Una conferencia dictada por Mary Beard inicia con una referencia a La Odisea de Homero, particularmente narra el momento en que Telémaco (hijo de Ulises y Penélope) ya convertido en un hombre ve a su madre bajar a donde están cantando las vicisitudes de los griegos en su viaje de regreso al hogar. Como es de suponer, a Penélope no le agrada el tema y pide que elijan un canto más alegre. El joven Telémaco interviene: “Madre mía, vete adentro de la casa y ocúpate de tus labores propias, del telar y de la rueca … El relato estará al cuidado de los hombres, y sobre todo al mío. Mío es pues, el gobierno de la casa”. Y ella se retira a sus habitaciones.
Este es uno de los registros más antiguos en el que se le pide a una mujer que se calle y se retire y durante siglos se repitió hasta que fue imponiéndose la realidad: el mundo necesita de la presencia, la voz y las decisiones de las mujeres.
En 1995 tuve la oportunidad de ir con Patricia Espinosa Torres a la Cuarta Conferencia sobre la Mujer: Acción para la Igualdad, el Desarrollo y la Paz de la ONU celebrada en Beijing, China en lo que correspondió a las organizaciones sociales. Esta Conferencia tuvo un gran ingrediente que marcó el punto de inflexión en la agenda mundial de igualdad de género: se acordó la Declaración y Plataforma de Acción que fue firmada (con algunas reservas) por 189 países en el que se comprometían a llevar a cabo acciones en favor de las mujeres y las niñas a través de 12 capítulos: pobreza, educación y capacitación, salud, violencia, conflictos armados, economía, ejercicio del poder y toma de decisiones, mecanismos institucionales para el adelanto de las mujeres, derechos humanos, medios de difusión, medio ambiente y la niña.
La conferencia de Beijing fue un punto de inflexión de las mujeres en la toma de decisiones y también marcó mi vida porque visibilizó más la lucha de las mujeres y su discriminación constante. Recordé el esfuerzo de mujeres que yo admiraba desde mi mamá, pasando por maestras, políticas, autoridades.
Transición democrática
La transición democrática es uno de los periodos gloriosos de la historia de nuestro México. La democracia nos permitió darnos la mano entre demócratas después de una elección. Fueron momentos de acuerdos, encuentros y desencuentros, de diálogo y diseño de instituciones. Pero esta Transición tenía que pasar a través de las mujeres porque de lo contrario no hubiéramos llegado a la Democracia que hoy está en dudosa existencia.
No hay duda de la participación de las mujeres mexicanas en la lucha por la democracia, pero quisimos tomar también decisiones. Personalmente tuve la oportunidad de estar presente en el diseño de lo que después serían las cuotas y la paridad en los cargos públicos. Recuerdo en esa lucha a María Elena Álvarez de Vicencio, a Cecilia Soto y a Patricia Mercado en la Cámara de Diputados.
La paridad
Pronto llegaron las acciones afirmativas, las cuotas de género (que me tocó aprobar); pero también las sentencias de los tribunales electorales obligando al cumplimiento del porcentaje correspondiente. Es decir, los espacios también se ganaron a través de decisiones del INE y de sentencias del Tribunal Electoral.
Por las acciones afirmativas, los partidos políticos nos tuvieron que abrir espacios, por lo que de pronto muchas mujeres nos encontramos siendo candidatas y ocupando puestos de elección popular. Con ese acelerado paso las mujeres fuimos haciendo política. Pero no ha sido nada fácil a lo que todas nos hemos enfrentado.
La acción afirmativa obligó a pensar en la paridad. Los congresos deberían ser integrados mitad por hombres y mitad por mujeres. Y es que cuando llegamos más mujeres y todo cambió, porque como dice la expresidenta de Chile, Michel Bachelet: “Cuando una mujer entra en la política cambia la mujer, pero cuando las mujeres entran en política cambia la política”.
La Presidencia de la República
En este siglo, en cada elección, siempre ha habido una mujer que levante la mano para decir “yo quiero ser Presidenta de México”. No ha sido fácil para ninguna de las que hemos participado.
Sin embargo, en la historia democrática en nuestro país, la posibilidad de ser Presidenta de México también se fue construyendo cada vez que alguna mujer levantaba la mano, se construyó al menos un imaginario de la posibilidad de tener una mujer como Presidenta.
No dejo de pensar que apenas en el 2018 vimos a nueve partidos políticos impedir que las mujeres compitieran por la presidencia de la República. Hoy es distinto: las finalistas en el caso del proceso más abierto de selección fueron las mujeres y quien ganó, Xóchitl Gálvez, regresó la emoción y la esperanza a la oposición.
Hacia 2024
Habrá Presidenta tan solo porque ya es 2024. No ha sido fácil, pero al parecer serán dos mujeres las que encabezarán las dos fuerzas políticas más importantes por un lado el Frente Amplio por México (PAN, PRD y PRI) y, por el otro, Morena que es el partido oficial.
No sólo eso, sino que es muy posible que tendremos en algún momento una mujer presidiendo el Congreso, una mujer presidiendo el Poder Judicial Federal y una mujer Presidenta de la República.
Habrá Presidenta me dije cuando vi que en el frente las finalistas eran mujeres. Habrá Presidenta y lo digo con júbilo, porque cristaliza la igualdad de oportunidades aun cuando tomemos nuestras propias decisiones como ciudadanos y ciudadanas.
Este es un momento histórico, producto de todas esas luchas más allá de los partidos políticos. Además, son dos mujeres diferentes, con historias y visiones distintas, aunque coincidan en los retos.
Habrá Presidenta de la República. Se romperá el techo de cristal para el 2024.
No es cosa menor. Me parece conmovedor este momento de rompimiento del techo de cristal y que lo estemos viendo mi mamá, una luchadora por la democracia, mi hija y yo que, emocionadas, vemos una candidatura -que se oficializará en su momento- como la de Xóchitl Gálvez (obviamente es a quien yo prefiero).
Doy testimonio de su carrera, de su sentido democrático, de su sensibilidad social, del proceso que le permitió acceder como precandidata a coordinar el Frente Amplio por México al que pertenezco; sé muy bien que solo con un proceso abierto pudo haber sido ella candidata.
Xóchitl nos regresó la esperanza con su irrupción en esta carrera presidencial y me da gusto que haya mandado a volar a los propios Telémacos del mundo. ¡Habrá Presidenta! Lo digo con emoción.
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