Grandes escritores olvidados

8 de Octubre de 2024

Grandes escritores olvidados

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Las decisiones de la Academia Sueca para otorgar el premio 
siguen siendo un misterio que envuelve la política, 
algo que siempre ha 
generado controversia

Hacia 1901, durante la primera edición del prestigioso Premio Nobel de Literatura, los sabios de la Academia Sueca se encontraron en una difícil encrucijada.

En la última ronda de votaciones, tuvieron que elegir entre dos finalistas destacados: el renombrado autor ruso León Tólstoi y un poeta francés menos conocido, Sully Prudhomme. En una sorprendente decisión para muchos, el galardón fue otorgado al poeta francés, quien hoy en día es prácticamente desconocido para el público en general.

Los miembros del comité argumentaron que la obra de Tólstoi, que incluía obras maestras como Guerra y Paz y Ana Karenina no cumplía con las estrictas condiciones estipuladas en el testamento de Alfred Nobel para recibir el premio.

El propio Nobel, inventor de la dinamita y con una vasta fortuna en el sector petrolero, estableció que el premio debía ser otorgado a aquel cuya obra contribuyera al avance de la humanidad en la “dirección ideal”.

Esta interpretación llevó a la Academia Sueca a reconocer principalmente a poetas y prosistas que no se centraban en la denuncia social o el realismo crudo en las dos primeras décadas del premio.

Entre los primeros ganadores se encontraban nombres como Theodor Mommsen, Bjornstjern Bjornson, Frédéric Mistral, Henryk Sienkiewicz, Giosuè Carducci, Rudyard Kipling, Rudolf Christoph Eucken, Selma Lagerlöf y Paul Heyse.

Aunque eran figuras literarias notables, este enfoque excluyó a escritores de renombre internacional como Franz Kafka, Paul Valéry, Marcel Proust, Rubén Darío, Émile Zola, Mark Twain, Henrik Ibsen y Benito Pérez Galdós.

El premio Nobel de Literatura, a pesar de los deseos de Alfred Nobel de que se centrara en la “dirección ideal”, siempre estuvo influenciado por la política, aunque no tanto como el Premio Nobel de la Paz.

El prestigio y el considerable premio en efectivo (alrededor de un millón de euros en la actualidad) hicieron que los gobiernos de todo el mundo intentaran influir en la elección del ganador desde temprano. Esto llevó a situaciones curiosas, como cuando Winston Churchill recibió el premio en 1953 “por su dominio de las descripciones biográficas e históricas, así como por su brillante oratoria en defensa de los valores humanos exaltados”, según el acta del jurado.

Sin embargo, se rumoreaba que le habían otorgado el premio Nobel de Literatura porque habría sido extraño darle el de la Paz al primer ministro británico que lideró la Segunda Guerra Mundial.

La política también afectó a otros laureados, como Boris Pasternak, autor de Doctor Zhivago, quien aceptó inicialmente el premio en 1958, solo para ser obligado por el régimen de la Unión Soviética a rechazarlo dos días después.

Vicente Blasco Ibáñez también enfrentó dificultades políticas que lo llevaron a perder dos oportunidades de recibir el premio, una debido al gobierno español y otra por sus propias convicciones patrióticas.

Uno de los grandes patinazos de la Academia Sueca fue la omisión de escritores destacados como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y Carlos Fuentes en español, a pesar de su influyente legado literario. Borges, en particular, fue finalista en más de una docena de ocasiones, pero sus opiniones políticas conservadoras y su aceptación de homenajes de gobiernos autoritarios jugaron en su contra.

Las bases del premio establecen que las actas de las reuniones del Comité no pueden hacerse públicas hasta 50 años después, lo que significa que las decisiones y deliberaciones detrás de las omisiones de autores como J.R.R. Tolkien, Vladimir Nabokov, Graham Greene, Paul Valéry y James Joyce siguen siendo un misterio.

A pesar de estos contratiempos y polémicas, el Premio Nobel de Literatura ha reconocido a numerosos escritores destacados que han contribuido significativamente a la literatura mundial. El lema de la Academia Sueca, Snille och Smak (talento y gusto), refleja la dificultad de evaluar el arte literario en un campo tan subjetivo y diverso como la literatura.

¿Sabías que? Las bases de los premios establecen que las actas de las reuniones del Comité no pueden hacerse públicas hasta 50 años después.

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