Al concluir las restricciones de viajes internacionales por Covid-19 inicio una lenta pero inexorable reducción del atractivo de los destinos mexicanos para los turistas internacionales pues destinos en Europa, Asia y el Caribe se reabrieron; el llamado “superpeso” también jugó las contras a una actividad que representa 10% del Producto Interno Bruto, pues encareció playas y ciudades mexicanas respecto a otros destinos para los viajeros estadounidenses, europeos y asiáticos de alto poder adquisitivo.
No, el sector turístico de México no padece una alerta roja ni nada que se le asemeje, pero ya encendió las alertas amarillas de un proceso de desaceleración que podría profundizarse por la casi inexistente inversión en promoción turística que difunda atractivos, actividades, experiencias, oportunidades de inversión… al tiempo que pueda equilibrar las graves noticias de enfrentamientos, asesinatos y diversos crímenes que se difunden a diario en el mundo. Vaya, Santo Domingo invierte en promoción por cada cuarto de hotel en territorio 99 veces más de lo que hoy hace nuestro país.
Todo ello se refleja en el estancamiento del gasto turístico por visitante en los últimos dos años. No cabe duda acerca del acertado objetivo que como política pública trazó el secretario de turismo federal, Miguel Torruco, de que sea cada vez mayor el gasto que de los visitantes foráneos, que su derrama en dólares sea más importante que el número per sé de visitantes.
Pero ese objetivo se estancó en 2023 y no está claro que ello se pueda superar en el corto plazo: de acuerdo a los más recientes datos del Centro de Investigación y Competitividad Turística de la Universidad Anáhuac y que dirige Francisco Madrid, entre enero y noviembre de 2023 el gasto por turista extranjero fue de 1,126.6 dólares, idéntico al de 2019 y sólo 1.5% superior al registrado en 2022. La inversión en promoción es una herramienta de la que no puede prescindir la Sectur en medio de la competencia global entre destinos turísticos pese a los eventos políticos y sociales y afecta a unos y otros.
El número de visitantes ha subido en 2023, pero ya no a doble dígito como sucedió entre 2021 y 2022: entre enero y noviembre del año pasado se elevó 3.8% el número de vistantes hasta acumular 37.6 millones de personas que en conjunto gastaron 27,424.6 millones de dólares que, dicho sea de paso, son menos de la mitad de las remesas que lo migrantes –mexicanos y extranjeros radicados en territorio nacional pero también desesperados– enviaron al país.
Ciertamente hay una recuperación del número de viajeros internacionales, sería una necedad negarlo, pero su gasto por persona está a niveles prepandémicos.
La apuesta del Tianguis Turístico
El escaparate que se tiene para buscar romper la tendencia hacia el estancamiento es el Tianguis Turístico 2024, el cual se llevará a cabo en un todavía muy afectado puerto de Acapulco por el impacto del Huracán Otis.
Independientemente de la distribución de despensas y enseres domésticos, dinero para la reconstrucción de casas habitación y créditos a la palabra para la apertura de pequeños y medianos negocios, a través de la Secretaría del Bienestar que lleva Ariadna Montiel, el problema central está en la reactivación económica del puerto que depende de la reconstrucción tanto de la zona Diamante y áreas con casas y departamentos de descanso, así como de la zona costera en los hoteles para convenciones y eventos de gran magnitud y, por tanto, de tracción de demanda y consumo. Los propietarios de esos inmuebles carecen de todo incentivo fiscal para apresurar su reconstrucción; ello ha generado el evento de “Torres Chimuelas”, donde unos propietarios inician reparaciones y otros tapian lo que fueran ventanales… o dejan los huecos desnudos.
Convenciones al 30%
En unas semanas viene el Abierto de Tenis, el cual será la primera prueba de fuego a la reconstrucción que se efectúa de hoteles y servicios para deportistas, sus equipos de respaldo y, por supuesto, del público aficionado que se caracteriza por poseer un alto nivel adquisitivo.
Vendrá en abril el Tianguis Turístico y luego la Convención Bancaria… pero que a pesar de los reflectores que puedan atraer no compensan por sí solos los eventos de congresos y eventos que ahí se realizaban pues en la zona de la bahía no hay hoteles con salones grandes de reuniones por las afectaciones que Otis tuvo sobre el Dreams, Elcano, Emporio, Copacabana, Fiesta Americana y el Calinda.
La capacidad para eventos y convenciones, estiman las asociaciones turísticas del estado, está en condiciones de efectuar 30% de los eventos que hacía anualmente. Si tienen incentivos para acelerar la reconstrucción, a mediados de 2025 la recuperación podría empezar a ser consistente para concertarse hace 2030.
Sin esos hoteles de soporte en la Bahía está por verse sí Mundo Imperial del banquero Juan Antonio Hernández podría soportar la recepción de los clientes del mercado residencial y de convenciones al cual no le tocan despensas ni enseres domésticos.
@mfloresarellano