Dice un viejo adagio, atribuido a Álvaro Obregón, que en política se comete un error y todo lo que sigue es consecuencia de él, por el resto de la vida política de cualquiera. Andrés Manuel López Obrador, me parece se equivocó —ya sea por la prisa, la falta de planeación que lo caracteriza en los proyectos trascendentes, o por adelantar para que se vieran por todo el país—, en la sucesión presidencial como un asunto ya decidido e inevitable.
Se equivocó. No sólo por el factor Xóchitl, sino porque el adelanto de los tiempos y las reglas que impuso, en las que lo principal es hablar bien de la 4T, y ha generado un efecto contrario al buscado. Claudia, su carta preferida, ha dado muestras de no emocionar a nadie, de repetir o tratar de mimetizarse con su jefe político. El asunto es un desastre. Amén de que ese mimetismo es sencillamente ridículo y pueril. Marcelo ha tratado de hacer una campaña separándose de su jefe, aunque sabe que esa delgada línea puede costarle todo el proyecto en su conjunto.
Los demás quedarán como agentes testimoniales que tratarán de encontrar acomodo en el futuro legislativo o dentro del aparato del ejecutivo, si alguno de los punteros los considera que han resultado útiles al logro del proyecto.
Del otro lado, las cosas ya las conocemos. Han quedado solas Beatriz y Xóchitl en una estrategia sencilla: el PRI, en su mayoría —aunque no es seguro que todos—, se irá detrás de Beatriz y los panistas detrás de Xóchitl.
Ahora bien, lo que está sobre la mesa a estas alturas y que mueve a la reflexión es, no sólo quién sería la mejor candidata o candidato, sino quien, a la postre sería mejor Presidente.
El asunto no es menor, la población mexicana (como lo hacen la mayoría de los votantes en el mundo) no se mueven por una decisión plenamente racional, sino por la dosis de emociones que cada uno de los cuatro mencionados arriba generan entre los votantes. En ese sentido, Xóchitl sale puntera, y en último lugar estaría Claudia. Pero como Presidente, sin duda la disputa estaría entre Beatriz y Marcelo. Ambos poseen experiencia y conocen bien el país. Tienen propuestas y son políticos prácticos, habilidosos e inteligentes.
Estamos a unos cuantos días en que despejaremos estas dudas y sabremos entre quienes habrá de ser la contienda. Está en manos de una población políticamente distante e ignorante de los grandes problemas nacionales y en muestras acotadas en las que se habrán de hacer encuestas y ejercer votaciones en las que habrá no más de 300 casillas, por lo tanto serán incapaces de hacer una muestra realmente premonitoria de lo que la gente quiere como candidatos, menos aún como Presidente. Nada más, pero nada menos también.
Punto y aparte
Hoy se sabe con claridad. Hay más de 42 mil desaparecidos; más de 160 mil homicidios dolosos en los últimos cinco años; hay 52 mil cuerpos abandonados en los SEMEFOS del país; hubo más de 800 mil muertos en exceso como resultado de la irresponsable forma en la que se manejó la Covid-19. En cinco años han muerto más de un millón de personas, de las cuales es responsable, directamente, el gobierno actual. Ya nos acostumbramos a escucharlo y a aceptarlo, pero es criminal, irresponsable y una tragedia que no habremos de aquilatar justamente en el futuro inmediato. Es una pena, como un país puede verlo como algo normal y no reclamarle a la autoridad su debida responsabilidad y que esta sea indolente con la tragedia. Un día pagarán.