enfrentar a la SCJN. En una ganó y en otra no.
Inmediatamente, el supuesto periodista revira. Es que ese grupo de abogados tiene muchas personalidades públicas, pero sobre todo a Miguel Carbonell y él ha sido financiado todo el año pasado por el expresidente de la SCJN (Arturo Zaldívar) quien usted ha considerado su amigo y hasta cierto punto su aliado en la 4T.
Más veneno es imposible. Si el Presidente sembró la pregunta en advertencia a Zaldívar que su última votación fue en contra de la 4T, mal. Si no sembró la pregunta para hacerle una advertencia al expresidente de la SCJN, peor aun.
Los hechos son dos, sin duda. Las preguntas al Presidente y en la mañanera se han convertido en un negocio, jugoso para quienes de otra manera nunca serían ni periodistas, ni informadores, sino mediocres tinterillos de redacción. Si, en cambio, las preguntas se han convertido en jugoso negocio para Jesús o para estos impresentables y el Presidente les concede o les responde o, finalmente, como en este caso, tuvo que zafarse de la pregunta diciendo que no tenía información, tenemos una delicada situación. Alguien más que el jefe de Prensa, puede sembrar preguntas en la mañanera, servir a ciertos intereses y el Presidente pasar aceite y quedar muy mal, porque no sabemos si es castigo, regaño o distancia para siempre con el ministro. Ser agachón tiene sus consecuencias. Nada más, pero nada menos también.