Ghislaine Maxwell, la “jet set” neoyorquina e internacional fue condenada a pasar 20 años de prisión después de que un jurado la declaró culpable en diciembre de tráfico sexual de menores para el financiero multimillonario Jeffrey Epstein, que se suicidó en la cárcel en 2019 cuando aguardaba a ser juzgado por el mismo delito.
No obstante, la condena es menor que los entre 30 y 55 años que pedía la fiscalía por su “responsabilidad” en el tráfico de menores y la “falta total de remordimientos”, tras reclutar entre 1994 y 2004 a jóvenes menores para ser explotadas sexualmente por Epstein, con quien mantuvo durante casi tres décadas una relación sentimental, amistosa y profesional.
Durante el juicio, la acusación describió a Ghislaine Maxwell, de 60 años, nacida en Francia, con nacionalidad británica, francesa y estadounidense, quien estudió en la universidad de Oxford, como la mano derecha y cómplice de Epstein, a quien conoció poco después de la muerte de su padre.
Maxwell y Epstein erigieron un entramado para captar decenas de jóvenes de un entorno sociocultural vulnerable, para satisfacción sexual del financiero, a cambio de dinero.
Dos de las denunciantes declararon en el juicio que tenían 14 años cuando Maxwell empezó a acercarse a ellas ganándose su confianza antes de proponerles que dieran masajes a Epstein y tener sexo con él.
Testigos aseguraron que Maxwell facilitó, y a veces participó, en los abusos, aprovechándose de las víctimas a las que con anterioridad les había hecho sentirse “especiales”.
La defensa de Maxwell considera que su defendida fue víctima de la influencia nefasta que ejercieron tanto su padre -”autoritario, narcisista y exigente”- y de Epstein.
La relación con el financiero fue “el peor error de su vida”, aseguró en días recientes la defensa para tratar de suavizar la imagen, y la condena, de quien fue descrita durante el juicio como “depredadora sofisticada, que sabía perfectamente lo