La constante intervención en las políticas públicas, así como en las leyes de las industrias han generado incertidumbre en las inversiones y ello afecta el costo crediticio de la deuda mexicana.
Según un documento de la agencia Fitch Ratings, la calificación crediticia de nuestro país se mantuvo sin cambios en su revisión, dejándola en BBB-, con perspectiva estable, que es el más bajo en los grados de inversión, y se encuentra a un solo escalafón de convertirse en grado de No Inversión Especulativo.
Fitch mencionó que la nota no puede mejorar por “un gobierno débil, un desempeño de crecimiento a largo plazo moderado, una intervención política continua que afecta las perspectivas de inversión y los posibles pasivos contingentes de Pemex”.
Tambien destacó que Pemex se está beneficiando de los altos precios del petróleo, y que su mejora financiera será de corta duración dadas las propias debilidades estructurales de la compañía, por lo que si los precios de los energéticos bajan, la carga financiera seguirá recayendo en el gobierno federal.
Señaló que el freno a la reforma eléctrica que pretendía el presidente Andrés Manuel López Obrador no será suficiente para disuadir la incertidumbre sobre las inversiones, ya que los “nuevos proyectos de energía seguirán enfrentándose a vientos en contra para obtener los permisos de producción”.
Sin embargo, también espera que el crecimiento económico del país se desacelere a un 2% en este año y mantenga ese nivel durante 2023, como una consecuencia en las cadenas de suministro y la afectación de los precios por la guerra entre Ucrania y Rusia, así como las medidas de bloqueo de China provocadas por los rebrotes de la Covid-19.
La calificación se encuentra en el rango de grado medio inferior, al igual que la de Moody’s, y la de Standard & Poor’s, aunque en el primer caso está a tres escalafones de estar en grado de No Inversión, y en el segundo está a dos de ese punto.
Lo bueno
La calificadora distingue algunos aspectos fundamentales para mantener la calificación y no degradarla, como son un marco de política macroeconómica prudente, finanzas externas estables y sólidas, además de que proyecta que la deuda respecto al PIB (Producto Interno Bruto) permanezca estable, lo que dará déficits fiscales moderados. Asimismo, espera que la pérdida de ingresos por los subsidios en las gasolinas se compense con mayores ingresos en las ventas de crudo al exterior, y a la eficiencia de la recaudación de impuestos y en la expansión de la base impositiva a través de medidas administrativas.