Elecciones 2024, ¿reforma fiscal o austericidio?

10 de Enero de 2025

Mauricio Flores
Mauricio Flores

Elecciones 2024, ¿reforma fiscal o austericidio?

MauricioFlores_REDES

Las finanzas públicas, pese a encontrarse en equilibrio y mejorando las metas presupuestales (es decir, sin que el gasto exceda en demasía los ingresos), están bajo presión y podría derivar en una crisis fiscal, ya sea al final del gobierno de Andrés Manuel López Obrador o dejar una papa caliente a quien sea que gane las elecciones presidenciales 2024. Evidentemente, el manejo de los recursos presupuestales es parte del debate que mantendrá la o el candidato oficialista de Morena y de la oposición del Frente Amplio por México.

De hecho, la pelota de saque la dio la exregenta Claudia Sheinbaum al aseverar que ella no requeriría una reforma fiscal para reforzar los ingresos presupuestales, porque había hablado con la secretaria de Economía y extitular del Servicio de Administración Tributaria, Raquel Buenrostro, de que era posible obtener más recursos con puras acciones de fiscalización a los grandes y medianos contribuyentes cautivos.

En tanto, la muy posible abanderada de la oposición, Xóchitl Gálvez, no ha comentado nada específico, aunque ha dejado dos elementos relevantes: hacer frente a la corrupción que desde el primer círculo presidencial afecta la disponibilidad del gasto, y que su gobierno no tiene la menor intención de retirar los apoyos sociales que hoy tienen un carácter constitucional, pero pretende mejorarlos y hacerlos más efectivos.

Empero, desde las filas opositoras, tanto Ildefonso Guajardo (que hace dos semanas se bajó del proceso de selección de candidato para sumarse como representante en asuntos internacionales del Frente Amplio) como Enrique de la Madrid, han advertido de la fragilidad de las finanzas públicas y de las repercusiones que puede haber si el Estado deja de cumplir obligaciones ya asumidas, como es el pago de pensiones a trabajadores del Estado y las pensiones extensivas para adultos mayores.

Coincidencia y tabú electoral

Curiosamente, los expertos de la Secretaría de Hacienda de Rogelio Ramírez de la O coinciden en la circunstancia futura que correrán las cuentas federales cuando, por ejemplo, se amplifique el efecto de aumentar 25 % las pensiones a adultos mayores a partir de 2024… y a diferencia de lo que opina la “corcholata” favorita, tales expertos coinciden también en la necesidad de una reforma fiscal a partir de 2025 para cubrir la andanada de gastos que viene a futuro.

Así, los diagnósticos de oposición y hacendarios de la 4T coinciden en que una reforma fiscal no implica aumentar los actuales impuestos, que necesariamente pasa por redirigir el gasto, pero que podría buscar fuentes adicionales de cobranza… aunque evidentemente, ampliar la base de contribuyentes y reforzar la capacidad productiva de los ya existentes, es lo que urge para evitar un colapso fiscal de inicio de sexenio.

Sin embargo, hablar de impuestos es un tema tabú en un proceso electoral, a no ser que sea para prometer que se reducirán. Por ello y por ahora el mejor lance en términos políticos es el de Sheinbaum que ofrece no mover los existentes… pero corre el riesgo de amagar a los “ricos machuchones”, a quienes busca convencer que apoyará de llegar a ser presidenta.

Medicina neoliberal a dolores de izquierda

Paradójicamente, el manejo presupuestal en un gobierno que se hace llamar de izquierda ha sido de derecha. Margaret Thatcher estaría orgullosa por el enfoque macroeconómico, pero Nelson Mandela —quien al final del Apartheid tuvo que asumir un programa económico contraccionista para estabilizar las cuentas públicas de Sudáfrica— estaría angustiado por el crecimiento de la deuda.

Van los números. Los ingresos petroleros, por efecto del superpeso, bajaron 24.2 % entre enero y mayo de este año respecto a lo registrado en el mismo periodo del año pasado y quedando a 202.7 mil millones de pesos de los ingresos esperados para estas alturas del año; en tanto, el avance de los ingresos no petroleros (incluyendo impuestos) no logró compensar la reducción de los petroleros, pues aumentaron 4.9 % en términos anuales y agregaron 45.9 mil millones de pesos adicionales a lo presupuestado.

En contrapartida, el gasto total avanzó 268.5 mil millones de pesos con un aumento anual de 2.5%, por lo que se tuvo que reducir en 246.4 mil millones de pesos la ejecución de gastos socialmente relevantes -como en salud y educación- para evitar un mayor desequilibrio.

Y es que ese equilibrio se hace frágil con una deuda cuyo costo aumentó 50 % por el aumento de las tasas de interés y suma más de 14 billones de pesos. Cierto, las tasas bajarán… pero el monto absoluto, aunque con menos réditos, esa deuda exigirá pagar en 2025 casi lo mismo que el pago de todas las pensiones.

Si Enrique Peña o Felipe Calderón hubiesen disminuido en esas proporciones el gasto en compra de medicinas, en desarrollo de vivienda social, mejora de escuelas y habilitación de carreteras, la izquierda mexicana se hubiese rasgado las vestiduras en pleno Zócalo.

Pero con López Obrador al timón, las políticas neoliberales son del bienestar. El problema es que el margen se agota… y su probable sucesora, Sheinbaum, asegura seguirá por la misma ruta.

@mfloresarellano

floresarellanomauricio@gmail.com