La culminación del proceso electoral en Coahuila y en el estado de México —siendo este último el trofeo más deseado por el obradorismo—, ha dado paso a la carrera totalmente abierta por la nominación como candidato por parte del partido oficial… y en paralelo a una estrategia financiera-judicial enfocada a minar las bases éticas y legales de diversos personajes de la oposición, a los que se les busca vincular en la red de empresas fantasmas y prestanombres del ex secretario de seguridad pública de Felipe Calderón, el hoy preso en Nueva York, Genaro García Luna.
La creación de los expedientes y seguimiento a las redes y círculos de confianza del exsecretario fue realizada por el equipo de Pablo Gómez y la Unidad de Inteligencia Financiera con la finalidad de que sean judicializados en los próximos meses… pero en exceso de celo en el cumplimiento del deber puede volverse en contra de las corcholatas de Andrés Manuel López Obrador que, en una de esas, se pueden convertir en tapaderas.
Lo que ha trabajado el UIF consta de poco más de 85 voluminosos expedientes de personas que fueron enrolados para encubrir el movimiento de 5,100 millones de pesos en transacciones orquestadas presuntamente por Jonathan Alexis Weinberg y Mauricio Samuel Weniberg. En marzo pasado la UIF dio a conocer que existía esa red de vínculos de negocios ilegales cuyo epicentro era la empresa Nunvav a través de la cual se acusa que se simuló la ejecución de obra y equipamientos de los nueve centros penitenciarios que fueron construidos durante el calderonismo, así como la liberación de las primeras órdenes de aprehensión por parte de la Fiscalía General de la República que aún está conducida por Alejandro Gertz Manero.
De acuerdo a las fuentes consultadas, en los expedientes figuran acusaciones contra empresarios del sector de la construcción, de suministro tecnológico y videograbación, proveedores de alimentos y mobiliario en esos centros penitenciarios; pero también contra ex funcionarios públicos en áreas de seguridad y vigilancia, así como contra funcionarios de esas mismas áreas que hoy ocupan cargos relevantes en varios de los gobiernos que han ganado el partido Morena.
¿El chirrión por el palito?
No existe ninguna duda de que independientemente de lo justo que resulte proceder contra aquellos que hayan participado efectivamente en esa red de simulación de suministros, esos expedientes tendrán un uso político y electoral. Los resultados electorales en el estado de México donde Delfina Gómez se impuso a Alejandra del Moral, mandaron dos señales inequívocas al gobierno federal: la candidata oficial no “arrasó” como se difundió en 10 encuestadoras “a modo” que anticipaban una victoria de hasta 20 puntos, cuando la diferencia quedó realmente en ocho puntos. Por lo tanto, aprovechando la victoria holgada pero no abrumadora sobre la Alianza Opositora, se abrió la ventana de oportunidad para empezar a bombardear las filas opositoras con acciones judiciales, que tendrán fuerte repercusión mediática que pueden calar en el ánimo de los electores.
Temporada de patos, pues, de cacería financiera de adversarios, sobre todo los ligados a García Luna y el calderonato.
Sin embargo, el entusiasmo cinegético puede generar una reacción en contra de la propia 4T por la relación que importantes funcionarios del actual gobierno tuvieron en su momento con las gestión de compras públicas, máximo en un entorno exaltado de precandidaturas al interior de Morena donde es clara la animadversión entre Claudia Sheinbaum con Marcelo Ebrard y de la regenta también frente al secretario de gobernación Adán Augusto López.
El chirrión, pues, se puede volver por el palito.
Y no se debe quitar de vista que el titular de la FGR, el brazo de fuerza del obradorato, tiene un problema directo, de hecho personal, con el “brazo armado” del canciller Ebrard: Santiago Nieto, extitular de la UIF y que fue defenestrado de manera grosera por su boda en Guatemala, y que además de no tener en sus mejores ánimos a Gertz Manero, también tiene enojos encarnados frente al ex jefe de la oficina jurídica de la presidencia, Julio Sherer.
Es decir, una carambola que fácilmente derivará en tapaderas.