La inflación, la desaceleración económica y la inseguridad alimentaria que se agudizaron a consecuencia de la invasión de Rusia a Ucrania provocará que hasta 2.8 millones de mexicanos caigan en la pobreza al concluir 2022, alertó una investigación de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Al presentar el informe titulado “Repercusiones en América Latina y el Caribe de la guerra en Ucrania: ¿cómo enfrentar esta nueva crisis?”, el organismo estimó que la región tuvo una inflación promedio de 8.1% entre abril de 2021 y abril de este año, lo que se traducirá en que la pobreza pase de 32.1% de la población en 2021 a 33.0% en 2022, un incremento de 0.9 puntos porcentuales.
En el caso de México, el efecto será aún más drástico. Si la inflación se mantiene en los mismos niveles de 2021, la pobreza crecerá de 34.9% a 36.2% de la población, es decir, de 43.9 a 45.6 millones de personas, lo que equivale a 1.7 millones de nuevos pobres. Pero si la situación económica se complica y la inflación se incrementa 2 puntos porcentuales adicionales sobre la base estimada del año previo, entonces la pobreza aumentaría de 34.9% a 37.2%, lo que se traduciría en 2.8 millones de nuevos pobres.
El principal detonante de la crisis de pobreza en la región latinoamericana, según Cepal, es el incremento de precios en general y de los alimentos en particular. La guerra en Ucrania ha frenado el abasto de fertilizantes a México, lo que ha encarecido la producción de comestibles.
“El crecimiento de los precios de los alimentos se aceleró y superó la inflación general en todos los países informantes, con la excepción del Ecuador. La inflación interanual de alimentos y bebidas alcanzó un valor de dos dígitos en Colombia, el Paraguay, México, Chile, el Brasil y el Uruguay, países sin antecedentes recientes de inflación crónica”, consigna el estudio.
Desde el punto de vista de la Cepal, la actual emergencia económica y de abasto es propicia para reflexionar si conviene replantear las relaciones comerciales de la región, donde México y Brasil tienen un mayor peso específico.
“El actual conflicto ha acentuado la tendencia a una mayor regionalización del comercio y de la producción que se observa desde hace algunos años a nivel mundial. La coyuntura constituye una nueva oportunidad para dinamizar el proyecto de la integración regional, poniendo en el centro la generación de cadenas productivas intrarregionales que reduzcan la excesiva dependencia de proveedores de fuera de la región”, sugiere el estudio.